Cuando la mentira es la verdad…

Si Divididos hubiera vivido en este Uruguay de ahora, seguramente creeríamos que su canción “¿Qué ves?” era un mero relato de la actualidad oriental en tiempos multicolores… pero no. Cuando la mentira es la verdad no es otra cosa que una triste realidad que se ha instalado en la gestión pública uruguaya y a la que no tienen ni un mínimo de vergüenza en ocultarla o –tan siquiera- disimularla. Mienten de forma descarada ya no para obtener el voto sino para justificar una velada orientación contraria a lo que prometieron en campaña. Y lo hacen sin que se les mueva un pelo, con un cinismo propio de gente sin escrúpulos. Se creyeron los dueños del relato y lo manejaron a sus anchas mientras pudieron, pero a poco que la gente empieza a sentir los efectos de su gestión, es la propia realidad la que se encarga de desnudar sus mentiras. Sin contar con la confesión de parte que hacen sus propios actores lo que, como la máxima penal indica, releva toda la prueba…

La verdad flota

Más temprano o más tarde pero siempre sale a la luz, sale a flote y desnuda cualquier estrategia dispuesta a su ocultamiento. Y cuando ello parece imposible, se las ingenia para salir a la luz. La verdad, esa digna señora tan manoseada últimamente. El más reciente episodio lo protagonizó la ex vice-canciller – Carolina Ache- que fue la parte más fina por la que se cortó el caso del pasaporte expedido a “un narco muy peligroso y pesado”, y que trajo el tema de la mentira y la verdad –nuevamente- al escenario político uruguayo.

En el programa Desayunos Informales del pasado 5 de junio, confesó claramente que “omitió” información que era esencial para el caso que se trataba y que lo hizo por “lealtad a sus superiores”. Pero, también, confesó que a la fecha de la interpelación TODOS los convocados en aquella instancia (léase Heber, Bustillo, Maciel y alguno más, seguramente), sabían de los chats entre ella y Maciel, con lo cual NINGUNO podía afirmar que no sabían quién era Marset. Mucho menos Bustillo, que lo negó claramente en plena interpelación.

La mentira quedó al descubierto de forma tan contundente que ya Fiscalía citó a los Ministros – Heber y Bustillo- según informó el periodista Eduardo Preve por la red social del pajarito azul. Y vaya si será importante esta confesión que deja muy mal parado hasta al propio Presidente de la República, que afirmó que el gobierno no mintió cuando afirmó que no sabían de Marset al tiempo de la interpelación.

Algo que lo compromete bastante pues seguramente sea uno de los que también sabía muy bien quien era y desde mucho antes que los uruguayos nos enteráramos de la existencia de Sebastián Marset. No podemos olvidarnos de su pasada por Dubai, escenario de todo este entuerto, por donde estuvo una delegación uruguaya encabezada por el propio Lacalle Pou.

Tampoco podemos olvidarnos de Astesiano y el episodio de los 450 kg de pescado congelado que viajaron por valija diplomática desde aquella latitud. Las mentiras piden espacio para salir en una gestión que se ha plagado de interlocutores mitómanos in extremis. ¿O acaso podemos olvidarnos del ex Director de Convivencia, que nos mentía regularmente por TV con cifras de delitos y otras cuestiones que lo llevaron a la destitución?

Este gobierno arrancó mintiendo desde mucho antes de asumir, cuando prometió que se había acabado la suba de impuestos y de combustibles e hizo todo lo contrario.

Mintió cuando prometió los mejores cinco años de nuestras vidas y ya empezamos a transitar el cuarto sin que se aprecie ninguna mejoría sino todo lo contrario.

Mintió cuando anunció que se terminaba el recreo para la delincuencia y hoy sufrimos un aumento sostenido de la violencia que se traduce en homicidios y rapiñas violentas por más que argumenten lo contrario en base a cifras que ya nadie les cree. El efecto inmediato de hablar con la mentira es el descreimiento, la desconfianza, ese sentimiento de incredulidad a la voz oficial ante una realidad que se encarga de desmentirlos sin pudor.

Cuando hablan las víctimas es imposible rebatir la verdad y ese escenario es al que se enfrenta este y cualquier gobierno. Es hora de hablar en serio y con la verdad, porque aquello que cantaba Divididos no puede ser una forma de gestionar nada. Mucho menos la gestión pública…

el hombre gritó penal,

el perro esperaba el VAR…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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