Israel: ¿ataque sorpresa?

Leopold Vasilli Rodríguez

Durante las primeras horas del sábado 7 de octubre, el mundo se levantó conmocionado con las noticias del masivo ataque perpetrado por Hamas contra Israel, que dejaron el lamentable y doloroso saldo de más de 1000 israelíes muertos, y cerca de 900 palestinos fallecidos como resultado de la réplica de Israel sobre Gaza, con miles de heridos en la zona de conflicto. 

Junto con la noticia de los bombardeos, se fue colando, con gran intensidad y persistencia, la idea de que dichos ataques habían tomado por sorpresa a la defensa israelí. Algunos elementos que se colocarán en la presente nota, pretenden al menos, polemizar con el relato de la “sorpresa”. 

El conflicto palestino-israelí es un conflicto de larga data, se ha extendido desde 1948 por más de 75 años. A lo largo de estos años, se pueden contar por decenas las incorporaciones de avances tecnológicos de Israel para mantener el control en la zona y evitar o neutralizar ataques a su territorio. De hecho, el estado de Israel es uno de los principales proveedores de tecnología militar a nivel mundial, especialmente de aquella que es utilizada para el control y vigilancia, y también para el espionaje. Una de sus grandes innovaciones, creadas especialmente para evitar ataques desde Gaza, es el sistema de defensa aérea contra misiles, cohetes y demás proyectiles denominado Domo de Hierro. El mismo, jugó un destacado papel en la interceptación de los más de 3.000 cohetes lanzados por Hamas en poco más de 20 minutos durante la operación Al-Aqsa. Según estimaciones, el sistema de defensa aéreo habría interceptado más del 80% de los cohetes lanzados. 

Tampoco puede descartarse el poderío de Israel en cuanto a su comunidad de inteligencia. El Mossad y el Shabak son las principales agencias de inteligencia israelí y de las más prestigiosas del mundo. En particular la Agencia de Seguridad Israelí es la encargada de asegurar la defensa interior de Israel y es conocida como “el escudo invisible”. Un país que se encontraba en guerra, más allá de la declaración formal realizada por Netanyahu, con tropas desplegadas a lo largo de las fronteras para evitar ingresos a su territorio, tiene la obligación de producir inteligencia sobre sus enemigos y actualizar los reportes de contrainteligencia de manera sistemática y periódica. Es al menos llamativo que se les haya pasado por alto la planificación de un ataque tan masivo, donde se involucró la movilización de miles de combatientes en la Franja de Gaza, la incursión en territorio israelí y el traslado o movilización de entre 3.000 y 5.000 cohetes en un territorio que tiene 40 kilómetros de largo y 10 kilómetros de ancho. 

La tecnología con la que cuenta Israel sumada a la experticia de muchos de sus analistas, hace poco probable que la inteligencia israelí desconociera la planificación del ataque de Hamas o peor aún, que hubiera descartado la hipótesis de un eventual ataque e incursión territorial sobre Israel. 

A lo señalado, hay que agregarle que en las últimas horas fue difundida por Ynet -un importante portal de noticias de Israel- una interesante información que aumenta las sospechas.  La crónica señala que el ministro de inteligencia egipcio el general Abbas Kamel, le habría informado a Netanyahu que “algo inusual, una operación terrible” estaba próxima a desarrollarse en la Franja de Gaza. Pero esto que ya de por sí es preocupante, no es la única advertencia previa que se habría realizado. El experto israelí en contraterrorismo Yigal Carmon, quien fuera asesor de importantes funcionarios del gobierno, había publicado en agosto del 2023 reveladoras conclusiones al respecto. De acuerdo a The Jerusalem Post el experto indicó: “ha habido crecientes indicios de que podría estallar una guerra contra Israel en septiembre u octubre. El desencadenante puede ser un espiral de enfrentamientos violentos que provoquen muchas víctimas, o el uso de nuevas armas que provoquen muchas muertes del lado israelí”. 

La pregunta es por qué el gobierno de Israel hizo caso omiso a estas advertencias previas. Seguramente puedan surgir muchas hipótesis. Pero especialmente debe tenerse en cuenta que el gobierno de Netanyahu ha transitado durante el 2023 un año de enormes conflictos sociales y políticos en el país de gran impacto. El más paradigmático, tal vez, sea el vinculado a la reforma del poder judicial que generó movilizaciones y protestas con miles de manifestantes que salieron a las calles para oponerse a la iniciativa del gobierno. Los detractores señalaban que la reforma atacaba la independencia del poder judicial y erosionaba las garantías de los ciudadanos. El país estuvo paralizado durante días fruto de las movilizaciones y el conflicto se extendió por meses. La grave situación generó repercusiones políticas importantes, como el pedido de renuncia -que finalmente no se concretó- al ministro de defensa Yoav Gallant quien había expresado públicamente una posición contraria a la reforma promovida por Netanyahu. La crisis institucional motivó que miles de reservistas del ejército israelí se negaran a prestar servicios, algo inédito en la historia del país. 

No puede desconocerse, que el primer ministro de Israel gobierna con una coalición nacionalista y conservadora, teniendo en su seno una poderosa expresión de la ortodoxia judía de extrema derecha, que mantiene una posición fundamentalista respecto al conflicto con Palestina y la Franja de Gaza, es decir, sin dialogo y abiertamente de imposición. 

Todo este conglomerado de aspectos políticos y sociales, pueden servir para identificar a quienes les conviene la instalación de los ataques como “sorpresa”.  Esta noción viene como anillo al dedo para justificar la masacre, bombardear y agredir desde Israel en toda la Franja de Gaza sin distinguir la población civil, para lisa y llanamente barrer con los más de 2 millones de palestinos que viven en la zona de conflicto. Desde el gobierno de Israel es utilizada como oportunidad para reconstruir la “unidad nacional”, colocar nuevamente el enemigo a las afueras de las fronteras de Israel y correr los ejes de discusión interna. 

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