Por Eduardo Contreras (*)
El 22 de octubre el destacado intelectual argentino Atilio Borón publicó un artículo titulado “El retorno de la Izquierda” en el que, tras la victoria del MAS en Bolivia y otras claras señales, señalaba que “tal vez sin darnos cuenta, seamos testigos de un giro histórico impensado hasta hace unas pocas semanas”. Se refería así a los cambios positivos que se veía venir en América Latina.
Esa nota se conoció tres días antes del Plebiscito en que el pueblo chileno optó de manera abrumadora por una Nueva Constitución Política, elaborada sólo por representantes elegidos por votación popular. Pero además con el propósito de construir una nueva organización política de la sociedad con un Estado con atribuciones y recursos suficientes para recuperar para las chilenas y chilenos la Educación, la Salud, la Vivienda, la Previsión Social. Un Estado verdadero que responda a las necesidades del pueblo y no a las del pequeño grupo de empresarios a los que el Estado actual ha blindado y servido desde el sangriento golpe de septiembre de 1973.
La gigantesca movilización social de octubre del 2019 marcó claramente el comienzo de un tiempo nuevo en las luchas políticas y sociales del país. Es cierto que ningún partido en especial puede atribuirse ese acontecimiento y las movilizaciones que le han seguido en la llamada “Plaza de la Dignidad”. Pero no es menos cierto el hecho que entre las banderas y pancartas enarboladas por los muchos miles de manifestantes – entonces y ahora – figuraban y siguen apareciendo los rostros de Violeta Parra, de Victor Jara, de Gladys Marín. Todos conocemos su militancia..
Ese tiempo nuevo tiene por tanto sus raíces, no surge de la nada. Se corresponde con la historia de luchas de los trabajadores, de los estudiantes, del pueblo chileno. Y de algunas de sus figuras más queridas.
Hay otras coincidencias de la historia. Como ha recordado el reconocido investigador norteamericano Peter Kornbluh, la victoria del 25 de octubre coincide con la fecha en que hace 50 años Chile entero se estremeció con el asesinato del comandante en jefe del Ejército, René Schneider. El comando terrorista de derecha que lo ejecutó inició así el Plan digitado desde Washington para impedir que Salvador Allende asumiera la presidencia de la república.
Nuestro pueblo – que ha recibido un fuerte respaldo desde muchas latitudes, en especial de América Latina – vive pues un momento histórico muy diferente y asume una gran responsabilidad.
Pese a las enormes dificultades y peligros, lo ocurrido este día 25 muestra la posibilidad real de una victoria popular que marcará la Historia. Lo confirmaremos en abril al elegir a los constituyentes.
(*) Ex embajador de Chile en Uruguay.