Por Rony Corbo
16.5 millones de personas fueron llamadas a votar en 4,820 municipios para esta segunda vuelta de las elecciones municipales en Francia, organizada tres meses después de la primera, con precauciones de salud excepcionales debido a la epidemia de coronavirus.
Esta es la primera elección a gran escala que se hace en el mundo occidental luego de la pandemia, con una crisis económica y social de grandes dimensiones. Quizás esta incidió en que la tasa de participación, que es históricamente baja, pero esta vez fue record histórico. La abstención ascendió a alrededor del 60% en la segunda ronda de este domingo.
En este contexto el Partido Europa Ecológica-Los Verdes (EELV) en alianza con el Partido Socialista y el Partido Comunista (en las grandes ciudades) ganó en Marsella (segunda ciudad del país), Lyon, Estrasburgo y Burdeos consolidándose como la primera fuerza política de Francia y convirtiéndose en una alternativa real de gobierno para las próximas elecciones presidenciales de 2022.
El viejo Partido Socialista renace tras el fracaso del nefasto mandato de François Hollande. Además de retener la capital Paris, ganó en Nantes, Rennes y Lille. También conquistó las alcaldías de Montpellier y Metz.
La Francia Insumisa, que encabeza Jean-Luc Mèlenchon no obtuvo ciudades importantes al no participar activamente en la alianza de los verdes y las izquierdas. Seguramente deberá revisar esto ya que su potencial político disminuyó y deberá reposicionarse para las presidenciales de 2022.
De esta manera las fuerzas progresistas dirigirán ocho de las diez principales ciudades de Francia.
El Partido Comunista Francés (PCF) ganó en más de 250 municipios, pero perdió la alcaldía de Saint-Denis conocida como la zona del «cinturón rojo» de Paris, en la cual gobernó por setenta y seis años consecutivos después del final de la segunda guerra mundial.
La derecha derrotada
Incapaz de desempeñar un papel relevante en las principales ciudades de Francia, Emanuelle Macron, actual presidente, es el principal derrotado. En las primeras elecciones municipales de su historia, la joven «República en Movimiento» no tuvo un buen desempeño, los macronistas no dirigirán ninguna de las ciudades de más de 100.000 habitantes. Esto puede traer aparejado cambios importantes en el gabinete francés.
Macron pagó un alto precio a la brutal reforma al sistema de pensiones –continuación, por cierto, de las políticas económicas neoliberales que se han venido aplicando en Francia desde las presidencias del derechista Nicolas Sarkozy y del socialista François Hollande– y a la insurgencia social protagonizada por el movimiento de los chalecos amarillos.
La extrema derecha, nucleada en Agrupación Nacional (AN, sucesora del racista y filofascista Frente Nacional (FN) fundado por Jean-Marie Le Pen) liderada por Marine Le Pen, solo ganó en Perpiñán, cerca de la frontera con España, con Louis Aliot, lo que es un dato preocupante, aunque su desempeño nacional disminuyó.
La unidad de las fuerzas progresistas
Para los comunistas la elección de la socialista Anne Hidalgo en Paris, es la mejor noticia, ya que integrarán su gabinete.
El PCF ha reconquistado una ciudad importante perdida en 2014 con la derecha: Bobigny. Los comunistas franceses mantienen otra ciudad importante a las puertas de la capital, Ivry-sur-Seine, donde el alcalde Philippe Bouyssou fue reelegido cómodamente con el 65.55% de los votos.
El objetivo del PCF en estos comicios era “reunir a todos aquellos que quieran fortalecer los valores de la izquierda y hacer de estas elecciones un paso importante para generar un impulso real, portador de un nuevo proyecto de izquierda para Francia”. “Desde esta perspectiva, es coherente afirmar que nuestra estrategia de un amplio encuentro hacia la izquierda en torno a políticas municipales ofensivas para la igualdad y la solidaridad dio resultado” dijo su secretario general, Fabien Roussel.
La clave de los buenos resultados de las fuerzas progresistas ha sido su capacidad para unirse con candidaturas comunes en las grandes ciudades. Esto demuestra una vez más la importancia estratégica de la unidad, que deberá conformarse hacia las elecciones presidenciales de 2022 para vencer al neoliberalismo en Francia. Está claro que una alianza a nivel nacional de todas las fuerzas progresistas será una tarea mucho más compleja, pero tendrá a los comunistas franceses trabajando por ese objetivo.
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