Faltan 44 días para el plazo legal de entrega de las firmas que permitan habilitar un plebiscito sobre la seguridad social para eliminar los aspectos más negativos de la reforma jubilatoria regresiva y antipopular, votada por la coalición de derecha, y colocar garantías para las mayorías populares en nuestra Constitución.
Se ha hecho un esfuerzo enorme por informar de las consecuencias regresivas de la reforma jubilatoria del año pasado y los planteos del plebiscito; se ha hablado mano a mano con cientos de miles de uruguayas y uruguayos, en todo el país; se han recolectado miles de firmas, no damos una cifra porque la del último informe se ha superado largamente y aún no hay un consolidado actualizado; la campaña de “Afirmá tus derechos” se ha desplegado aún con dificultades.
En estos días se nota claramente un incremento del ritmo de recolección y de entrega de papeletas, pero es necesario realizar un esfuerzo organizado y continuado en este mes y medio que resta.
Hay convocadas varias jornadas nacionales, en estos días, el próximo fin de semana y la semana entrante. Se seguirán cubriendo las actividades y lugares donde nuestro pueblo naturalmente se concentra, como las criollas en Semana de Turismo y otras actividades que están previstas. Se están realizando barriadas en varios puntos del país, se multiplican las asambleas en centros de trabajo y las mesas permanentes en puntos claves de las ciudades y pueblos.
En este tiempo que resta, como bien señala el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala, es necesario una inflexión en la campaña: el esfuerzo de las y los militantes fue, es y seguirá siendo fundamental, pero hay que lograr que miles de uruguayas y uruguayos junten firmas, que se expanda y se multiplique la recolección y la llegada a nuestro pueblo.
Los argumentos a favor de firmar los hemos señalado ya muchas veces. La reforma jubilatoria es un componente central del ajuste neoliberal contra nuestro pueblo, un engranaje fundamental del modelo de la desigualdad, de la redistribución regresiva del ingreso, de la concentración de la riqueza.
La reforma jubilatoria implica que la inmensa mayoría de las y los trabajadores van a tener que trabajar más años para cobrar jubilaciones y pensiones menores y una transferencia de miles de millones de dólares hacia el capital financiero, en su solo beneficio.
El plebiscito, si triunfa, significará la recuperación del derecho de jubilarnos a los 60 años, no la obligación, como se miente a sabiendas; que las jubilaciones y pensiones mínimas sean, al menos, equivalentes al Salario Mínimo Nacional y que se termine con las AFAP y la apropiación por parte del capital financiero de miles de millones de dólares de las y los trabajadores, de su ahorro jubilatorio, para ganar millonadas y luego otorgar jubilaciones raquíticas.
A la pregunta que nos realizan de ¿qué va a pasar con nuestros ahorros si se aprueba el plebiscito?, hay que oponerle las verdaderas preguntas que se deberían formular: ¿Qué va a pasar con las jubilaciones si se aprueba el plebiscito?, y ¿qué está pasando con nuestros ahorros hoy?
La respuesta a la primera pregunta es que, si se aprueba el plebiscito, entre el 92 y el 95% de las jubilaciones aumentarán, y ese aumento será mayor en las más bajas y el resto quedará igual. Nadie perderá.
La respuesta a la segunda es que el sistema de AFAP, que ha fracasado en todo el mundo, también aquí, porque el 90% de las “rentas vitalicias” que ya están pagando a través del Banco de Seguros es de apenas 5 mil pesos, por lo tanto, ya tiene muy malos resultados, fue empeorado y mucho con la reforma jubilatoria y antes de ella. Fue transformado en obligatorio; se quitó el beneficio que se había dado, cuando se crearon las AFAP, de incrementar un 50% el cálculo jubilatorio en el momento de jubilarse a los que se afiliaron voluntariamente, cambiándole las reglas de juego y perjudicando a miles; las AFAP fueron autorizadas a descontar de los ahorros de las y los trabajadores el aporte si estos quedan desempleados o pasan al seguro de desempleo, eso tendrá un impacto terrible para trabajadores zafrales, de la construcción, domésticas, rurales, etc.; en 2021, el BSE, que es quién paga las “rentas vitalicias”, fue autorizado a duplicar las comisiones que cobra por pagarlas; y se quitaron las bonificaciones jubilatorias de colectivos de trabajadores que se verán seriamente perjudicados, por ejemplo, las y los maestros.
Eso es lo que está pasando ahora con los ahorros jubilatorios de las y los trabajadores. Para parar eso, que está pasando ahora, es el plebiscito.
Nos dicen que muchos países elevaron la edad de jubilación, lo que no nos dicen es qué pasó con las y los trabajadores en esos países. ¿Qué pasó? Pasó que cientos de miles de trabajadores no pudieron jubilarse.
Tampoco nos dicen que el mecanismo de aumentar la edad, de 60 a 65 y a la vez aumentar los años que se toman para el cálculo jubilatorio, de 10 a 20, provocará que miles no puedan llegar a esa edad y que, si llegan, cobren menos.
Tampoco dicen que hoy la mayoría de las y los trabajadores se jubila a los 63 o 64 años. ¿Por qué? Porque el cálculo jubilatorio a los 60 arroja una jubilación muy baja, entonces trabajando tres años más se eleva el monto, por los beneficios de cada año adicional. Ahora, a esa jubilación muy baja, se accederá recién a los 65 años y será más baja que la que ahora corresponde a los 60, para mejorarla tendremos que trabajar hasta los 68 o hasta los 70 años. Esa es la verdad.
Con estos argumentos y muchos más, con la papeleta bajo el brazo, hay que salir cada día a recolectar las firmas. No es una tarea para los ratos que nos queden libres. No es una tarea más.
Es, por la dimensión de lo que está en juego, la tarea central hasta el 27 de abril. Hay condiciones para llegar a las firmas y superarlas, la mayoría de nuestro pueblo está dispuesta a firmar y lo hace cuando se llega con la papeleta. Hay que aumentar el número de brazos que están juntando firmas y también la cantidad de lugares y el tiempo que lo estamos haciendo. Se puede, a condición de redoblar el esfuerzo.