Este 20 de Mayo se realiza la 27 Marcha del Silencio. Hace más de un cuarto de siglo ya que las y los uruguayos, respondiendo a la convocatoria de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, hemos transformado ese día en fecha patria. Y no en cualquier fecha patria. En una fecha patria decidida, defendida y protagonizada por el pueblo.
El 20 de mayo, como fecha, tiene connotaciones profundas. Un 20 de mayo de 1976 la dictadura fascista uruguaya cometió cinco crímenes brutales para enviar un mensaje terrible de miedo y horror. Ese día, en el marco de la colaboración criminal y terrorista del Plan Cóndor, fueron secuestrados y asesinados Héctor Gutiérrez Ruiz, diputado del Partido Nacional y presidente de la Cámara de Diputados; Zelmar Michelini, senador del Frente Amplio; William Whitelaw y Rosario Barredo, militantes del MLN y fue secuestrado y permanece desaparecido hasta hoy, el doctor Manuel Liberoff, militante del PCU.
Al cumplirse 20 años de esos crímenes atroces, y cuando en Uruguay campeaba la impunidad, tras la derrota del Voto Verde en el referéndum contra la Ley de Caducidad, en 1996 se convocó a una marcha, en repudio a los crímenes y en solidaridad con Madres y Familiares de Desaparecidos.
Fue una respuesta de unidad y de compromiso, en defensa de la democracia, contra la impunidad y por verdad y justicia.
Ha transcurrido más de un cuarto de siglo y el 20 de mayo, la Marcha del Silencio, han adquirido características propias, porque el pueblo hizo suya la fecha.
Es un día de construcción colectiva de memoria histórica. Expresa un salto en calidad en la lucha contra la impunidad. Sintetizó y sintetiza todas las luchas y las eleva a un plano superior por el grado de unidad y el protagonismo de cientos de miles.
La Marcha del Silencio, su concepción, su convocatoria, fue un gran acierto de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, como también lo fue, y hay que reconocerlo a texto expreso, la consigna de “Todos somos familiares”. Ambas iniciativas unificaron la lucha contra la impunidad y le permitieron una nueva dimensión masiva.
La lucha contra la impunidad, contra las desapariciones forzadas y contra los crímenes de lesa humanidad de la dictadura fascista, es de raigambre profundamente democrática. La impunidad se sustenta en el miedo y el ocultamiento, es el lado oscuro del poder, envenena a la sociedad y a la democracia. La respuesta a la impunidad son la verdad, la igualdad ante la ley, la vigencia plena de la libertad y de la democracia.
Hay una dimensión ética en la lucha contra la impunidad que no puede ser obviada. Los dictadores, los terroristas de Estado y sus cómplices, han mentido durante más de 50 años. Ni una sola de sus versiones sobre los crímenes ha soportado el peso de la verdad. Y quienes combatimos la impunidad y reclamamos verdad y justicia hemos dicho la verdad, asumiendo todas las consecuencias por hacerlo, durante 50 años. No puede dar lo mismo decir la verdad que mentir y seguir mintiendo. Una sociedad que tolera eso y lo normaliza, es una sociedad enferma.
Siempre fue y será válido defender la verdad y la justicia contra la impunidad, pero hoy, cuando desde el poder se desata una ofensiva para reinstalar el revisionismo histórico, la conocida y nefasta teoría de los dos demonios, para seguir ocultando, para seguir mintiendo, lo es más.
Hay que recordar, para quienes desde un discurso de odio atacan la lucha contra la impunidad, hablan de conspiraciones y se escudan en la defensa de supuestas “tradiciones nacionales” contra ideologías extrañas, que la lucha contra la impunidad hace a la identidad de nuestra nación y tiene profundas raíces artiguistas. Artigas, Protector de los Pueblos Libres, jefe de una revolución libertadora que enfrentaba el poder, repudiaba la impunidad. “He dado las mayores pruebas de mi odio al crimen y jamás me perdonaría dejar impunes esas atrocidades si fueran cometidas por los que se hallan a mis órdenes”, escribió José Artigas, desde el cuartel general de Salto Chico, el 25 de diciembre de 1811. Conviene recordarlo este 20 de mayo, que no mientan también en eso, Artigas marcha en las calles con su pueblo, no lo pueden encerrar en ningún otro sitio.
La lucha contra la impunidad tiene varias dimensiones, institucional, jurídica, política, ideológica, en todas ellas se ha avanzado, pero falta mucho. Sigue sobrando impunidad y faltando verdad y justicia. Pero las dimensiones en las que más hemos avanzado más son la humana y la de la conciencia social. Hoy somos muchos más, infinitamente más que hace 26 años, las y los uruguayos que nos comprometemos, marchamos, sembramos margaritas, colgamos balconeras, pintamos muros, hacemos charlas. Trabajadores, estudiantes, cooperativistas, periodistas, artistas, jugadores y jugadoras de fútbol y básquetbol, son inmensas la profundidad y la amplitud del compromiso.
El 20 de mayo también es un acto de humanidad colectivo, para abrazar la dignidad de Madres y Familiares y decirles, una vez más, que no están solas y solos. Que somos cientos de miles los que con ellos sostenemos las fotos queridas y las banderas. Que no nos vamos a rendir, que vamos a seguir preguntando: ¿Dónde están? En nuestro 20 de mayo, nuestra fecha patria.