Por Rony Corbo
Convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) y apoyada por las principales organizaciones sociales que conforman el “Pacto de Unidad”, se profundiza la Huelga General por tiempo indefinido en Bolivia, exigiendo al gobierno dictatorial que las elecciones nacionales se convoquen para el 6 de septiembre próximo.
El gobierno de facto de Yanine Añez quiere postergar por cuarta vez las elecciones, con la excusa del coronavirus, ya que todas las encuestadoras dan al Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales (proscripto de participar) y su candidato Luis Arce como ganadores en primera vuelta.
Esta semana comenzó el bloqueo de caminos en todo el territorio boliviano, la medida es impulsada por las organizaciones sociales más representativas. La COB, la CUB (estudiantes) y el movimiento indígena tomaron las principales rutas nacionales siendo reprimidos violentamente por la policía y los militares.
Las movilizaciones siguen con especial fuerza en El Alto, Tarija, Pando, Beni, Santa Cruz y Cochabamba. En todo el territorio boliviano comienzan caminatas que cortan las carreteras rumbo a La Paz con un solo objetivo: defender la democracia y asegurar que se realicen las elecciones. La Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) reportó 77 bloqueos en carreteras de todo el país,
Ahora la Fiscalía denuncia al MAS y al candidato Luis Arce de provocar los hechos. Ya lo habíamos advertido desde EL POPULAR, cuando el imperialismo y las oligarquías locales dan un golpe no van a permitir la reinstauración democrática, salvo que su candidato sea el ganador. De lo contrario y por cualquier medio mantendrán el poder, salvo que el pueblo movilizado gane la pulseada. Eso es justamente lo que está pasando en Bolivia.
Bolivia: Un golpe de manual
Como la mayoría de los golpes de estado propiciados por Estados Unidos en la región en Bolivia hay un guion que se repite. Primeramente se visualizan a nivel local por la embajada norteamericana los grupos encargados de generar la desestabilización.
Luego participa la OEA y su secretario general, el “Topo” Luis Almagro, generando los escenarios para la salida de los gobiernos “no alineados” a los Estados Unidos y las condiciones para establecer “a los amigos en el gobierno”.
«Gracias a Dios, ha permitido que la Biblia vuelva a entrar a Palacio. Qué él nos bendiga y nos ilumine», decía Yeanine Añez al ingresar al Palacio Presidencial y consumar el golpe contra Evo Morales. El objetivo de los Estados Unidos y el papel de la OEA se habían cristalizado a la perfección.
Como en otros países de la región, el importante apoyo de las iglesias evangélicas y sus disciplinados militantes, más su influencia en los medios de comunicación con los programas nocturnos de su amplia red de radios y televisoras, fue determinante. Esto acompañado con el apoyo de las fuerzas armadas y la policía y en algunos lugares como Santa Cruz o Cochabamba de grupos paramilitares de índole fascista.
Una vez consumado el golpe, los Estados Unidos, en la figura de su presidente Donald Trump, avalan y reconocen el nuevo gobierno, seguidos a coro por el conjunto de los gobiernos cipayos de la región nucleados en el Grupo de Lima.
La tarea del nuevo gobierno es sencilla: Instaurar un régimen neoliberal a ultranza, alineado automáticamente a los Estados Unidos, privatizador de las empresas estratégicas de los estados a manos de las trasnacionales estadounidenses, disciplinando y reprimiendo a los sectores sociales que se manifiesten en contra.
Por supuesto que una vez cumplido el golpe no hay marcha atrás y el acto siguiente es el encarcelamiento o el exilio de los líderes con más posibilidades de ganar: Valga el ejemplo de la situación de expresidentes como Lula, injustamente preso en una maniobra que cada vez queda más expuesta públicamente, o Rafael Correa y Evo Morales inhabilitados y en el exilio. Si esto no fuera suficiente, es decir, sin con proscribir y perseguir a las figuras más representativas no alcanza, se procede a la proscripción directa de los partidos políticos populares, como en Ecuador; para ello hay que tener la justicia controlada.
El desconocimiento inmediato a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y acusarlos de “dictadura” es la parte más risible de las obligaciones de los nuevos “títeres”. Mike Pompeo, el ex jefe de la CIA instalado por Trump como Secretario de Estado, acusa de dictaduras a Cuba, Venezuela y Nicaragua y saluda el gobierno de Yeanine Añez. De paso felicita a Almagro por «impulsar una nueva ola de gobiernos que piensan en la libertad en todo el hemisferio occidental». Es la doctrina Goebbels en estado puro. Repetir, repetir y repetir una mentira hasta que se torna verdad, amplificada por la maquinaria mediática imperial.
Así, George Orwell escribía, refiriéndose a la política del imperio británico: “El lenguaje político del imperio británico tiene como objetivo hacer que las mentiras suenen verdaderas…”. Por supuesto que lo de Orwell es perfectamente aplicable al imperialismo norteamericano.
La movilización popular se fortalece
La COB, mediante un instructivo, convocó a sus afiliados y a las organizaciones sociales, incluido el movimiento indígena, nucleado en la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y la Federación de Juntas Vecinales ( FEJUVEs ), a tomar las rutas de Bolivia. Apenas se confirmaron las medidas de presión el gobierno respondió con el anuncio de procesos penales en contra del máximo ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi, y contra el candidato a presidente del MAS, Luis Arce.
Las organizaciones sociales denunciaron que en Santa Cruz, y otros puntos de Bolivia, grupos paramilitares disparan a matar a los manifestantes. Estas organizaciones fascistas apoyan la candidatura de Luis Fernando “El Macho” Camacho, líder de la organización clasista y racista de Santa Cruz, figura central del golpe de Estado, quien dijo que movilizaría sus grupos para enfrentar los revoltosos.
En Cochabamba la Resistencia Juvenil Cochala (RJC) -grupo paramilitar fascista – ha desalojado distintos cortes de carreteras de forma armada, inclusive en algunos casos conjuntamente con las fuerzas policiales.
Es una vez más la lucha de clases en toda su intensidad, con los trabajadores y el movimiento indígena como grandes protagonistas. Es otra vez el pueblo a las calles en defensa de la democracia, contra el mismo imperialismo de siempre y las mismas oligarquías locales aliadas, que una vez más sustentan una dictadura en nuestro continente, regando de sangre indígena y obrera el territorio latinoamericano.
Son los eslabones más débiles de la cadena imperialista, que describía Rodney Arismendi en “Problemas de la Revolución Continental”, que se tensan y crujen, allí donde la represión y la explotación son más brutales. Es el pueblo que vivió los mejores 15 años de gobierno de su historia, con uno de los suyos, Evo Morales, el primer presidente indígena de la América Nuestra, al que salieron a defender cuando el golpe y él -para evitar un baño de sangre- llamó a la calma.
Casi un año después, ese mismo pueblo se levanta para echar a andar su propia historia, 500 años negada por los “malinches” de siempre. “Oh, maldición de malinche, enfermedad del presente, ¿cuándo dejarás mi tierra?, ¿cuándo harás libre a mi gente?”.