El medio siglo del golpe de Estado y de su respuesta popular, la Huelga General, generó polémica, gestos institucionales, que más allá de sus omisiones, son importantes y hay que valorar, de compromiso democrático, pero hubo algo que volvió a marcar todo: el protagonismo popular.
Hoy, como hace 50 años, el pueblo, movilizado fue el protagonista. Hubo cientos de actividades a lo largo y ancho del país, en las que participaron, de una u otra manera, miles de personas.
El 26 hubo una sesión solemne de la Cámara de Senadores. Se recordaron los discursos de tres senadores: Wilson Ferreira Aldunate, del Partido Nacional; Amílcar Vasconcellos, del Partido Colorado y Enrique Rodríguez, del Frente Amplio. Las dos primeras contaron con la voz e incluso imágenes de video de los protagonistas, la de Enrique Rodríguez, senador obrero, comunista y frenteamplista, no, porque la dictadura destruyó el registro de audio. Eso no se aclaró en la ceremonia, pero es bueno destacarlo, es parte de la verdad histórica. Fue un acto institucional importante, con presencia de los partidos políticos, las organizaciones sociales, el presidente Luis Lacalle Pou y tres ex presidentes, Julio María Sanguinetti, Luis Lacalle Herrera y José Mujica; y Lucía Topolansky y Rodolfo Nin Novoa, ex vicepresidentes. La vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, hizo un claro pronunciamiento contra la dictadura, sin eufemismos al nombrarla, y con la democracia. No es poca cosa.
Valorando en su justa medida lo anterior, lo más conmovedor fueron los miles que estaban afuera, enfrentado el frío y la niebla para rodear con velas y calor popular el Parlamento asaltado por el fascismo hace 50 años. En la noche sonaron fuerte y claro, el “No al golpe”, el “Nunca más dictadura” y el “¿Dónde están?”. Fue un desagravio de miles al Parlamento asaltado por los golpistas.
El mismo 27 de junio, un paro general con concentración de la central única, el PIT-CNT, puso el centro donde debe ir: en el homenaje a la Huelga General. Miles de trabajadores y trabajadoras, en La Teja, donde se inició la resistencia, honraron la memoria y renovaron el compromiso de la clase obrera y el movimiento popular con la democracia y la libertad. En el discurso, en las pancartas y las banderas, se destacó, con justicia, el protagonismo central de la Huelga General, la solidaridad de ese barrio, también heroico, con los huelguistas.
En las primeras horas de la tarde se realizó un acto también conmovedor: la inauguración del memorial en homenaje a las presas políticas. Están sus nombres en una obra hermosa y sencilla que las honra, como sobradamente se merecen. Los abrazos, las lágrimas y las sonrisas, hicieron que las palabras de la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, sonaran más nítidas, para homenajearlas a ellas, las compañeras, heroínas de la libertad.
El sábado, se había inaugurado una muestra del archivo fotográfico del diario El Popular, designado por la UNESCO parte del registro internacional “Memoria del Mundo”. Fue un modesto pero emocionante reconocimiento a todas y todos los trabajadores del diario El Popular, el diario de la Huelga General y de las luchas populares. Ellas y ellos y el diario se lo merecen.
Es necesario este apretado racconto porque en la sesión extraordinaria de la Asamblea General, realizada el 27, se expresaron las diferencias profundas que persisten sobre los motivos del golpe, el carácter de la dictadura y el papel jugado por las fuerzas políticas y, sobre todo, por el movimiento popular.
Cada sector político reivindicó a sus actores, a los que se pronunciaron contra el golpe y luego contra la dictadura. Eso está bien. Nunca desde estas páginas hemos negado el valor de que sectores democráticos de los partidos tradicionales se hayan pronunciado y actuado, a su manera, contra el golpe y la dictadura. Lo que no está bien es que, en varios casos, persistan en la negación del papel de la izquierda y, sobre todo, del movimiento popular en la resistencia.
La polémica es necesaria, la memoria es el presente del pasado, es su proyección en el hoy. No es un debate académico o filosófico, es profundamente político e ideológico. Tiene que ver con el presente y con el futuro de nuestra patria. Si, nuestra, no solo de algunos que la invocaron y la invocan en vano.
El extremo del negacionismo se expresó en las afirmaciones del senador y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, que, además de echarle la culpa de la violencia y la represión a las víctimas de estas, dijo una mentira histórica gigantesca: “Es bueno reiterar la indiferencia del pueblo uruguayo, tanto en febrero, como ya dijimos, como en junio, el día de la disolución de las Cámaras, no hubo manifestaciones populares de apoyo a las instituciones democráticas”.
El senador y general retirado, que evitó condenar el golpe de Estado, que no dijo ni una vez que hubo dictadura y que habló de “la disolución” de las Cámaras, como si hubiera sido un acto mágico, miente.
Manini Ríos tuvo una respuesta acorde al tamaño de su mentira en la propia Asamblea General. El senador de la 1001 y el Frente Amplio, Oscar Andrade, en su intervención afirmó: “Es un día de dolor, pero también de heroísmo, el de hoy, porque en el mismo momento en el que se ocupaba esta casa, la clase obrera tomaba su decisión más heroica: Si hay dictadura, hay huelga. Hay que ser muy miserable para pensar que no hubo, esa noche del 27 de junio, una respuesta de los trabajadores y el pueblo, que pagaron como nadie”.
Quieren borrar con mentiras lo que realmente pasó. Lo siguen intentando hoy, al punto de negar la realidad. No se trata de relatos, se trata de lo que pasó, de los hechos.
No hubo indiferencia del pueblo uruguayo, ni en febrero, ni en junio, ni en 1972, ni en 1971, ni en 1968, ni en 1964 cuanto el intento de golpe de Aguerrondo. En febrero de 1973, decenas de miles concurrieron a un acto del Frente Amplio, donde el general Líber Seregni, exigió la renuncia de Juan María Bordaberry, fascista y después golpista y la CNT llamó a la movilización de la militancia. En junio de 1973, hubo Huelga General, de 15 días, con ocupación de los lugares de trabajo. Más de 600 mil trabajadores y estudiantes participaron de la Huelga. Hubo miles de despedidos y de presos y presas, tantos que la dictadura recién iniciada tuvo que habilitar el Cilindro Municipal como cárcel. Al sepelio de Ramón Peré, asesinado junto a Walter Medina, en medio de la represión más brutal fueron decenas de miles. El 9 de julio hubo marchas de miles en Montevideo y en varias ciudades del país, brutalmente reprimidas, hasta con tanques. Llevaron presos a dirigentes del Frente Amplio y del Partido Nacional, entre ellos Líber Seregni. ¿De qué indiferencia habla el senador y general retirado?
El que quiere instalar un relato único, negador de la realidad y mentiroso, es él. Basta de pedirle autocrítica a quienes lucharon, la autocrítica, algún día, deberían hacerla quienes si fueron indiferentes o directamente fueron actores o cómplices del golpe.
¿A quiénes nos referimos? A las patronales, por ejemplo. Mientras la CNT ocupaba en defensa de la democracia y la libertad, las patronales hacían uso masivo del decreto de la dictadura que autorizaba los despidos sin indemnización. Sí, las patronales convocaban con solicitadas pagas, publicadas con especial destaque por el diario El País, a trabajar. Despidieron miles de trabajadores y trabajadoras por el delito de luchar por la libertad. ¿Con qué autoridad ahora dan lecciones de democracia al movimiento sindical? Hubo un silencio llamativo de las Cámaras Empresariales en esta fecha. Se entiende, ¿qué iban a decir?, ¿qué tienen para mostrar o reivindicar? Absolutamente nada. Y también a los sectores conservadores y golpistas de los partidos tradicionales, que no solo apoyaron el golpe, sino que integraron y sustentaron la institucionalidad fascista.
La verdad es que ni hace 50 años ni ahora hubo indiferencia. Hubo compromiso y lucha, protagonismo popular, conciencia y organización. No pudieron, ni podrán, negarlo porque el propio pueblo defiende su memoria colectiva y la honra. Hoy, como hace 50 años, el protagonismo del pueblo sigue siendo la única garantía de la defensa de la democracia y la libertad.
