El ejercicio de gobierno y las políticas desarrolladas hasta ahora en el marco del programa del Pacto Histórico demuestran que Colombia tiene todas las posibilidades de convertirse en la economía más saludable, diversa y fuerte de América Latina.
Es saludable, diversa y fuerte, porque está impactando el bienestar general de la sociedad colombiana, con claro énfasis en el beneficio de las clases populares excluidas anteriormente por los gobiernos neoliberales.
Cuando hablamos de las guerras, nos referimos al conflicto interno, dinamizado por múltiples actores y factores y a la guerra entre Rusia y Ucrania, que en esencia es una guerra entre Rusia y la OTAN. Ambas, están incidiendo hoy negativamente en las economías globales y nacionales.
La guerra, entre otros factores, es la causa de la desaceleración económica global prevista para este año. El Fondo Monetario Internacional, FMI, considerado el gran enemigo de las políticas sociales informa que la economía mundial no superará el promedio el 2% de crecimiento para el 2023.
Crecer en el primer trimestre de 2023 en un 3%, superando crecimientos como los de Canadá que alcanzó 2,1%, Estados Unidos 1,6%, Zona Euro 1,3%, Francia 0,8% y Alemania -0,1%, en medio de factores nacionales y geopolíticos internacionales de tendencia recesiva e inflacionaria y de encarecimiento mundial de los alimentos, es la expresión del esfuerzo y empeño de aplicación de políticas económicas y sociales que cambian las viejas fórmulas del crecimiento económico, basadas en inyección de capitales exclusivamente a través del sistema financiero privado, fórmula en que el Estado y el Gobierno se debilitaban como dinamizadores de la economía.
Comienzan a desmoronarse los augurios apocalípticos sobre nuestra economía. La extrema derecha se niega a una redistribución de la riqueza nacional y a la atención e inyección de recursos directos a vastos sectores empobrecidos por el modelo neoliberal, sigue aferrada a un espejismo.
La inversión extranjera no se ha ido, los empresarios colombianos que dijeron que se irían si Petro ganaba, no se han ido ni han cerrado sus empresas. El desempleo bajó en marzo disminuyendo dos puntos, de 12,1% a 10% y la reforma tributaria comienza a trasladar recursos, vía impuestos de los más ricos, hacia los más pobres.
En lugar de vender miedo, Vargas Lleras, Alejandro Gaviria, Bruce Mac Master y otros, deberían sumarse a la seria corriente de empresarios, gremios y economistas que, sin ser de izquierda, consideran acertada y necesaria la actual política económica del gobierno y del Pacto Histórico.
El primer gran esfuerzo que se destaca es el del Ministerio de Minas y Energías por bajar los costos de los servicios públicos de energía y gas. Desde diciembre de 2022, la acción persistente y firme de la ministra Irene Vélez, que ha tenido que soportar la andanada de mociones de censura y una campaña difamadora por parte de la oposición, logró estabilizar y controlar los precios de este sector fundamental.
Pero, además, la lucha compleja por regular los precios de la gasolina, (Colombia es una de las más baratas), que obligatoriamente deben subir, como efecto del desangre a que sometió el gobierno de Duque al Fondo de Estabilización de precios de combustibles, dejando un déficit de $36 billones. Los precios de los combustibles que afectan a la ciudadanía de todos los estratos se han convertido en caballo de batalla de la oposición que día tras día, tergiversa y desinforma. El Gobierno mantiene el subsidio a la gasolina corriente usando gasto social para pagar combustibles. Es un gran sacrificio económico.
También es positivo el despegue de la Renta Ciudadana en Colombia 2023, política social que beneficia a tres millones de hogares, población en condiciones de pobreza extrema, a víctimas del conflicto armado y al sector afro e indígena que habitan los territorios más pobres del país, para lo cual se ha creado el Sisbén IV, que garantizará la inclusión social y productiva.
El acuerdo inédito que logra el Gobierno en cabeza del presidente Petro con las grandes plataformas comercializadoras y distribuidoras de alimentos como Ara, Éxito y Olímpica, aporta en la continuidad del proceso de reducción del costo de vida. Ahora, el reto es que esta disminución se mantenga sin que llegue a subir nuevamente para que la inflación baje del 12%.
En esencia vamos en el camino correcto. Para consolidarlo debe cesar la guerra. La Paz Total, debe entrar en un proceso de ajuste general y de recambio en los liderazgos que la ejecutan, de mayor precisión y estructuración en sus objetivos y metodologías. Desactivar la guerra es un imperativo. Esta es hoy el mayor obstáculo para una economía de inclusión, equitativa y progresista.
La paz y la convivencia son los estímulos para que la democracia habite y se consolide. He ahí los retos para hacer del presente un futuro de justicia social.
(*) Editorial del Semanario Voz, del Partido Comunista Colombiano, de la edición del 27 de mayo. Lo publicamos para aportar las reflexiones sobre los avances y dificultades de los gobiernos de izquierda y progresistas en nuestra América Latina, en este caso, del primer gobierno de izquierda de la historia de Colombia.
Foto de portada:
Los presidentes de Bolivia Luis Arce y de Colombia Gustavo Petro.