Bruno Giometti (*)
Hace unos días el Instituto Nacional de Estadística hizo públicos los datos de cierre de año relativos a la situación del empleo en nuestro país.
La estimación puntual de la tasa de actividad en el mes de diciembre fue de 61.3% para el total del país, mientras que la tasa de empleo se ubicó en 54.9% y la tasa de desempleo en 10.5%. Para tener un acercamiento un poco más de mediano plazo y reducir el margen de error que siempre presentan las estimaciones mensuales, podemos observar el promedio trimestral (octubre a diciembre de 2020). En este trimestre la tasa de actividad se ubicó en 61.5% al tiempo que la tasa de empleo fue 54.8% y la tasa de desempleo 10.9%.
En cantidad de personas, esto implica que en el último trimestre de 2020 hubo 1.584.000 personas ocupadas y 193.000 desocupadas (se entiende por desocupados a quienes no están trabajando y buscan trabajo activamente, no estando incluidos en esta categoría las personas en seguro de paro por causal suspensión). Estas cifras indican que hay 59.000 ocupados menos que en el último trimestre de 2019 y 34.000 desocupados más. Además la población económicamente activa se redujo en 25.000 personas en términos netos, lo cual se explica por las personas que habiendo perdido su fuente laboral o no habiendo podido encontrar trabajo durante determinado lapso de tiempo, dejaron de buscar. Si estos trabajadores desalentados estuvieran buscando activamente trabajo y por ende contaran como desocupados, la tasa de desempleo sería de 12.1% en el promedio del último trimestre.
La mayor parte de esas 59.000 personas que perdieron su fuente laboral en el último año refieren a trabajadores de la esfera informal. Estos trabajadores quedan en una situación de desamparo absoluto, cubiertos solamente por las prestaciones del MIDES y en muchos casos viéndose obligados a acudir a la solidaridad organizada en ollas populares.
En el caso de los trabajadores formales, el impacto vino principalmente por la caída de los salarios reales y por el envío al seguro de desempleo, con la fuerte disminución de ingresos que eso supone. En el año 2019 el promedio de subsidios de desempleo pagados por el BPS era de 44.000 mensuales. Esa cifra llegó a cerca de los 200.000 en abril y mayo. En el último trimestre de 2020 el promedio mensual de seguros de paro pagados por el BPS fue de unos 80.000 (incluye los que están en seguro parcial).
En síntesis, tenemos un fuerte deterioro del mercado de trabajo que se explica por la caída de la actividad económica debido a la pandemia y por las muy insuficientes acciones desde el sector público para revertir la situación, junto con la rebaja de los ingresos reales que también impacta en el nivel de actividad golpeando al mercado interno. Sumado a esto, el gobierno sigue ubicado en su prioridad por reducir el déficit fiscal, habiendo aprobado un presupuesto 2021-2025 de achique, lo que complejiza aún más las perspectivas del empleo hacia el futuro.
(*) Economista, integrante del Instituto Cuesta-Duarte del PIT-CNT, docente universitario, analista de EL POPULAR y del suplemento económico “Valor!!!”.