Espionaje al presidente del PIT-CNT, a liceales adolescentes y profesores, corrupción y crisis en la Policía, esa es una somera y acotada descripción de los graves hechos políticos que en estos últimos días han impactado en nuestra sociedad.
El gobierno está cada vez más empantanado en el barro del “caso Astesiano”. Las revelaciones, cada vez más graves, del accionar mafioso del ex jefe del Servicio de Seguridad Presidencial (SSP, y, a la vez, el manejo erróneo de la situación lo que expone a todo el gobierno, y en particular al Presidente de la República, a un desgaste de su imagen y credibilidad.
Se está revelando una práctica mafiosa, realizada en plena Presidencia de la República, con hechos muy graves, institucional y políticamente, y están haciendo todo mal como respuesta, cada vez menos gente les cree.
En diciembre ante las revelaciones de que el ex jefe del SSP, Alejandro Astesiano, había espiado con fines extorsivos a dos senadores del Frente Amplio y que había cobrado coimas de una empresa internacional para darle información sobre licitaciones públicas, le tomamos prestado el título de la obra a Florencio Sánchez y caracterizamos la situación del gobierno como de “Barranca Abajo”. Desde entonces ha continuado cayendo y chapotea sin estrategia clara, con enojo y desesperación, en el barro de las permanentes revelaciones, cada vez más graves. El resultado es el único posible: en lugar de salir a flote cada vez se hunde más.
Empecemos por los dos últimos hechos conocidos, al menos hasta escribir este editorial, a partir de notas en La Diaria revelando chats y audios. En primer lugar, el ex jefe del SSP, utilizando cámaras e información del Ministerio del Interior, espió al presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala el día que protagonizó un accidente, comunicó el espionaje que estaba haciendo al secretario privado del presidente, Nicolás Martínez. En segundo lugar, Astesiano recibió de un funcionario policial, que luego se supo que revistaba en el propio SSP, un pedido para que interviniera los teléfonos de alumnos, menores de edad, y docentes del Liceo 41, en el Cerrito de la Victoria. Ese funcionario le envió capturas de pantallas, números de celulares, luego de una pesquisa ilegal. El pedido fue motivado por el peligro de “influencia comunista”, por la “influencia” de docentes sindicalistas en adolescentes que, según el policía, por provenir de un asentamiento son “descerebrados”. La respuesta de Astesiano fue: “Doy la orden urgente”.
Son dos pruebas de espionaje, motivado, en ambos casos, por posturas ideológicas y políticas, que nada tienen que ver con la seguridad presidencial, ni con las atribuciones que para protegerla tenía Astesiano, de enorme gravedad.
El espionaje contra el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala y la promoción de acciones para perjudicarlo, catalogándolo como un “hijo de puta”, informando de todo esto además al secretario privado del Presidente, muestra un grado de impunidad enorme. El hecho ha sido repudiado por el PIT-CNT, FUCVAM, el Frente Amplio, el PCU, decenas de organizaciones sindicales del continente y el mundo.
El espionaje, la violación de la intimidad de docentes y de adolescentes menores de edad, es un hecho terrible. Nos retrotrae a épocas nefastas. Es intolerable que haya funcionarios policiales y dentro de ellos, alguien que fue nombrado Jefe del SSP, que consideren peligrosos a los jóvenes, más peligrosos si buscan organizarse y más peligrosos si son pobres. El repudio del PIT-CNT, de FENAPES, del Consejero Docente en el CODICEN, Julián Mazzoni y hasta del presidente del CODICEN, muestran la gravedad de lo denunciado.
Estas dos nuevas revelaciones le dan mayor veracidad al pedido de espionaje sobre dos senadores frenteamplistas denunciado el año pasado.
Pero, siendo esto tan grave, no es todo. Este lunes, a través del órgano oficial del gobierno, su vocero más destacado, el diario El País, se anunció que sería cesada toda la cúpula de la Policía.
Efectivamente fueron relevados de sus cargos el director Nacional de Policía, Diego Fernández y el subdirector ejecutivo de la Policía, Jorge Berriel. Estos dos ceses se suman a la renuncia, el 6 de diciembre, de Héctor Ferreira, el otro subdirector de la Policía.
Por otra parte, Claudio Correa, jefe de la Dirección General de Información e Inteligencia, tuvo que tomar licencia y ahora, según fuentes que suelen estar muy bien informadas, evalúa pedir su retiro. También fue indagado, Henry de León, jefe de la Dirección General de Fiscalización de Empresas, cuyo caso fue el único que fue archivado hasta ahora.
¿Qué es lo que une a todos estos jerarcas policiales? Todos fueron mencionados o están implicados en los chats de Astesiano y están siendo indagados por la Justicia. El único que no está siendo indagado hasta ahora es Fernández.
Las distintas revelaciones que se van conociendo son tan graves e impactantes que es necesario recordar el todo, la trama completa, para dimensionar la gravedad de lo que está ocurriendo.
Lo revelado hasta ahora, determina que en Presidencia de la República funcionó una organización criminal, de alcance internacional, que integraba nada menos que el Jefe del SSP, Astesiano, conocido con el apodo de “el Fibra”. Esa organización, y “el Fibra” dentro de ella, falsificó pasaportes, dio información privilegiada sobre licitaciones millonarias, espió con fines extorsivos al menos a dos senadores de la República, cobro coimas, hizo pesquisas privadas, espío al presidente del PIT.CNT y a estudiantes y docentes de un liceo. Todo eso lo hizo amparado en las prerrogativas que le otorgaba un cargo público de máxima confianza al que fue nombrado a pesar de tener más de 30 antecedentes policiales, incluidos procesamientos. Utilizó oficinas de Presidencia de la República, de la residencia presidencial, computadoras, teléfonos, autos y presupuesto del Estado. Estas acciones mafiosas provocaron la remoción de toda la cúpula de la Policía.
Ante todo esto tan grave: ¿Cómo reacciona el gobierno? Continúa en una posición de negación de la realidad. Intenta quitarle entidad. Persiste en la mentira.
Cuando Astesiano fue detenido, Lacalle Pou descolocado lo calificó como un funcionario “ejemplar” al que le confiaba “lo más sagrado”, su familia, y dijo que no conocía los antecedentes penales que tenía. Es decir, mintió.
También mintieron en el Parlamento, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber; el prosecretario de la Presidencia, Rodrigo Ferrés y el Director de Inteligencia Estratégica, Alvaro Garcé, cuando negaron que Astesiano fuera jefe del SSP y que tuviera acceso a información del Ministerio del Interior.
En lugar de corregir esa actitud insisten en la negación. El ministro Heber y el secretario general de la Presidencia, Alvaro Delgado, dijeron que la remoción de la cúpula de la Policía, no tiene nada que ver con el caso Astesiano. ¿Realmente esperan que alguien les crea?
Heber fue más lejos aún, dijo que tampoco tenía nada que ver con el aumento de los homicidios, que cambiaba a todos los jerarcas policiales por el “éxito” que habían tenido.
Pero el que se robó todos los boletos de negación fue el presidente Lacalle Pou. Interrogado sobre el tema en su visita a Treinta y Tres, contestó evidentemente molesto: “Sigan con Astesiano después hablamos de lo importante”.
Luego dijo que “dos medios de prensa (en referencia a La Diaria y TV Ciudad) tienen información que alguien les da, entonces semanalmente publican y todos bailamos al ritmo de la música que ponen estos dos medios de prensa, que tienen una orientación política”.
Defendió a su secretario privado casi con los mismos argumentos que usó con Astesiano al principio de todo este escándalo: “Yo lo respaldo, primero porque es una persona de bien. Segundo porque es un funcionario público de primer nivel y obviamente que si lo tengo hace tantos años al lado, casi como un hermano, es porque confío plenamente en él”.
Lacalle Pou, al que parece que le está fallando el coaching, terminó con una afirmación desconcertante, por el nivel de negación de la realidad y de alienación que deja expuestas: “¿En qué me involucra a mí? ¿Cuál es el nexo con quien habla?».
El jefe del SSP, designado por el presidente, integra una operativa mafiosa, da pasaportes falsos, cobra coimas, espía senadores, al presidente de la central sindical, a estudiantes y a docentes, tienen que cesar a toda la cúpula de la Policía y nada de eso, según el presidente, lo involucra a él.
Es imprescindible que el presidente de la República, el ministro del Interior, el Secretario de Inteligencia Estratégica, asuman públicamente su responsabilidad. Que dejen de mentir. Es necesario que garanticen que estas prácticas nefastas para la democracia no se siguen llevando adelante. Con menos no alcanza.