Crisis gringas y cuentos chinos

 

Por Gonzalo Perera

El repaso de las columnas de opinión estadounidenses no dejan duda sobre que, en caso de ocurrir, la próxima elección en USA entre Donald Trump, por el Partido Republicano y Joe Biden, por el Partido Demócrata, será la más bizarra de la historia. Entre otras cosas, porque en realidad se trata de Trump vs. Trump: el prepotente y a menudo ridículo multimillonario, abre tantos flancos constantemente, acumula tantos errores, apila enemistades con tal sistematicidad, es tan narcisista y burdo en su frenético uso de Twitter, que la estrategia electoral demócrata pasa por actuar con sobriedad, no cometer errores, dejar que Trump se auto-aísle y nada más. Incluso, cabe decir “en caso de ocurrir” estas elecciones, porque no pocos analistas políticos (insospechables de izquierdismo) relatan que varios congresistas republicanos serían proclives ahora a apoyar un juicio político que obligue a Trump a abandonar la Casa Blanca, ya sea porque son presionados por tradicionales aliados de USA a los que Trump ha abandonado, o por el simple temor a que la caída libre de la imagen presidencial pueda arrastrar a todo su partido a una debacle.

Por ejemplo, David Bittan es abogado, escritor, de origen venezolano. En un pasaje de su nota “Trump es su peor enemigo”, hace el siguiente resumen: “El desprestigio internacional, las malas decisiones en relación con China, Corea del Norte, México, el conflicto con la Organización Mundial de la Salud, la salida del acuerdo nuclear con Irán, la posición frente a Rusia, el tema inmigratorio, el caso Floyd, la informalidad en el manejo de las redes sociales, los conflictos con quienes no comparten las posiciones del presidente Trump, entre otros aspectos, ya hacen mella en su candidatura. Increíblemente, el señor Biden no tiene que quemar calorías para seguir creciendo en las encuestas”

Los ejemplos al respecto abundan, pero Trump parece superarse a sí mismo cada día. Además, los odios que promueve, a menudo se le vuelven encima, llegando a generar hechos absolutamente insólitos. Quien fuera uno de los más estrechos colaboradores de Trump, Consejero de Seguridad Nacional hasta que fue destituido por el mismo Trump en uno de sus tantos berrinches, John Robert Bolton, acaba de publicar un libro de 500 páginas, titulado “ The Room Where It Happened” (“El Salón donde Ocurrió”, aproximadamente) donde ataca a su hasta hace poco jefe de forma demoledora.

No hemos podido leer más que un capítulo promocional y, honestamente, me alcanzó, porque un personaje de la “trayectoria” de Bolton (por algo llegó a Consejero de Seguridad de Trump),en su escritura da por normales y naturales situaciones, como mínimo, asqueantes. Pero más allá de eso y de si las intenciones de Bolton fueron negativas, de promoción personal o lo que fuera, hay un hecho que me parece que constituye la mayor observación que merece esta publicación.

El relato de un Trump absolutamente egocéntrico, caprichoso, rematadamente ignorante, irresponsable, prepotente, insensible e insensato, al cual el puesto de presidente le queda inmenso, que traza el libro, a una gran proporción de la población estadounidense le parece absolutamente creíble. Este hecho, más allá de cualquier anécdota específica o posible conjetura, dice claramente que Donald Trump está realmente al borde del precipicio.

Además la base material para el descontento popular es muy sólida: la mayor recesión económica desde la gran depresión de 1929, los mayores niveles de desempleos (que entre la población afroamericana y latina duplica los niveles generales), la enorme crisis sanitaria ligada a un manejo payasesco de la pandemia, las protestas por la violencia policial y racial en la sociedad, el incumplimiento de casi todas sus promesas de campaña, son demasiado para cualquiera.

El gran capital, y por supuesto que su expresión imperialista, nunca se anda con vueltas. Se protege a si mismo, a sus estructuras de dominación y absolutamente todo lo demás, es descartable. La lectura general del escenario en USA es que, en estos momentos, para preservar la esencia misma del sistema, para impedir que se cuestionen las bases de su sociedad, Trump será el cordero sacramental, sacrificado para dar paso a un gobierno más sobrio, menos irritante, quizás más contemplativo y sensible frente a algunos problemas, pero que, obviamente, pondrá paños tibios sobre las heridas para salvaguardar la esencia del sistema capitalista globalizado y del rol que pretende USA en él.

Pero no alcanza con sacrificar un cordero, ni mil. La crisis en la que se ve envuelto USA está también provocada por el ascenso de China y Rusia, desde diversos planos.

Tomemos el caso de China, por ejemplo.

En noviembre de 2010 publicamos una nota con un tema no muy difundido, pero a nuestro juicio, muy revelador. Habitualmente se denomina “supercomputadoras” a aquellas que tienen una capacidad de procesamiento en el orden de los “petaflops”. Los “flops” son básicamente la cantidad de operaciones por segundo que hace la máquina. El prefijo “peta” significa mil billones (y billones en castellano, que es un millón de millones), por lo tanto es un 1 con 15 ceros después. Para darse una idea de lo que hablamos, si pudiéramos coordinar que cada habitante de la Tierra hiciera una operación en el mismo segundo, se necesitarían más de 200 millones de planetas Tierra coordinados para hacer en un segundo la misma cantidad de operaciones que la mayor supercomputadora del mundo, que está en China, operando por encima de los 150 petaflops. La noticia de aquel 2010 era que China había tomado el liderazgo en la materia al inaugurar la mayor supercomputadora del mundo, desplazando a USA.

Luego se siguió superando a si misma y construyó supercomputadoras más potentes aún y llegó a tener no sólo la número 1 sino la 2, la 3….

¿Cómo se distribuían al final del 2019 las 500 mayores supercomputadoras en el mundo? Presten atención: 219 (casi la mitad) estaban en China, 116 en USA, en Japón 29… Es decir, el progreso tecnológico chino es pavoroso y estructural, no es flor de un día: hace al menos 10 años que, en diversas áreas, comienza a liderar de manera aplastante.

A esos factores, estructurales y tendenciales, hay que sumarle la inteligencia táctica para aprovechar los errores ajenos. Cuando en plena pandemia USA anuncia que deja de contribuir con la OMS, China responde con un extraordinario refuerzo de su aporte, quedando obviamente en el rol de quien toma las riendas responsablemente cuando al viejo gran hermano del mundo ya no le da el cuero o la inteligencia para hacerse cargo.

Adicionalmente, con inteligencia también, trata de calmar las cincuentenarias tensiones fronterizas en la región del Tibet con la India, que es el segundo país más poblado, potencia nuclear, socio de China en los tiempos del bloque BRICS. Así muestra la capacidad de entender que un conflicto que tiene raíces comerciales, étnicas, culturales, religiosas, no se resuelve fácilmente.

Por supuesto que agregar otro gran jugador como Rusia, donde el liderazgo de Putin parece prolongarse hasta al menos 2025, nos llevaría mucho más lejos.

Pero lo central, a nuestro juicio, es que hoy se presenta a Argentina y Venezuela como países aislados en América del Sur pues son los únicos dignos que no se cobijan en el regazo de USA. Si el escenario internacional sigue con la dinámica actual, intuyo que esa suposición de quién está aislado y quién bien protegido, será literalmente, un cuento chino.

 

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