Los presidentes de China e Irán, durante la visita del primero a Teherán.

«El Pacto del León y el Dragón»

Por Rony Corbo

«Ni Occidente ni Oriente» era el lema iraní en el manejo de su política exterior de no alineamiento con las grandes potencias característico de sus últimos gobiernos.

La retirada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, del acuerdo nuclear con Irán en 2018 (por pedido de Israel) y la posterior introducción de la política de máxima presión a través del bloqueo y el embargo a ese país, sumado al asesinato del general Soleimani, no dejó más opción a la teocracia chií iraní que acelerar su pacto estratégico con China.

Donald Trump puso paños fríos esta semana al posible acuerdo de Irán y China y dijo que en caso de ser reelecto la primera acción internacional será una conversación con Irán. Parece ser que ya es tarde y China con el apoyo de Rusia infringen una significativa derrota a Estados Unidos e Israel en una región clave del mundo.

Los lazos diplomáticos entre estos dos países se establecieron en 1971 y, a lo largo de los años, la demanda de energía de China no paró de crecer. En 2016, Xi Jinping realizó una visita de estado a Irán donde los dos países acordaron aumentar sus relaciones comerciales a $ 600 mil millones de dólares (aunque no será en esa moneda las transacciones) en los próximos 10 años. Se firmaron un total de 17 acuerdos, incluido uno relacionado con el programa nuclear de Irán. Los chinos ayudarán a conectar Teherán con Mashhad a través de una red de alta velocidad ferroviaria enmarcada en la “Nueva ruta de la Seda”.

En el plano militar Irán-China y Rusia realizaron por primera vez ejercicios conjuntos el año pasado en el Océano Índico y el Golfo de Omán.

Acuerdo estratégico Irán – China

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, anunció a principios de julio que China e Irán estaban en el proceso de negociar un acuerdo estratégico de 25 años, con el objetivo de trabajar juntos más estrechamente en las próximas décadas.

Documentos “filtrados” a la prensa internacional establecen que Beijing prevé inversiones de 400.000 millones de dólares con Irán. Además de las inversiones masivas en infraestructura, el acuerdo prevé una cooperación más estrecha en el intercambio militar.

El acuerdo con Irán aumentaría las inversiones chinas en la infraestructura de banca, telecomunicaciones y transporte iraní, incluidos aeropuertos, ferrocarriles y zonas de libre comercio. China también está considerando un papel central en el ciberespacio de Irán con el país ofreciendo «un mayor control sobre lo que circula». El posible acuerdo también amplía una serie de posibles proyectos de cooperación en defensa y subraya un mayor intercambio de inteligencia.

Las reservas de hidrocarburos de Irán son de las más grandes del mundo. Irán es uno de los cinco principales productores de gas natural del mundo y tiene el 15% de las reservas petroleras mundiales.

De cristalizarse este acuerdo la República Popular China obtendría una influencia de primer orden en esta región geopolíticamente determinante. Irán tiene 15 fronteras: siete terrestres —Afganistán, Armenia, Azerbaiyán, Irak, Pakistán, Turquía y Turkmenistán—; dos en el mar Caspio: Rusia y Kazajistán; y sus límites marítimos en el golfo Pérsico con las seis petromonarquías árabes —Kuwait, Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Omán— lo que arroja un total de 15 fronteras iraníes que compartirán un espacio común con las 15 fronteras de China.

Rusia mueve sus fichas

El respaldo de Rusia a Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU y su participación en el océano Índico, en sus ejercicios navales con Irán y China, es de alto impacto geoestratégico. Con la invasión a Siria los lazos entre Rusia e Irán se han solidificado en estos años.

A esto se suman los acuerdos que se estarían cristalizando entre las empresas rusas e iraníes en áreas claves de la economía de ambos países.

Por otra parte Vladimir Putin proyectó a un aliado de primer orden, a Siria, como parte del acuerdo. Siria sufrió mucho por las décadas de guerra y quiere iniciar las actividades de reconstrucción en su país. Irán, Rusia y China se identificaron como aliados de Siria. Ahora proponen un nexo estratégico entre Irán y Siria.

Para el proceso de reconstrucción, China está ayudando a Siria desde el puerto de Trípoli al establecerlo como una base logística para el proceso de reconstrucción. China quería vincular este puerto con la “estrategia de los cuatro mares” de Siria y conectar el proyecto BRI con el área del Mediterráneo oriental. Este estaría conformado por Irán, Irak, Turquía y Siria (también incluía Líbano) que dará forma a un nuevo bloque de naciones en la región. Este plan incluye los cuatro mares de la región desde el Mediterráneo, el Caspio, el Mar Negro y el Golfo Pérsico, lo que facilita a China y Rusia el dominio de esta zona mundial desplazando a EEUU e Israel.

La “explosión” del puerto de Líbano

Y aquí entra el Líbano y la explosión en el puerto. En un documento del Partido Republicano de EEUU se detalla la posición de la elite libanesa de nacionalidad también norteamericana. Este grupo americano-libanés –citado en el propio documento- manifiesta que “la estabilidad del Líbano, en la medida en que significa la estabilidad del orden iraní y de Hezbolà conlleva el establecimiento de base de misiles en territorio libanés, no es, de hecho, en interés de EEUU”. Dicho más sucintamente: a Washington le interesa la inestabilidad en Líbano.

Este grupo propone además expresamente que se prohíba el rescate de Líbano por el Fondo Monetario Internacional ante la catástrofe del puerto. Se busca con ello empujar a Líbano a una situación de guerra civil con el fin de desarticular la influencia ascendiente de Hezbolà que fue apoyada desde su creación por Irán. Asimismo, Hezbolà ha sido una gran aliada de las fuerzas gubernamentales en la guerra en Siria y desempeña un papel relevante en la lucha contra el Estado Islámico en la región.

“Casualmente” la explosión del puerto de Líbano y la caída del gobierno que Hezbolà integra se produce cuando se confirma el acuerdo entre China e Irán con un interés específico de EEUU e Israel de que Líbano no se sumara a la alianza de naciones que China y Rusia impulsan.

La zona portuaria de Beirut adquiere especial importancia en el proyecto de la nueva Ruta de la Seda del gigante asiático, debido a su posición geográfica y China ya anunció su intención en colaborar en la reconstrucción de Líbano.

Esta región clave de Oriente Medio será una de las disputas centrales del nuevo mundo multipolar que definitivamente ya se consagró.

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