Gonzalo Perera.
Si se me permite una anécdota personal, me gustaría compartirla. Desde hace un tiempo, mi semana se divide en dos: en el “antes” de enviar mi pequeña contribución a “EL POPULAR”, y en el “después” de hacerlo. Un “después” que se transforma automáticamente en un nuevo “antes”, apuntando ya a la próxima semana.
Evidentemente, mi anécdota personal es, a nivel colectivo, irrelevante. Pero no encuentro mejor manera de transmitir lo que significa para mí escribir en EL POPULAR y este número 500 de nuestra tercera etapa, quizás sea buen momento para expresarlo. Porque definitivamente no es lo mismo que escribir en ningún otro medio, dicho esto sin ninguna demagogia o intención de incursionar por lo cursi. Es lo que se siente muy desde adentro. Me ha tocado en la vida compartir mis opiniones en varios medios, a todos los cuales debo grandes aprendizajes, y en todos dejé lo mejor que podía dar. Pero EL POPULAR es otra cosa, créame. Sin despreciar a nadie, es realmente otra cosa muy diferente.
Es otra cosa por la historia, no sólo la de los libros y las cronologías, que por cierto en este caso, desde JUSTICIA en adelante es larga y rica, sino por la gente que hace la historia. Por lo trabajadores que hicieron y hacen EL POPULAR, respecto a los cuales uno siente la responsabilidad de no desentonar con su esfuerzo y legado al enfrentar una página en blanco. Por los lectores que dieron y dan sentido a ese trabajo, porque sin quien lea y viva las ideas que intenta transmitir un texto, nada de lo que se escribe tiene mayor sentido. Por lo sindicatos, comités, talleres, obras, centros estudiantiles, etc., donde circuló, se leyó y lee EL POPULAR, porque este medio se escribe para convocar, congregar, consolidar la profunda convicción que pocas cosas son más revolucionarias que la unidad.
Porque es la historia con caras, con voces, con agitación, con involucramiento. Es la historia de Camilo Wuhl, su campera y su cámara, para poner sólo una imagen a todas esas personas. Es la historia de cada uno de quienes pusieron ante todo a la gente, que forjaron la unidad sindical y política, que incluso llegado el caso, entregaron hasta la vida misma, enfrentando al fascismo, que hoy emite algún aullido cobarde.
Es otra cosa porque no se trata aquí de hacer un ejercicio literario, aunque se esté escribiendo. O periodístico, o de análisis económico, político, cultural, internacional, aunque de todo ello hay y bastante.
Para mí EL POPULAR es ante todo un medio de lucha. Sin pretender jamás la verdad revelada, estas páginas reflejan las luchas sociales y políticas de los pueblos del mundo, en particular del uruguayo, y pretenden estimular y aportar elementos para la elaboración de más y mejores avances.
Luchas siempre democráticas y pacíficas, por lo cual en estas páginas no se insulta ni destrata a nadie, que no es más revolucionario el que grita más fuerte o habla más duramente centrando la atención sobre sí, sino el que logra aportar más para el avance del gran protagonista: el pueblo unido y organizado.
Permítame ser brutalmente claro: si escribimos un artículo que ante nuestro ego parece precioso y que hasta lo elogian algunos, pero que no aporta nada de interés para ningún sindicato, para ninguna organización social o política, entonces no hicimos las cosas bien. Si en cambio escribimos un texto que no nos parece destacable, que nadie aplaude, pero que logra resonar con alguna reivindicación popular y la estimula a que de algún modo pueda hacerse más fuerte y efectiva, ahí sí hicimos las cosas bien.
Para mí, desde mi lugarcito, EL POPULAR es “Lucha escrita para luchar”: es el transporte a textos e imágenes de las luchas de nuestro pueblo y el intento permanente, como retorno desde nuestras páginas, de promover y estimular el avance organizado de las causas populares.
Porque además, punto nada menor, en EL POPULAR la lucha no se mira desde el balcón, sino desde adentro. Porque todos participamos en uno u otro escenario, del combate por avanzar en democracia forjando unidad. El escenario de la lucha personal puede ser hoy uno y mañana otro, según la dinámica de los acontecimientos, pero siempre, siempre, a las luchas sociales nos las vemos ni desde arriba ni desde el costado, sino desde su corazón,
Por eso, para EL POPULAR nunca pasa desapercibido un conflicto sindical, nunca se ignora una reivindicación estudiantil y se practica fervorosamente la unidad. Porque más allá de la convicción ideológica, no hay mejor discurso sobre la unidad que verse espalda con espalda con otra persona, no necesariamente de pensamiento muy parecido al nuestro. Porque en el fragor de la lucha, donde siempre el enemigo es mucho más poderoso, al acompañamos y hacemos mutuamente más fuertes realmente entendemos lo que vale unirse. Por eso cuidamos e intentamos fortalecer, siendo siempre autocríticos, pero nunca sembradores de discordia, a la central obrera, a nuestro Frente Amplio, a todas las expresiones de unidad que buscan cambiar para avanzar. Por eso no se nos olvida nunca el reclamo por verdad y justicia, para todas y cada una de las víctimas de los actos de terrorismo de Estado y para todos sus perpetradores, así haya que seguir hasta que el mismo sol se apague. Por eso tampoco titubeamos en llamar fascista al que lo es. Por eso no nos saca de escena el confinamiento ni la pandemia, porque los problemas realmente urgentes de nuestra gente y las propuestas para resolverlos, no se suspenden hasta nuevo aviso, se siguen peleando día a día y de algún modo, tenemos que estar presentes. Por eso dejaremos el alma para combatir el intento de contrabandear una monumental reforma estatal, económica, jurídica, etc., bajo la corta sábana de una supuesta ley de urgente consideración, lo que de por sí constituye una enorme lesión a las tradiciones democráticas uruguayas
Este número 500 alcanzado en los 12 años de la tercera etapa de EL POPULAR, es el fruto de una inmensa acumulación de esfuerzos. Para producirlo, para distribuirlo, para leerlo, para expresarlo en las luchas cotidianas y desde ellas devolver insumos y lineamientos para el semanario. Un logro sin duda inusitado, pero más aún para un semanario que se hace a pulmón y para la lucha, que no emite opiniones simpáticas para los poderosos.
Pero además este logro llega en un momento muy especial: cuando gobierna la derecha, con un presidente que usa una pandemia para generar imagen al tiempo que deja en evidencia su férrea filiación de clase, negándole la cadena de TV a los trabajadores en el 1º de mayo, mandando la construcción a la calle sin que estén dadas las condiciones sanitarias para hacerlo. Cuando, como se dijo, entra en escena el gigantesco engaño que es la Ley de Urgente Consideración pero además y en paralelo, se remitirá al Parlamento una nueva Ley de Medios, que, en nombre de la libertad, amarra y concentra aún más el poder mediático, seria candidata a la ley más regresiva en materia de comunicación de masas a nivel mundial.
En semejante contexto, este espacio de lucha escrita, tendrá mucho en qué meterse, dando siempre pelea, más allá de cuáles sean las chances y dificultades, siempre acumulando y uniendo. El “después” ya está comenzando, querido lector.
Un inmenso “Salud!” a quienes hicieron nuestra rica historia, en particular a los que desde distintos lugares gestaron estos 500 números. Pero sobre todo, por favor no olvidar lo que cantara el Nano Serrat: “si falta Ud., no habrá milagro”.