Paola Beltrán
A pocos días de una nueva Marcha del Silencio, EL POPULAR entrevistó a Laura Boiani, profesora de historia, nieta de Otermín Montes De Oca, compañero desaparecido en 1975, profesora de historia e integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.
-Mayo se instaló como el mes de la memoria, un logro conquistado a fuerza de perseverancia y lucha.
Desde que fue la pandemia, que nos impidió encontrarnos en la Marcha del 20, se nos dio la oportunidad de buscar maneras en que las personas, el pueblo se apropie de la causa, más allá de la imposibilidad de movilizarnos en un día puntual. A partir de entonces es como que el tema, el mes de la memoria lo ha tomado la gente, los vecinos, los estudiantes, trabajadores y se ha logrado hacer una resonancia mucho más grande de la temática, más allá de la movilización del 20 propiamente dicha.
-También ayudó a que el interior del país se apropie de la movilización y de las consignas de Madres y Familiares.
No solo en el interior sino también en el exterior, porque tenemos movilizaciones por ejemplo también en Madrid, en Italia, en Suecia, en Buenos Aires. Estamos trabajando para sistematizar toda la información. Hasta el año pasado había más de 170 localidades del interior, este año ya sabemos que van a ser más, que también van a estar haciendo su propias movilizaciones con las características que tiene el interior que es mucho más difícil que una movilización en Montevideo. Porque son localidades pequeñas, donde la historia del pasado reciente sigue siendo de cierta forma tabú o muy muy dolorosa y de todas formas los vecinos, ya sean cinco, ya sean diez, se logran juntar y mostrar, de alguna manera u otra, su apoyo a esta causa.
Seguramente muchas personas te conocieron cuando se hizo una movilización a seis meses del hallazgo de los restos de la compañera desaparecida que aún está sin identificar en 2023. ¿Podrías contarnos en qué está ese reconocimiento de identidad?
Efectivamente el hallazgo de los restos de la compañera del en el Batallón 14 fue el 6 de junio del año pasado, es decir que estamos casi a cumplir un año del hallazgo y seguimos todavía en la espera de la identificación. Es un proceso lento, muy lento, en el que se están poniendo todas las herramientas para poder avanzar y llegar a ese nombre, a esa identificación pero entendiendo que es un proceso que ha sido muy difícil.
Partimos de la base que el banco de ADN en Uruguay demoró, recién pasados los 2000 con la creación de la Comisión por la Paz se acepta el hecho de que teníamos desaparecidos a nivel del Estado y se empieza a trabajar un banco de ADN. Muchos de los detenidos desaparecidos eran muy jóvenes, no tenían hijos, hay familiares que murieron antes de poder dar la muestra de ADN. En ese sentido nosotros continuamos trabajando, tanto la Asociación de Familiares con el apoyo de la institución Nacional de DDHH, la Fiscalía especializada, el GIAF, que es el grupo de antropólogos y el EAAF, que que son los antropólogos argentinos, seguimos trabajando para llegar a esta identificación.
Se están tomando muestras de familiares que hasta ahora no habían podido donar; también, por un avance de la tecnología que significa que otras generaciones, no solo los padres o los hijos, los familiares más directos de los desaparecidos sino que otras ramas pueden aportar a esa identificación, que antes por la tecnología y la ciencia no se podía hacer; además avanzar en lo que son las exhumaciones, que también es un tema que depende específicamente de la Fiscalía y la Institución, que están trabajando, justamente, para poder rastrear los familiares que murieron sin poder haber dado una muestra de ADN, es un proceso muy lento, es una espera que para nosotros es muy dolorosa porque no hay nada que quisiéramos más en este momento que poder darle un nombre a la compañera, pero nos toca esperar y seguir trabajando por ver cómo podemos aportar a esta construcción de su identidad.
Este año la consigna es «Ellos saben dónde están» ¿está vinculado con no poder dar con la identidad de la compañera?
Por supuesto, la consigna «Ellos saben dónde están. Exigimos respuestas» tiene que ver también con este proceso de no identificación, porque esta demora, esto de que estamos buscando y no encontramos respuestas es un proceso que podría haber sido mucho más corto, más simple, si las personas que tienen la información la entregan. Hay actores dentro de esta sociedad que saben exactamente qué hicieron con nuestros familiares desaparecidos porque son los responsables; los que los secuestraron, los torturaron, asesinaron y después enterraron quién sabe dónde, saben perfectamente qué hicieron con ellos, saben dónde están y es una información que todavía, al día de hoy, se niegan a entregar y siguen manteniendo el cuerpo de nuestros familiares secuestrados.
“Exigimos respuestas” no es simplemente a estos actores, a los actores directos, sino también una exigencia política, porque hay actores políticos que tienen que comprometerse y exigir la entrega de esta información. El Presidente de la República es el Jefe de las Fuerzas Armadas. Falta voluntad política también para mover este tema, más allá de los discursos que se puedan dar, donde se anuncia que hay un compromiso con el tema Verdad, Memoria y Justicia; faltan acciones concretas, exigimos esa información.
Sin embargo, el que era Ministro de Defensa, Javier García, promovió una Ley que tiene que ver con algunos archivos vinculados a la Dictadura y expresó que lo hacía por un compromiso con la transparencia. ¿Qué dicen ante eso?
La respuesta de Familiares y de otras organizaciones sociales como fue Crysol, ante el planteamiento de esta Ley de archivos fue muy directa en el sentido de que los archivos son escritos y producidos por las Fuerzas Armadas del momento, entonces, lo que exigimos y fue negado en este proyecto de Ley, porque no se cumplió con los reclamos de las organizaciones civiles, fue, como mínimo, la protección de los datos personales. Porque tenemos que entender que al ser escritos por los militares hay información que es falsa, hay información que es dolorosa. En estos archivos, por ejemplo, hay datos de direcciones, de números de cédulas de personas que siguen vivas, está la información de los niños que iban a los penales a ver a los presos políticos o sea a sus padres. Esa información está y no hubo una sensibilidad, si se quiere, de dar una protección a esos datos que no aportan a lo que nosotros estamos exigiendo. Además de no haber escuchado a las organizaciones civiles en este planteo, también ha habido una cuestión de presupuesto. La Ley que se está aprobando no va a ser dotada de presupuesto, o sea esto de “abrimos los archivos y los ponemos a disposición”, en realidad queda en la nada si no se le da un presupuesto como debe ser. Por ejemplo, este compromiso que se esboza es algo que estamos reclamando en lo que es la búsqueda en el “300 Carlos”, una búsqueda de nuestros desaparecidos que está detenida hace dos años y se están pasando la pelota y ahora dicen que es una cuestión presupuestal y volvemos a lo mismo, si hay un compromiso, también se tiene que materializar en este tipo de cosas.
Necesitamos una política integral de memoria. Tenemos pequeños esbozos, pequeños avances, que luego restan materializar. Falta construir una política completa, una política integral sobre Memoria, Verdad y Justicia. Creo que es por ahí donde hemos quedado flacos en este período, me refiero a los últimos años.
Han aparecido nuevos discursos negacionistas, se retiró el concepto de «terrorismo de Estado» de los planes de estudio de los liceos. Hay una intención de que los jóvenes dejen de tener estos temas y que de alguna manera la memoria no los alcance. ¿Cómo analizan ustedes este fenómeno?
Creo que incluso es más problemático porque no es en que se quita la enseñanza del pasado reciente sino que lo que se esboza es una versión determinada que escapa a lo que es la verdad. El hecho de que se saque el terrorismo de Estado de los planes de estudios por ejemplo y que se hable de la violencia de la guerrilla y la subversión alimenta una teoría de los dos demonios que en cierta forma ya habíamos saldado, ya habíamos tenido esta discusión, ya estaba saldado que la historia no había sido así.
Se vuelve a poner sobre la mesa plantear que fue un conflicto, que había dos bandos, que la dictadura fue una respuesta, una reacción a la guerrilla, eso incluso es más peligroso, porque en realidad lo que termina haciendo es justificar el accionar del Estado. Nosotros no hablamos de crímenes particulares sino que fue el propio Estado el que llevó adelante todos estos crímenes. La persecución de las personas, la tortura, el asesinato, la desaparición, cortar la libertad de expresión, de reunión, todas las libertades que se cortaron en la dictadura no fue porque lo hacía un particular, sino que fue el Estado. Es alarmante cómo se vuelve a volcar, no solo una mirada negacionista, sino incluso justificadora a veces de lo que fue el pasado reciente y no son equiparable lo que fueron los crímenes si se quiere particulares de los que realizó el terrorismo de Estado.
En ese sentido, ya para terminar, la necesidad y la vigencia de continuar movilizándonos, en este caso este 20 de mayo, a partir de las 19 hs, te pedimos que hagas una convocatoria para participar en la marcha.
Como todos los años volvemos a encontrarnos este 20 de mayo. A las 19 horas saldremos desde Rivera y Jackson por 18 de julio, llevaremos las fotos de nuestros familiares detenidos desaparecidos, diremos sus nombres y presente y se entonarán las estrofas del himno nacional. La estructura de la marcha, como siempre, es en el más absoluto silencio, sin consignas ni banderas político-partidarias, bajo el reclamo de que «Ellos saben dónde están, exigimos respuestas” y continuando con el reclamo para construir el “Nunca más terrorismo de Estado».
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Intervención de Imágenes del Silencio en el marco de la Marcha del Silencio en plaza Las Pioneras, Montevideo el 11 de mayo pasado. Foto: Daniel Rodríguez /adhocFOTOS.