Después de una intensa discusión, tanto en Diputados como en el Senado, los partidos de la coalición de derecha en el gobierno, aprobaron la Rendición de Cuentas, consolidando el ajuste fiscal neoliberal, generando más desigualdad y mayor concentración de la riqueza y el poder.
Eso fue lo que pasó, aunque los voceros de la derecha desaten en los medios de comunicación y en las redes sociales un verdadero tsunami de subterfugios, medias verdades y directamente mentiras escandalosas, cuyo robusto conjunto ahora se llama pudorosamente “relato”, para instalar dos falsedades: que el recorte bestial implementado en realidad es un ahorro del que hay que estar orgullosos y que lo malo que pueda contener es por la “grave” situación en la que dejaron al país los gobiernos del Frente Amplio.
Es necesario reiterar, parar ver toda la cancha, que en Uruguay está en marcha una restauración conservadora, que para aplicarla se ha concentrado el poder de los empresarios del agronegocio, la especulación financiera e inmobiliaria, las grandes industrias y los medios de comunicación, aunado a la coalición penta partidaria, con la administración del Estado. Esa restauración tiene como elemento central un ajuste, que es mucho más que fiscal. Para ello tienen algunos instrumentos privilegiados: la Ley de Urgente Consideración (LUC), la política salarial y el Presupuesto y las Rendiciones de Cuentas. A esta tríada hay que sumar el impacto de la gestión cotidiana del gobierno y la aplicación en la práctica del ajuste por los grandes empresarios, de los cuales el gobierno es expresión política.
La conjunción de todo eso ha provocado que en poco más de un año y medio de gobierno de derecha el Uruguay sea menos libre y más desigual, es decir menos democrático. Eso no es solo por la pandemia, cuyo impacto nadie niega, es por la implementación de un ajuste neoliberal en medio de la pandemia e incluso aprovechando la pandemia.
Hay una política económica y una orientación general de gobierno que produce más desigualdad, porque para eso está hecha. El presidente de la Asociación Rural lo celebró en la Expo Prado, dijo sin pelos en la lengua que la “desigualdad es natural”. Con menos desparpajo lo dijo el propio presidente de la República, en una de sus inspiradoras cadenas nacionales de pandemia: hay que cuidar a los “malla oro”, para eso él iba a mover toda las “perillas” que fueran necesarias.
Hay que exigirles que dejen la sanata y se hagan cargo, como prometieron. Como repitió el presidente, con gesto de estatua de plaza de Pocitos, una y otra vez en televisión. Bien, que lo cumplan, al menos eso. Que se hagan cargo del ajuste que están aplicando.
Están incumpliendo todas las promesas electorales: dijeron que iban a bajar 900 millones dólares del Presupuesto sin bajar salarios ni jubilaciones, sin recortar políticas sociales, bajando las tarifas públicas y sin aumentar impuestos.
Pues bien, mintieron en todo. Redujeron 309 millones de dólares; bajaron los salarios y las jubilaciones; aumentaron las tarifas públicas a niveles récord, por encima de los salarios, obviamente, pero también por encima del IPC; y aumentaron los impuestos, para la inmensa mayoría de las y los uruguayos, claro, para los “malla oro” no.
Hay recortes brutales en educación, salud, vivienda, políticas sociales, ciencia y tecnología y particularmente en el Instituto Nacional de Colonización.
Eso genera graves consecuencias, por ejemplo, este año se construyeron la mitad de las viviendas en el Plan Juntos y para pasivos, también bajaron los préstamos y subsidios y las garantías de alquileres. Pasamos de entregar 8.296 becas en 2019 en el Programa Uruguay Estudia, a 0 becas en el 2021. ¿Alguien puede sostener seriamente que eso es eficiencia y ahorro? Eso, lo que es, es un brutal ajuste, se parece más a la motosierra, que orgulloso prometía Lacalle Herrera, el papá del actual presidente, que va a encabezar la campaña blanca para defender la LUC, que a la ascética calculadora y las simpáticas láminas que nos quiere mostrar la cruzada neoliberal Azucena Arbeleche.
Es altamente cuestionable que en medio de una de las crisis económicas y sociales más graves de la historia la respuesta sea “ahorrar”, en realidad recortar.
Según un informe de la CEPAL, en 2021 el grupo de economías desarrolladas crecería un 5,5%. Dentro del grupo de economías emergentes —que crecerían un 6,2% este año— destacan China, con un 8,4% y la India con 9,2%. Para 2022 se espera que la economía mundial crezca un 4,5%, las
economías desarrolladas crecerían un 4,2%. Según CEPAL, este crecimiento, más allá de las mejoras en las condiciones de salud, refleja los enormes esfuerzos fiscales que se realizaron en 2020 y el mantenimiento de estos estímulos en 2021. En 2020 las economías avanzadas movilizaron 6,3 billones de dólares en medidas destinadas a gastos y alivio tributario y 5,2 billones de dólares en instrumentos de liquidez, cifras que equivalían a un 12,7% y un 11,3% del PIB, en promedio, para paliar los efectos económicos y sociales de la pandemia.
Hay que avisarle a Lacalle Pou y sus asesores, antes que pase más vergüenza por festejar, que él, que es más vivo que todos, está “ahorrando”.
Bueno, siendo estrictos, también habría que avisarle que acaba de ganar el Premio Nóbel un economista que demostró que es falso que subir el salario mínimo genere desempleo. Pero claro, qué sabrá ese tipo, acá el gobierno de derecha sigue entusiastamente bajando sueldos.
Pero, reiteramos, lo que más importa, es que hay miles de uruguayas y uruguayos enfrentando el hambre con la solidaridad organizada de las ollas populares, que hay 100 mil pobres más, que aumentó el número de trabajadores que aun estando ocupados viven bajo la línea de pobreza y también aumentó el número de trabajadores que no llega a ganar el Salario Mínimo. Lo cierto es que el Instituto Nacional de Colonización no compró ni una hectárea en lo que va de este gobierno. Y todo eso pasa mientras sectores como la soja, la carne, los alimentos, los plásticos y los bancos, crecieron a pesar de la pandemia, crecieron con menos horas trabajadas, a pesar de eso el gobierno plantea bajar los salarios y vota en el 85% de las mesas de los Consejos de Salario con los empresarios. El mismo gobierno autoriza a 300 empresas a no pagar salario vacacional ni aguinaldo y le baja el impuesto al Patrimonio a los que tienen más de 2 mil hectáreas. Todo esto ocurre mientras se van más de 3.000 millones de dólares a cuentas en el exterior.
Y hay respuesta popular organizada, por eso se juntaron 800 mil firmas. Por eso el 15 de setiembre vinieron trabajadores rurales, aspirantes y colonos a manifestar junto al PIT-CNT. Por eso volvieron y acamparon frente al Parlamento en Fogones Artiguistas. Por eso 5.000 obreros en asamblea con el SUNCA defendieron el trabajo nacional ante una trasnacional. Mientras el gobierno ataca los paros, defiende cualquier conducta empresarial, sea la que sea y sigue en su mantra ideológico fanático de concebir el privilegio como naturaleza social.
Por eso decimos que es una política de recortes y de ajuste, que genera desigualdad. Por eso decimos que es una política anti popular.
No se trata de relatos. Se trata de hechos. Que quienes están en el gobierno empiecen a cumplir, aunque sea una cosa de las que prometieron: Háganse cargo.