Desde diciembre de 2016, se instaló en el discurso político de los funcionarios estadounidenses, lo que se califica como “la narrativa antirusa”.
Las acusaciones contra el país europeo se centraron, básicamente, en un relato que los presentaba como accionando contra los procesos electorales de Estados Unidos.
A casi 5 años de este accionar, el embajador ruso en Estados Unidos ha afirmado, según consigna Rusia Today (RT) que «se desbarató el castillo de naipes de la injerencia rusa en las elecciones”, pero que, sin embargo “las sanciones se mantienen»
Fue justamente, esta narrativa antirrusa la que “fundamentó” una serie de medidas punitivas desarrolladas, desde 2016, por Estados Unidos contra funcionarios, diplomáticos y entidades rusas.
El embajador ruso a EE.UU., Anatoli Antónov, ha señalado que el derrumbe de las acusaciones y su carácter infundado, se verifica hoy toda vez que aparecen “nuevas personas que declaran lo contrario a lo que se afirmaba en 2016″, dijo el diplomático en una entrevista con el canal Soloviov Live de YouTube.
En contraposición a este “derrumbe”, Antonov recordó que «la política de sanciones no cambia (…) no se levantan las sanciones» y “los políticos tergiversan la información a su favor, hablando de la necesidad de imponer nuevas sanciones”.
Al describir el escenario de las acusaciones, RT, rememora que el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, había enviado “una carta a la Junta del Premio Pultizer en la que instó a revocar los galardones de 2018 otorgados a los diarios The Washington Post y The New York Times por su cobertura de la presunta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016”.
Dicha cobertura había sido calificada por Trump como «una farsa con motivaciones políticas que intentó hilar una falsa narrativa».
Rolando Arbesún