20231210 / Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS / ARGENTINA / BUENOS AIRES / Javier Milei asumió como nuevo presidente de Argentina, luego de realizarse la transmisión de mando presidencial con Alberto Fernández, presidente saliente, en el Congreso de la Nación Argentina. En la foto: Javier Milei después de asimir como presidente de Argentina en el Congreso de la Nación. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS 20231210 / Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS / ARGENTINA / BUENOS AIRES / Javier Milei asumió como nuevo presidente de Argentina, luego de realizarse la transmisión de mando presidencial con Alberto Fernández, presidente saliente, en el Congreso de la Nación Argentina. En la foto: Javier Milei después de asumir como presidente de Argentina en el Congreso de la Nación. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS

Analizando el experimento Milei

Javier Milei es el presidente de Argentina luego de superar, con comodidad, a Sergio Massa en el balotaje. Un resultado que dejó en evidencia la profunda crisis de representación de las grandes mayorías del pueblo que depositó sus esperanzas en un candidato que identificaba a “la casta” como el causante de todos los males en detrimento de “la gente de bien”.

El miércoles 20 de diciembre, rodeado de su gabinete, en un mensaje grabado, Milei dio a conocer un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) mencionando treinta de las más de trescientas modificaciones al marco jurídico argentino con una ortodoxia de desregulación de mercado que beneficia al capital y golpea duramente a trabajadores y trabajadoras.

Según Milei, hasta ese día una “doctrina, que algunos podrían llamar izquierda, socialismo, fascismo, comunismo y que a nosotros nos gusta catalogar como colectivismo es una forma de pensamiento que diluye al individuo en favor del poder del Estado y es el fundamento básico del modelo de la «casta».”

“Una doctrina que es parte de la idea de que un grupo de burócratas sentados en una oficina pueden planificar la vida de millones de seres humanos, considerando sus deseos, capacidades, preferencias y circunstancias, es una doctrina que considera que los políticos, en consecuencia, son omnipresentes, omniscientes y omnipotentes, es decir, que en esencia es una doctrina que considera que los políticos son Dios” y esta es la explicación, según el flamante presidente, de las crisis y la pobreza.

En este razonamiento, no es el Estado a través de su legislación quien debe regular sino el mercado, que, libre de la intervención de los “dioses” logrará el punto de equilibrio que se requiere para alcanzar el bienestar de la “gente del bien”.

EL POPULAR en radio invitó a Pablo Da Rocha, Economista, Docente de la Universidad de la República y asesor del Instituto Cuesta Duarte a analizar esta propuesta “libertaria” así como sus consecuencias.

El pensamiento que sustenta

Desde el punto de vista de la corriente de pensamiento económico en la cual Javier Milei comulga o se autodenomina como «libertario», creo que ahí hay algunas consideraciones, explicó Da Rocha.

Un libertario o una corriente de pensamiento como la de los libertarios sostiene que la libertad individual es el eje central, es a partir de ahí desde donde se construye la idea de justicia; el hecho individual como cuestión suprema de justicia, por eso desentiende lo colectivo.
Esto implicaría que cualquier decisión que tome cualquier individuo es reconocida y debe ser defendida y garantizada, sin embargo, a lo largo de la campaña electoral y sobre todo obtenido el pase a la segunda vuelta, ya empieza a incorporar a ese pensamiento libertario algunos componentes más liberales y eso genera una suerte de amalgama ideológica que hace eso, coquetea con otras doctrinas y con historia no tan lejana de la Argentina.

Por lo tanto, hay un alto grado de incertidumbre sobre lo que podría llevar adelante Javier Milei pero sobre la base de una defensa acérrima del mercado. Ese es el gran componente liberal desde lo económico y la defensa de lo individual desde el punto de vista de sus libertades en lo político. El resultado es lo que se anunció hace muy pocos días que son estas más de trescientas modificaciones normativas donde toca prácticamente todo lo regulado de la política económica argentina con un DNU. Este DNU rompe las garantías y el pacto social que tenía Argentina hasta ahora que permitía el desarrollo de la sociedad en el marco de un Estado.

Lo dijo y lo hizo

No nos debería sorprender desde los anuncios, lo que uno se sorprende más es de su implementación, porque eso implica que no solo lo quiere, sino que lo puede hacer. Tampoco podemos desconocer el apoyo inmenso, por distintos motivos, a esta gestión y sobre la base de algunos de estos anuncios, de la necesidad de desregularizar la economía, de desmontar muchos elementos regulatorios, dejar que el mercado haga lo que quiera, como si el mercado fuera una persona.

En ese sentido era necesario desmontar muchos aparatos institucionales que todas las economías tienen. En este caso guiados por un pensamiento muy doctrinario del libertario de confiar ciegamente en las bondades del mercado cuando, además, no hay evidencia histórica, económica de que liberar del mercado lleve a asignaciones eficientes.

Lo que produce son perjuicios donde vuelca una necesidad del Estado para corregirlas y aquí lo que se busca es apartar, en todo sentido, al Estado y no creer en nada de lo que se haya construido desde el punto de vista colectivo. Por lo tanto, son las ideas del «pacto social» lo que se quiere desmontar.

Cualquier cosa construida de manera colectiva se ve como una traba y en ese sentido hay que desmontarlo, desregular. Y creo que significa un cambio. Para muchas áreas es un cambio diametral, ahora, habrá que ver si es posible llevarlo adelante, por varios motivos; en primer lugar, si bien es un decreto que puede llevar a su implementación de manera prácticamente inmediata, es cierto que tiene que pasar por el Congreso y la única posibilidad de que su implementación no prospere es que la mayoría absoluta del Congreso se pronuncie en contra. No tengo claro que estén esos números, dicen que sí, pero sería lo único que podría frenar esto, desde el punto de vista institucional.

La reacción social

Desde el punto de vista del pacto social las reacciones se están haciendo notar desde distintas esferas y distintos ámbitos, señaló Da Rocha.

Fundamentalmente las organizaciones sindicales argentinas, que en principio habían dicho «recién asume, vamos a ver qué va a hacer, cómo lo puede hacer, con quién lo va a a hacer», a la expectativa, pacientes para ver cómo se iba a llevar adelante, ahora sí hay un llamado mucho más general y masivo donde se va a acompañar desde los movimientos sindicales a rechazar. Es decir, empiezan a haber manifestaciones desde el ámbito político, institucional pero también desde el ámbito social.

(El DNU) se lleva puesto a las mayorías pero Mileil también se puede adjudicar que esas mayorías fueron las que respaldaron su política. Lo que se viene, si se llega a ejecutar, significan cambios dramáticos y drásticos.

La represión es parte de esta doctrina. De hecho, el rol del Estado, para el pensamiento libertario o liberal, se resume al viejo Estado «Juez y Gendarme» que garantiza el derecho a la propiedad y hacerlo cumplir. En ese sentido se torna indispensable un aparato represivo al servicio de estos ideales. Es el eslabón fundamental de la implementación. Hay que ver cómo activa el «protocolo anti-piquetes» y hay que ver qué repercusiones puede tener.

Lo que no hay duda es que estas medidas anunciadas provocan cambios dramáticos, realmente, de enorme impacto, sobre todo en el mercado laboral.

Todo lo que en un momento uno podría creer que era fruto de un discurso amenazante, hoy parece ser realidad. No hay ámbito de la economía y de donde interviene el Estado que no haya sido intervenido por esta política nueva, porque se busca desregular absolutamente todo.

Desregulación económica

En materia económica es llamativo; es tan llamativo que a cualquier Economista le cuesta trabajo pensar cómo se va a poder llevar adelante y qué repercusiones va a tener. Sobre todo, en lo que tiene que ver con comercio exterior donde se libera para que cualquiera pueda exportar, importar, eliminar cualquier tipo de trabas, incluso el componente intervencionista para establecer ciertas barreras, pero también ciertas regulaciones que van en beneficio de la población. Barreras arancelarias, sanitarias… esto se corta.

También habilita a que Argentina pueda suscribir a acuerdos comerciales con algunos países y con bloques, porque, entre otras cosas, se firman desde Cancillerías, eso significa que tiene que haber una gran intervención del Estado, pero además se definen estándares de calidad que implican nuevas regulaciones, de otros organismos públicos, algunos que han sido desmantelados por esta administración y todo esto pone en duda el cómo lo van a llevar adelante porque uno, sobre la idea de que el mercado ordene, lo que se puede encontrar es que lo que suceda es que no tengas a quien comprarle o venderle o lo hagas en condiciones que puedan generar alguna lesión a la sociedad.

Lo que va a descubrir Milei es que el mundo no es como se lo imagina y esa es la verdad y lamentablemente, en una sociedad con más del 40% de pobres va a impactar muchísimo más, justamente para los sectores de menores recursos, concluyó.

Resta mantenerse atentas al proceso político, económico, social y cultural que pretende implementar el nuevo gobierno argentino, que se encontrará con resistencias tanto del ámbito social, sindical y popular. Un experimento que en mucho se parece a lo que ha llevado a las continuas crisis económicas al vecino país a pesar de que Milei intenta explicarlas como fenómenos que nada tienen que ver con el capitalismo, mercado y el rol de sucesivos gobiernos de derecha que han endeudado al país y gobernado para las grandes corporaciones.

Paola Beltrán

Foto de portada

Javier Milei después de asumir como presidente de Argentina en el Congreso de la Nación. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS.

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