Por Santiago Manssino
Hoy don Mario festeja un siglo. Fue ese bancario tan montevideano nacido en Paso de los Toros, fue ese prolífico escritor, y sobre todo fue ese compañero. Incursionó en todos los géneros, fue uno de los intelectuales más importantes de la generación crítica, defensor de la Revolución Cubana desde sus comienzos, despiadado en su crítica a la pequeña burguesía y las capas medias; con más de 80 libros publicados y una larga historia de colaboraciones en distintas publicaciones, Benedetti es sin duda símbolo de una generación y del escritor comprometido.
Escribió dos libros revolucionarios desde el punto de vista estético y desde el punto de vista político: “Poemas de la Oficina” y “Montevideanos”.
El primero es de 1956 editado por “Número”, revista y editorial de cuyo consejo editor Benedetti era parte. En la poesía uruguaya, hasta entonces, el lenguaje cotidiano no tenía lugar, ni tampoco el mundo del trabajo; Benedetti logra poetizar con éxito el cobro del salario, la licencia, la enajenación, la ciudad gris, el trabajo gris. No hay nada de épica, sino la aventura, la esperanza de una mejor vida y la angustia del empleado de oficina, su odio a la burguesía, su resignación sin remedio:
Lunes
Volvió el noble trabajo
pucha qué triste
que nos brinda el pan nuestro
pucha qué triste
me meto en el atraso
hastacuandodiosmío
como un vicio tornillo
como cualquier gusano
me meto en el atraso
y el atraso me asfixia,
dos veinte, cinco quince,
me aplasta, me golpea,
once setenta, mil
trescientos veintiuno,
se me perdió una cifra
estaba aquí y ahora
tres falsos contrasientos
gotean de mi bolsillo
alguien llama alguien manda
pucha qué triste
alguien
se metió en el atraso
desordenó las pistas
y en cada diferencia
añadió tres centésimos.
Volvió el noble trabajo
aleluya
qué peste
faltan para cl domingo
como siete semanas.
ELLOS
Ellos saben si soy o si no soy,
ellos abren la puerta y dicen: «Pase»,
miran y relativamente son felices,
endosan el destino como un cheque
y eructan, aquíescentes, sin provocar a nadie.
Ellos saben si soy o si no soy,
por detrás de los dientes dicen: «Hola»,
hablan y relativamente son ingenuos
y sencillos y escupen y recelan
y traspiran a veces en dos dedos de frente.
Ellos saben si soy o si no soy,
ellos cierran la mano y dicen: «Pero»
viven y relativamente son milagros
y sueldo y providencia y mal aliento
y gastan por docenas los pañuelos sin lágrimas.
Ellos saben si soy o si no soy,
ellos miran al cielo y dicen «¿Cuánto?»,
pasan y relativamente son nombrados,
pero yo, como ellos me instruyeron,
no digo ni caramba ni ahí te pudras.
El otro libro fundamental de Don Mario es el libro de cuentos “Montevideanos”, de 1959, editorial Alfa. La primera edición tenía once relatos, a los que se le fueron sumando en ediciones posteriores ocho relatos más. Montevideo es el escenario de estos cuentos realistas, descriptivos y críticos de la sociedad, donde está muy presente el mundo cotidiano pero también pequeños actos de heroicidad. El amor, la melancolía y la tristeza tienen también una fuerte presencia.
“Puntero izquierdo”, por ejemplo, por un lado retoma la tradición comenzada por Quiroga y Parra del Riego de tomar la fútbol como tema o escenario literario; por otro lado, se narra a través del narrador-protagonista en primera persona la historia de un jugador que no se deja corromper ni comprar, y tiene un fuerte contenido de crítica social. Otro gran relato es “Corazonada”, también narrada por la protagonista, una empleada doméstica que siente haber encontrado su futuro y lo construye de una manera muy particular. “Esa boca” nos muestra como un niño que va al circo descubre el cansancio y la tristeza en el payaso que debe hacer reír. “Sábados de Gloria” está narrado por un muchacho al que la muerte le roba el futuro que se había imaginado con su novia.
Estos son algunos ejemplos del tono y las temáticas de los relatos que suceden en esa Montevideo gris y sucia, con marcada diferencia de clases, con ese ritmo lento y cotidiano también desarrollado en estos relatos, de un lenguaje sencillo pero de una construcción compleja y rica.
Otro aspecto importante en la obra de Benedetti además del narrativo y el poético, es el crítico. Por un lado “El país de la cola de paja” (Arca, 1960), es un ensayo de crítica social y cultural, donde se denuncian las diferencias e injusticias sociales y como las capas medias y cierta intelectualidad prefiere mirar para otro lado cuando se enfrenta a ellas. Por otro, su crítica literaria es de una agudeza y profundidad muy destacables, lo que lo llevó a colaborar en muchas publicaciones, entre ellas “Número”, “Marcha”, “ Brecha”, y revistas literarias internacionales como “Casa de las Américas, por ejemplo. Fue director por algunos años del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias.
Es muy recordado su trabajo crítico sobre José Enrique Rodó, “Genio y figura de José Enrique Rodó” (Eudeba, 1966). A través de ese texto Benedetti disputa el capital simbólico de Rodó, tomando sus aspectos más antiimperialistas y progresistas.Ese es el Rodó que Benedetti intenta rescatar.
Reconocido intelectual de izquierda, comprometido con las causas, miembro del grupo 26 de Marzo y del Frente Amplio, debe exiliarse a causa de la dictadura militar. Un duro exilio que lo llevó por Buenos Aires, Perú, Cuba y finalmente España. Al regreso, hablaría de lo que llamó “el desexilio” y sería uno de los intelectuales que se puso a la cabeza de la lucha contra la impunidad y de las denuncias de los crímenes de la dictadura.
Cuando se publica mucho, y Benedetti lo hacía, se corren riesgos; caía muchas veces en repeticiones, en ciertos facilismos, en cierto aburrimiento y en una escritura sin sorpresas ni densidad, sin vuelo poético ni fluidez narrativa. Sucede esto con poemarios, en libros de cuentos, en sus novelas. Aunque siempre aparecen destellos del buen escritor.
Muchos de sus poemas se hicieron canciones, lo han interpretado Zitarrosa, Viglietti, JOan Manuel Serrat, quien realizó un disco completo con poemas de Benedetti “El sur también existe”.
Su compromiso político, su humildad, su facilidad para comunicarse con el público y con sus lectores, fueron características que mantuvo hasta el final.
Recuerdo la muchedumbre impresionante que desfilaba en el Salón de los Pasos perdidos del Palacio Legislativo, hace 11 años, para despedirse de don Mario, cuando fue velado con honores.
Cumple 100 años don Mario, y qué mejor que decirle que seguimos cantando, porque somos militantes de la vida y no vamos a dejar que la canción se haga ceniza.