Este miércoles 7 de octubre, al cumplirse un año de la identificación de los restos encontrados en el Batallón 13 de Infantería como los de Eduardo Bleier, se realizó una movilización y un acto frente a dicho destacamento militar.
La convocatoria partió de la Comisión Sitio de la Memoria 300 Carlos-Infierno Grande, la denominación en clave y el nombre dado por las y los presos y la resistencia, al centro clandestino de detención y tortura más grande de la dictadura fascista. A ella se sumaron Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, el PIT-CNT, Crysol y varias organizaciones sociales.
En respuesta a esta convocatoria cientos de personas se concentraron frente al Museo de la Memoria, en la calle Instrucciones, a pocos metros de José Batlle y Ordóñez. Desde allí marcharon hasta el Batallón 13 de Infantería del Ejército, situado en la avenida Instrucciones a varias cuadras de José Batlle y Ordóñez, cercano a la Gruta de Lourdes.
Una gran pancarta con la leyenda “¿Dónde están?”, presidió la marcha. Decenas de jóvenes llevaron en sus manos los rostros de las y los desaparecidos.
El acto, breve y muy emotivo, se realizó frente al Batallón, en cuya fachada hay una Placa de la Memoria. En ese lugar, exactamente enfrente, la Comisión convocante está realizando un obra plástica, de grandes dimensiones, que recuerde el horror y la resistencia. Están participando varias y varias artistas plásticas, con la coordinación de Tania Astapenco.
En el acto hizo uso de la palabra el periodista y escritor Gerardo Bleier, hijo de Eduardo.
Demócrata y revolucionario
Transcribimos textualmente las palabras pronunciadas por Geardo Bleier, frente al lugar donde hace un año se identificaron los restos de su padre, desparecido durante más de 40 años.
“Al conmemorarse un año de la identificación de los restos de Eduardo Bleier, el demócrata revolucionario cuya eticidad recuperó la lucha.
El “iortzait”, es una conmemoración religiosa judía que se celebra al año de la muerte, se desenvuelve no como un mandamiento, sino como la descripción de un sentimiento instintivo de tristeza…
Aquí, al modo judeo bolchevique que le era propio, se trata de trocar tristeza por la celebración de una resurrección: la de su eticidad humanista radical sabiamente rebelde. Llevaba en sí el acumulado cultural de todas las revoluciones liberadoras…
El texto contiene, en la forma de un salmo, motivos del trovador canadiense Leonard Cohen: “El dolor no puede comprometer a esta luz. Labrada ella como dignidad de lo Justo. Ni a la ira o la tristeza de los días que regresan a ti…
En las manos que te recrean, en el tesón de los que te encontraron, que se alzan ante ti, desde el llanto que te fue llorado, y desde la franca risa que te fue recuperada
como lo más puro de ti: vitalidad que regenera vida. La iluminación de tus huesos,
la verdad la resurrección de tu espíritu, la generosidad: esa ética de la entrega desinteresada del tiempo propio para expandir la libertad y la igualdad como un bien común.
El dolor no puede comprometer a esta luz. Así tus pasos entre nosotros, el contenido de tu ser: La verdad fue, es y sigue siendo revolucionaria”.
“El amor es una responsabilidad”
A continuación, y para completar esta reflexión tan necesaria, y renovar el compromiso en la lucha por Verdad, Justicia y Nuca Más, publicamos el editorial de la edición 484 de EL POPULAR, escrito hace exactamente un año.
“Desde el lunes sabemos que es Eduardo Bleier, a quien la lucha de los Familiares de Desaparecidos, de todo el pueblo uruguayo y la labor abnegada del Grupo de Antropología Forense, recuperó en el Batallón 13 de Infantería.
Hace más de 40 años, Eduardo, le dijo a uno de sus hijos esta frase: “El amor es una responsabilidad”. Y precisamente por eso, por asumir el amor por la humanidad como una responsabilidad y organizar la lucha para hacerlo real, fue que los fascistas, en el marco de la dictadura y el terrorismo de Estado, lo secuestraron, lo torturaron, lo mataron y lo desaparecieron.
Eduardo era comunista, de la dirección del Partido Comunista, secretario de Finanzas y luego, en la clandestinidad, enfrentando a la dictadura, secretario de Propaganda, fue el responsable de la edición de los primeros números de “Carta”, denunciando los crímenes del fascismo y organizando la resistencia, la lucha por la libertad.
Eduardo era frenteamplista. Eduardo era judío. Eduardo era odontólogo. Eduardo era un apasionado de los libros, de la música. Eduardo, según cuenta su hijo, amaba la libertad, era un humanista radical y un antifascista, también radical, y despreciaba el egoísmo.
Eduardo era enormemente responsable, no había tarea que no asumiera con responsabilidad. Tanto que, como dijimos y vale reiterar, asumía hasta el amor con responsabilidad.
Eduardo tenía 47 años cuando fue secuestrado en la calle, el 29 de octubre de 1975, por un comando militar. Nos llevó 44 años recuperarlo. Casi el mismo tiempo que vivió. Eso es la impunidad.
Eduardo era casado, tenía 4 hijos. Rosa, su compañera de vida, lo buscó sin descanso, sus hijos e hijas también. Fueron desde el momento mismo del secuestro al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el siniestro ESMACO, al Hospital Militar; recorrieron cuarteles, fueron a la Justicia Militar, presentaron un recurso de Habeas Corpus ante la justicia civil en 1976; denunciaron su desaparición ante la OEA, la ONU, Amnistía Internacional, la Cruz Roja Internacional. La respuesta de la dictadura siempre fue la mentira. Incluso emitieron órdenes de detención, desde 1975 hasta 1984, sabiendo que lo habían matado.
Recuperada la democracia, su familia se presentó en la Comisión Investigadora del Parlamento, denunciaron, varios compañeros y compañeras de suplicio de Eduardo dieron su testimonio. Luego presentaron una denuncia penal. La Ley de Impunidad y la decisión de los sucesivos gobiernos de Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle de aplicarla al extremo de no cumplir ni siquiera su artículo 4, que hablaba de la búsqueda de los desaparecidos, les negaron la verdad y la justicia.
En el gobierno de Jorge Batlle se instaló la Comisión para la Paz, en ella y en informes posteriores, los militares fascistas, amparándose en el anonimato, ya no negaron la detención y desaparición de Bleier, pero volvieron a mentir. Dijeron que había sido sepultado en el Batallón 14, luego exhumado, cremado y sus cenizas esparcidas.
¿Entonces? Eduardo vuelve hoy, más que nunca, y nos ayuda a enfrentar la mentira y la impunidad. Durante 44 años, su familia, sus compañeros, los Familiares, el movimiento popular, su Partido, dijeron la verdad y los fascistas, los torturadores, los asesinos, mintieron siempre.
Pero es que no contaron con que, al igual que Eduardo, somos miles los que amamos con responsabilidad. Y no dejamos de buscarlo. No nos rendimos. Nunca. Y ahora sabemos que siempre estuvo ahí. Estos 44 años.
Y hay que decirlo sin vueltas, sin eufemismos: Cuánta cobardía, cuánta infamia, para prolongar 44 años el dolor, sabiendo que estaba ahí.
Eduardo fue secuestrado en el marco de la “Operación Morgan”. Una bestial operación de represión encabezada por el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas, el OCOA, la pata uruguaya del Cóndor y la Dirección Nacional de Información e Inteligencia de la Policía. Hubo detenciones y se torturó en 29 dependencias militares y policiales de todo el país. Participaron también los Fusileros Navales e inteligencia de la Fuerza Aérea, es decir, todo el aparato represivo. La “Operación Morgan” fue contra toda la resistencia clandestina, pero con especial saña contra el PCU y la UJC. La “Operación Morgan” tuvo como resultado 23 desaparecidos, entre ellos Eduardo Bleier, 16 muertos en tortura, un asesinato en Argentina, 6 muertes en prisión y tortura para miles de personas.
Por esa hazaña, el general Esteban Cristi, jefe de la División de Ejército 1 y el inspector Víctor Castiglioni, jefe de la DNII, felicitaron a quienes participaron. Lo hicieron por escrito, emitieron dos órdenes, el Comando de la Jefatura de Policía, el 26 de enero de 1976, felicitó a 8 funcionarios del Departamento Nº 5 de la DNII y el 12 de febrero, Cristi felicitó a 12 oficiales de las Fuerzas Armadas.
Hay que contar los detalles de la infamia, permitir que se materialice, que la asumamos colectivamente.
Eduardo fue salvajemente torturado, por comunista y por judío. Múltiples testimonios de sobrevivientes del horror cuentan que los torturadores le gritaban y lo insultaban por esas dos condiciones.
Rita Ibarburu, comunista, compañera de militancia y conocida de años de Eduardo, en un valiente testimonio en la Comisión Investigadora Parlamentaria, en 1985, señaló: “Él estaba a una distancia grande de mí; nos gritábamos. Las condiciones en que estábamos eran lamentables, desde luego; nos llevaban y nos traían de la tortura. No obstante, la palabra de Bleier siempre se oyó, y se oyó, pienso, con el propósito de levantar el ánimo de los que estaban en las mismas condiciones que él. Después lo vi. Estaba en un foso, con unos tablones por arriba, no se si en estado de inconsciencia, pero no hablaba, y nos obligaban a pasar por arriba de los tablones para ir al baño. Nosotros pisábamos ese cuerpo probablemente. Yo lo vi sacar del Blindados 13, el 12 de diciembre de 1975, con una máscara de oxígeno, lo que da la idea de las condiciones en que se encontraba. Después no lo vi más. A mí me sacaron del Blindado 13, el 25 de diciembre de 1976, es decir que estuve allí tres meses, y muchas veces le oí hablar”.
Eso hicieron los infames, los mentirosos, los cobardes.
Pero así como hay que develar los detalles de la infamia, hay que rescatar, hoy más que nunca, la dignidad de quienes resistieron. También allí, en esas circunstancias terribles, Eduardo asumió el amor con responsabilidad, y en medio del horror, intentó, junto a Rita y a muchos y muchas, llevar aliento, solidaridad, consuelo.
Ese era Eduardo, nuestro Eduardo, el que amó con responsabilidad.
La memoria es el presente del pasado, es lo que hacemos con él en el presente y cómo lo proyectamos al futuro.
Y la memoria colectiva de nuestro pueblo, esa que se construye cada día, en la práctica, tiene que guardar para repudiarla a la infamia, pero más tiene que guardar la dignidad, porque es desde allí que vamos a construir un futuro sin impunidad, y por eso de libertad e igualdad, de democracia plena, para todas y todos.
Hoy el equipo de Antropología Forense sigue excavando en el Batallón 13 de Infantería y ahora volverá a hacerlo en el Batallón 14 de Paracaidistas. Hoy el fiscal especializado en delitos de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, reabrió la causa de Eduardo Bleier.
Es que la verdad es una fuerza poderosa. Transforma. Impulsa. No para. Y tras la verdad hay que conquistar justicia.
A la familia de Eduardo, nuestra solidaridad y nuestro cariño. A las y los familiares de Desaparecidos, que aún buscan, que aún esperan, que aún luchan, nuestro compromiso. No están solos. Como tenemos memoria no habrá olvido, y como no habrá olvido, no habrá impunidad, vamos a tener verdad y justicia porque estamos, más que nunca, decididos a luchar por ellas.
Vamos a luchar por Nunca Más Terrorismo de Estado y también por Nunca Más una elite autoritaria asaltando el Estado para poner, con represión, el Uruguay entero al servicio de sus privilegios. Porque el fascismo fue eso, un proyecto reaccionario de país, concentrador de la riqueza, de pérdida de soberanía y sometimiento al imperialismo, no hay que olvidar que fueron EEUU y la CIA quienes entrenaron a los torturadores y los pertrecharon. El Nunca Más es todo eso.
Y a Eduardo, el abrazo, el cariño, las lágrimas, y también, el compromiso. ¿Cuál compromiso? El de luchar cada día para estar a la altura de tu ejemplo, el de asumir el compromiso histórico del hoy. Junto contigo, Eduardo, nos comprometemos a amar con responsabilidad. No pasarán”.