20221103/Pablo Vignali/ URUGUAY/ MONTEVIDEO/ Charla ENFA, sobre Economía Progresista, en la Huella de Seregni, en Montevideo. En la foto: Carolina Cosse, durante la charla Economía Progresista, en la Huella de Seregni, en Montevideo. Foto: Pablo Vignali, adhocFOTOS

La Intendenta se ocupa, la derecha se enoja

Gonzalo Perera

Una de las expresiones del francés de amplio uso universal es “déjà vu”, que es la expresión que se utiliza para describir una serie de fenómenos en los cuales se tiene la sensación de que algo que se está experimentando en el presente, ya ocurrió en el pasado. Puede ser algo que se ve, un lugar donde se está, una sensación interna, hay muchas variantes, pero es como una suerte de “esta película ya la vi”, cuando en realidad se trata de un estreno, El fenómeno en sí, que alguna vez en la vida le ocurre a la mayoría de la humanidad, hoy en día tiene diversas y complejas explicaciones desde la Neurología o desde el estudio de las fallas en nuestro sistema de memoria, etc. Pero nada como la política para encontrar este fenómeno, y sin que les correspondan responsabilidades a nuestras complejas tramas neurológicas.

Tiempo atrás, cada tanto, esta página tenía que salir a explicar que una gestión departamental de Montevideo estaba haciendo las cosas de la mejor manera, frente a un hostigamiento salvaje de parte de los medios hegemónicos. Claro, a la cabeza de la gestión había una persona con dos elementos muy irritantes para quienes piensan con la cuenta bancaria o desde el odio y el prejuicio. Se trataba de una mujer y encima, comunista. Me refiero obviamente a la compañera Ana Olivera, esa extraordinaria y genuina militante, trabajadora incansable en el lugar en que le toque actuar, con “las espaldas” y la fuerza que da algo que la derecha no logrará nunca entender: la convicción que brinda tomar partido por los más débiles y, por ende, ser parte la causa más justa, digna y necesaria.

En estos tiempos que corren, el “déjà vu” político es impresionante. En un solo día, conté 9 dirigentes nacionales de diverso nivel de la coalición de gobierno, desde el presidente Lacalle Pou, pasando por el secretario Delgado y el ministro Paganini hasta figuras aún sin espacio en el álbum, como Laura Raffo, saliendo a pegarle al unísono a la Intendenta de Montevideo Carolina Cosse por la “falta de sensibilidad social” del “impuesto a los inflamables”. Uno podría salir a decir que no se trata más que de una reestructura o adecuación de la previamente existente tasa en la materia, que fue cuestionada por la Suprema Corte de Justicia ante reclamo de DUCSA, de forma tal de, por un mecanismo jurídicamente correcto, mantener (no aumentar) ingresos que permiten sostener políticas ambientales de la Intendencia, pero eso se le dice a alguien dispuesto a razonar y no repetir una letanía hueca. Pero, además, es tan, pero tan profundamente hipócrita y absurdo que den cátedra de sensibilidad social y combate al afán recaudador los que subieron las tarifas que prometieron bajar, los que subieron impuestos que prometieron bajar y los que integran el gobierno récord en cantidad y calidad de escándalos de corrupción, falta de transparencia, prácticas amiguistas y políticas distributivas inversas (de los trabajadores al capital), que no da para entrar en detalles. En días que comienzan a regir los efectos de la nefasta reforma de jubilaciones y pensiones, que te vengan a hablar de sensibilidad social, parece chiste ¿Alguien sabe con cierta precisión cómo y en qué se gastó el “Fondo Coronavirus”? ¿Alguien ha logrado entender por qué se perdió una fortuna por la diferencia entre los ingresos de mal vender un avión multiuso que prestaba importantes servicios sanitarios (por ejemplo) con el disparatado gasto para comprar dos vetustos Hércules que no sirven para nada? ¿Alguien sabe a qué reyes hay que ponerle qué tipo de zapatitos para que te dejen de regalo un puerto, como le tocara en suerte a los pobres desamparados de Katoen Natie?  Pero hete aquí que el gobierno habla de transparencia, pretendiendo autoridad. Lo único transparente en este gobierno es la información privilegiada, a la que no debería acceder casi nadie y que se manejó y entregó con fines de persecución política, favoritismos comerciales (difícilmente haya sido a cambio de una sonrisa) hacia empresarios, falsificación de documentos a cambio de dinero o de vaya a saber lo que, en el caso del narcopasaporte de Marset, en apenas un rápido repasito del accionar de la mafia del piso 4 de la Torre Ejecutiva.

Carolina Cosse viene soportando una constante guerra mediática. Un día sí y otro también los medios hegemónicos intentan pegarle como sea y este coro monofónico es simplemente un episodio más en esa práctica que seguramente se incrementará. Porque, haciendo más fuerte el “déjà vu”, Carolina Cosse desarrolla una excelente e incansable tarea, y hete aquí que “casualmente” es mujer y que, no siendo comunista, llegó al Senado y a la Intendencia con amplios apoyos entre los cuales está el del PCU y, dato nada menor para la presunción de que esto será peor en los tiempos que vienen, es una de las precandidaturas presidenciales más sólidas en el FA, nuevamente con apoyos varios que incluyen el del Partido Comunista. En un gobierno donde las pocas mujeres que ocupan responsabilidades lo hacen siendo ninguneadas o desde lugares marginales, como una suerte de floreros políticos, y donde herreristas visceralmente anticomunistas son los que tienen la sartén por el mango, la figura de la intendenta es un gran clavo en el zapato. Les molesta mucho.

Porque les molesta que Carolina Cosse se ocupe de los problemas y hacen todo lo posible para impedírselo, aunque sea la gente, el pueblo montevideano, el que pague los platos rotos. Tenemos ejemplos muy recientes. Cuando el pico de la escasez de agua, la Intendenta buscó soluciones a nivel internacional, mientras el gobierno estaba ocupadísimo retocándose el jopo o recomendando dejar de tomar Coca-Cola para tomar agua embotellada. Esa actitud, de preocupación, sensibilidad genuina (no la de discursos falsos como moneda de tres pesos) y ejecutividad, capacidad de decidir inteligentemente y actuar, concretar, les molestó infinitamente. Tanto como para indignarse el cómo podía atreverse a buscar soluciones saltándose el gobierno nacional. Repasemos la situación: el área metropolitana, dentro de la cual Montevideo es la inmensa mayoría, se ve afectada con severa escasez de agua potable y sufriendo la innovación del agua “no potable, pero bebible” (agua con muy altos contenidos de elementos perjudiciales para la salud y para el funcionamiento de equipos varios), y el gobierno niega o minimiza el problema, o fiel a su costumbre, duerme la siesta y demuestra una absoluta incapacidad de resolver nada y mucho menos a tiempo. Obviamente, ante semejante cuadro, quien carga sobre sus hombros con la responsabilidad de todes les montevideanes, puede y debe buscar una solución concreta y urgente sin andarse con vueltas ni buscarle la quinta pata al gato. Pero al gobierno nacional le importó menos (por no decir nada) la salud de la población, sobre todo la más vulnerable, a la que le resulta imposible aumentar sus gastos, con tal de impedir que se le acreditara a Carolina resolver bien y a tiempo el problema. 

La explicación pertinente, eficaz, la más sencilla posible, a menudo es la más atinada, según la vieja “navaja de Ockham”, uno de los pilares de la Ciencia. El gobierno nacional se preocupa y se enoja porque Carolina se ocupa, y la gente, eterna ignorada por la máquina de humo que dirige el país, ya no se fuma los relatos fantasiosos. La gente ve quién dice, quién hace y quién trata de impedir hacer, aunque perjudique a la inmensa mayoría.

Foto de portada:

La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse. Foto: Pablo Vignali, adhocFOTOS.

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