Entre los años 2018 y 2020 María Corina Machado promovió una campaña insólita para que en Venezuela se estacionaran tropas extranjeras y dieran un golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro, jornadas que un sector de la oposición prefiere olvidar por conveniencia política.
Pero la evidencia delata a la lideresa de Vente Venezuela. Sus alocuciones, peticiones públicas, alegatos y entrevistas a medios nacionales e internacionales son testimonio de que Machado presionó insistentemente a favor de una invasión militar internacional sobre Venezuela, basada en la manipulación de los derechos humanos y so pretexto de que el Gobierno Bolivariano era una organización criminal transfronteriza.
Lo curioso es que hostigó donde pudo apelando a la supuesta necesidad de dicha medida, sobre todo durante la era del «interinato» de Juan Guaidó, proyecto destituyente que apoyó al principio y del que luego se desvinculó y criticó por no haber logrado los objetivos que albergaba Estados Unidos.
Sin embargo, ya en 2018 había puesto los primeros cimientos de una narrativa que fue su principal motivación, la que dio rienda suelta hasta que se agotó por su propio peso, aun cuando estaba aupada por las amenazas del entonces presidente estadounidense, Donald Trump, quien había puesto «todas las opciones sobre la mesa» y compremetió su gobierno con la «máxima presión» que incluyó sanciones y bloqueo.
La hora de la R2P
Podemos repasar de manera cronológica el lenguaje usado por Machado para llamar a una intervención militar extranjera contra Venezuela. Para ello comenzamos el 10 de octubre de 2018, cuando la dirigente opositora invocó la R2P (Responsabilidad de Proteger) a la «comunidad internacional», un año luego de que se intentara publicitar la intervención internacional del país por parte de otros factores opositores en el marco de la revolución de color de 2017.
La R2P no es una doctrina consagrada de manera sólida en el Derecho Internacional. Se trata más bien de un corolario de principios emanado desde la doctrina de seguridad y de proyección de la hegemonía estadounidense, diluido en tratados y documentos surgidos de las instituciones internacionales, entre ellas el propio sistema de Naciones Unidas, para consagrar acciones de fuerza de la comunidad mundial ante eventualidades y crisis en un país determinado.
Dicha doctrina surgió a principios del siglo XXI como una nueva forma de encubrir intervenciones militares directas. La promoción de la idea se centró en las grandes potencias occidentales, y fue empleada como justificación para intervenir en Libia en 2011. En ese caso, la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad fue la primera en dar vía libre a la idea de la R2P, con lo que se constituyó como la expresión más lograda de los poderes atlantistas en este sentido. La intervención fue desastrosa para el país del norte africano.
Lo mismo sucedió con Kosovo en 1999, cuando la OTAN arrasó con la infraestructura y produjo miles de muertos civiles y militares; incluso bombardearon la embajada de China en Belgrado, hecho que resultó en el asesinato de tres ciudadanos chinos, en unos 15 más heridos y en grandes daños al edificio diplomático y otros aledaños.
Sabiendo de antemano las consecuencias de la R2P en otros países, y en respaldo a Machado, de la misma forma lo hizo el 16 de junio siguiente Corina Yoris, lo que confirma que la lógica de ese sector opositor solo concebía tal tipo de medida como única posibilidad para lograr sus cometidos políticos:
Corina Yoris@yorisvillasana «Es indispensable la ayuda internacional.Hay mucha gente padeciendo un infierno por la escasez de medicinas;la hiperinflación impide una alimentación adecuada. Veo horrorizada las imágenes de las llamadas «perreras».¡No entiendo las rasgaduras de vestimentas de algunas «personas»
La propuesta fue actualizada en 2019, con el «proyecto Guaidó» en pleno auge. El 12 de febrero Machado pidió a la Asamblea Nacional de 2015 que aprobara el ingreso de tropas extranjeras en suelo venezolano, en el marco de la luego célebre Batalla de los Puentes: «Hacemos un llamamiento a la Asamblea Nacional para que active el artículo 187 con el objetivo de autorizar el uso de una fuerza multinacional en caso de persistir las trabas para la distribución de la ayuda humanitaria».
Como parte de Soy Venezuela, coalición que reunía varios factores opositores nacionales e internacionales para lograr un «cambio de régimen», el 25 de febrero Machado pidió a Juan Guaidó que solicitara la R2P.
Con este recuento se hace evidente que para aquel sector político la R2P era una necesidad ante la adversidad del contexto donde se desenvolvía el país, teniendo en cuenta que el gobierno del presidente Maduro no cedió ante las exigencias de Estados Unidos y su delfín Guaidó.
Por ello la lideresa opositora volvió, el 11 de marzo, a pedir la intervención extranjera sobre su propio país: «Es hora de avanzar: la Asamblea Nacional debe activar el artículo 187.11 ya. La comunidad internacional debe asumir el principio de la ONU de la responsabilidad de proteger».
Posteriormente, en una entrevista para la Voz de América publicada el 3 de mayo, insistió en que «las democracias occidentales tienen que entender que un régimen criminal solo saldrá del poder ante la amenaza creíble, inminente y severa del uso de la fuerza».
BBC Mundo también reprodujo sus palabras: «Lo que nosotros estamos pidiendo al mundo es el ejercicio de un principio aceptado en las Naciones Unidas, que es la responsabilidad de proteger».
Y fue más incisiva: «Por eso hay que pasar a una nueva fase, a la construcción de una amenaza real de la aplicación del principio de responsabilidad de proteger y su contraparte interna, la activación del artículo 187 numeral 11 de la Constitución, que da el marco legal y la legitimidad para una acción de paz humanitaria que detenga el horror que hoy vive Venezuela».
Insistir en el TIAR y otros mecanismos
Para el año 2020 continuó con la campaña prointervención pero puso el foco en otro mecanismo: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado en el año 1947 y que entró en vigor en el año 1948.
El TIAR fue concebido como un instrumento para tratar de bloquear la influencia soviética en el continente americano en el contexto de la Guerra Fría. Este tratado de seguridad colectiva regional, modelado por los estadounidenses y consagrado en la Organización de Estados Americanos (OEA), contempla el uso de la fuerza y la intervención de un país como uno de sus mecanismos.
La resurrección de este adefesio de la Guerra Fría en pleno siglo XXI tuvo lugar en el marco de la construcción de un andamiaje «legal» para la intervención de Venezuela con el supuesto aval de Guaidó como «presidente interino» de Venezuela.
El 18 de enero de 2020, en una entrevista para El Nacional, volvió a tocar el tema de la intervención extranjera combinado con el régimen de sanciones estadounidenses sobre Venezuela. Tenía la necesidad de “hacerles comprender que la comunidad internacional y los venezolanos entendemos que enfrentamos un conflicto no convencional que se lucha en múltiples planos”.
«Uno de los planos es la inteligencia, la información, la opinión pública, en los cuales ha avanzado muchísimo el sistema por la asesoría cubana de cómo imponer su narrativa, pero también en otros planos como el área económica y las sanciones contribuyen a aislarlo, y la policía internacional, la justicia internacional y algunas acciones quirúrgicas, específicas de alta tecnología en el área de una coalición en la que la fuerza democrática se exprese», dijo.
Machado sugirió que las «acciones quirúrgicas» estaban conectadas directamente con una operación militar sin decirlo explícitamente, cosa rara aun cuando antes había defendido sin censura dicha postura.
Pero fue en un artículo de opinión publicado por varios medios del eje Miami-Madrid-Bogotá el 8 de junio de 2020, «Venezuela: el desafío ineludible de Occidente», cuando desarrolló detalladamente la propuesta de intervención extranjera contra el país:
«Por todo esto, queda una única alternativa para desalojar definitivamente el conglomerado criminal que desarrolla un conflicto no convencional y totalmente asimétrico en contra de los venezolanos, y es la conformación de una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela (OPE)».
Y sigue, trayendo a colación otra vez la R2P:
«Si bien no existe un ‘derecho de intervención’, sí es legítima la ‘obligación a intervenir y el Derecho a Proteger’ (R2P). Oponerse a la presencia en Venezuela de una fuerza de paz internacional que asista a lo que queda de nuestras instituciones, incluidos los restos de la FAN profesional, a recuperar el control y pacificar el país, es condenar nuestra nación a sucumbir al dominio total de las mafias.
Una Operación de Paz y Estabilización (OPE) conlleva el reto de controlar el territorio y la neutralización de una compleja y organizada red de bandas criminales y grupos irregulares, mientras se estabiliza el país y se recuperan sus capacidades productivas y el Estado de Derecho».
Aquí llamaba la atención que, en su propuesta, combina las modalidades de la R2P y el TIAR:
«Lo ideal es que esta operación de paz multifacética no esté bajo la égida de una sola organización, sino conformada por una coalición de aliados con disposición y legitimidad regional en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), contando con la participación de organizaciones y países con distintas tareas complementarias. Para los asuntos de seguridad y desarme, apoyarnos en la plataforma del TIAR —que establece la obligación de mutua ayuda y de defensa común de las repúblicas americanas— «.
El 22 de agosto siguiente volvió a reiterar que la intervención militar internacional era «la única salida»: «Hemos desplegado todas las modalidades de lucha ciudadana. Hoy seguimos dispuestos a luchar, pero sería suicida hacerlo sin respaldo de fuerzas democráticas de Occidente, en una acción conjunta».
Con el argumento central de que «Occidente no puede tolerar una amenaza a la seguridad hemisférica de esta magnitud», Machado cerraba cualquier alternativa que no fuera la fuerza de una coalición internacional y «el despliegue de una Operación para la Paz y la Estabilización en Venezuela», ya que todo lo demás era considerado un «suicidio».
Finalmente, el 31 de agosto fue publicada una carta abierta de Machado a Guaidó, en la que le reclamó haber perdido la oportunidad de concretar sus deseos de asedio extranjero por la vía violenta:
«Siempre te planteé que la salida del régimen de Maduro requería construir una opción de fuerza, y que para ello la activación del TIAR revestía importancia (…) Te has negado sistemáticamente a aprobar el artículo 187.11, que sería parte del marco jurídico para el apoyo internacional y un mensaje inequívoco, tanto a nuestros aliados internacionales como al propio régimen».
Para la buena suerte de Venezuela, en un contexto nacional e internacional bastante dinámico, los deseos de María Corina Machado no se hicieron realidad. Actualmente se quiere borrar todo rastro de que ella misma era una de las principales promotoras del caos y la destrucción de su propio país por manos foráneas, ajustada a la visión de mundo de una élite imperial que cada vez tiene mayores desafíos para cumplir con sus prerrogativas, como ha sucedido con Venezuela desde la llegada de la Revolución Bolivariana.