Oscar Andrede durante el debate, por el pedido de desafuero de Guido Manini Ríos. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

“No hay reconciliación entre el fascismo y la democracia”

Oscar Andrade respondió en el Senado a Manini Ríos que reivindicó la votación el Estado de Guerra Interna hace 50 años.

“El golpe de Estado vino a cortar un proceso de acumulación de fuerzas de nuestro pueblo”

Este martes, a pedido del senador de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, el Senado debatió sobre los 50 años de la votación de la ley que declaró el Estado de Guerra Interna.

El 15 de abril de 1972 el gobierno del Partido Colorado, encabezado por el después golpista, Juan María Bordaberry, logra, con los votos del Partido Colorado y el Partido Nacional, la declaración de Estado de Guerra Interna. Esta ley profundiza la represión que ya venía del pachequismo, le otorga injerencia a la Justicia Militar en los juicios “contra la subversión” y otorga más potestades a las Fuerzas Armadas.

En el debate participaron legisladores de Cabildo Abierto, el Partido Nacional y el Frente Amplio. Tanto Manini Ríos como su colega de partido Guillermo Domenech, reivindicaron la votación de esta Ley y atacaron a la izquierda, al movimiento sindical y en particular al Partido Comunista.

Varios senadores y senadoras del FA respondieron. El senador Oscar Andrade realizó una intervención sobre el final de la sesión donde rechazó las afirmaciones de Manini Ríos y dijo que este era un día para “condenar el terrorismo de Estado”.

El fascismo y la democracia

EL POPULAR reproduce los pasajes centrales de la intervención de Andrade.

“El terrorismo de Estado fue una carnicería humana y necesitó construir un discurso que lo legitimara, que fuera persuasivo, si no su operación no hubiera sido posible.

Carlos Quijano titulaba en Marcha: «Así empezó el fascismo». Decía: «Hay una conspiración contra la libertad, una empresa sombría de destrucción de la razón y degradación del espíritu[… ]. El anticomunismo, como el antisemitismo, como el racismo responden a las mismas ocultas constantes. Los demagogos, todos los demagogos, lo saben o lo intuyen o lo sospechan[… ]. El anticomunismo cerril, obnubilado, es la forma moderna de la reacción contra todas las renovaciones, contra todo lo que rompe las categorías constituidas, los ritos impuestos, los moldes establecidos. Ese anticomunismo de hoy es el antianarquismo de ayer, el antirrepublicanismo de anteayer, el antidemocratismo de trasanteayer.”.

(…) En octubre del año 60, bandas fascistas intentaron ocupar la Universidad de la República, sentando un antecedente grotesco. Antes, en el año 57, ya había mártires de la industria frigorífica. Y en el año 55 asesinaban a María del Carmen Díaz en la huelga de Ferrosmalt.

El 11 de setiembre de 1962, acá cerca, en la calle Yaguarón, incendiaron un local del Partido Comunista, tragedia en la que Olivio Raúl Píriz, un bebé de cinco meses, muere quemado; lo trataron de rescatar sus padres, quienes también sufrieron quemaduras. (…)

En el año 62 matan a Walter Motta, uno de los mártires de la industria frigorífica, acá cerca, en una manifestación que culminaba en el Palacio Legislativo. En el año 64 matan a Raúl Denis.

(…) También está el drama del 68. Un 1° de Mayo que también culmina con una mujer muerta de un infarto después de que la Policía arremetiera contra el acto, lo que derivó en la circunstancia de no poder realizar el festejo del Día de los Trabajadores. Ese año hay decenas de dirigentes sindicales presos. En junio de ese año también tuvimos los primeros estudiantes heridos antes de la muerte de Líber. Después vino el asesinato de Líber Arce y de Hugo y Susana, en setiembre.

Están los escuadrones de la muerte, las denuncias que hace Juan Pablo Terra sobre los mismos y el apoyo institucional que reciben del Estado, con pruebas documentadas acá, en esta casa, que llevaron a una escalada que tenía como componente una participación cada vez más clara del aparato institucional en los hechos de violencia. Todo esto antecedió a la circunstancia del estado de guerra interna, con fenómenos que se dieron mucho antes que el asalto al Club de Tiro Suizo. (…)

Estoy muy lejos de sostener la afirmación que se hizo por parte de quien pidió esta sesión respecto a que en las elecciones del 71 se eligió libremente. Teníamos al ejército de Brasil en la frontera. Se intentó asesinar a Seregni. En Castillos, se mató a un niño de un balazo en la frente. ¿Esas son elecciones libres? En noviembre del 71, en el Cerro matan a Walter Castro, un obrero frigorífico, en medio de la campaña electoral.

(…) Recordar los hechos históricos implica colocarlos en debate. Como muy bien decía el señor senador Sabini, mientras se votaba acá el estado de guerra interno, bandas parapoliciales iban al local del Partido Comunista de la calle Sierra; se evitó la masacre por la valentía del Toba Gutiérrez Ruiz –voy a rescatar lo mejor de los partidos políticos– y de Jaime, que salieron de la sesión de la Asamblea General cuando tenían bajo metralla a cerca de quinientos jóvenes comunistas, reunidos en un activo ese mismo día.  Hoy es una jornada para condenar lo que allí se produjo.

Tres días después fue la tragedia de Paso Molino. Con mucha valentía, también Jaime informó acá sobre las autopsias. Y qué decir de la vergüenza del Comunicado N° 77 de las Fuerzas Armadas; hablo de la vergüenza para la institución, porque hablaba de enfrentamientos cuando masacraron a ocho obreros.

Tuve la posibilidad de conocer a la hija de Raúl Gancio. Es desgarrador; él estuvo durante cuatro horas desangrándose en la calle; la ambulancia quería entrar, pero estaba trancada por el piquete policial y militar. Finalmente murió desangrado. Su hija era recién nacida y el grito de Gancio era: “No me dejen morir, tengo una niña pequeña”.

Esa noche estaba solo Mendiola en el local; había orientación de no ir al local partidario porque podía haber una provocación, pero muchos obreros –algunos de ellos de una fábrica de La Teja, Nervión–, como López, González, Fernández, Justo Sena y Cervelli dijeron “no vamos a dejar solo a Luis Alberto”. Luis Alberto Mendiola. Lo que es el Uruguay; su nombre era un homenaje a Herrera. Y fueron masacrados, la autopsia es indiscutible: hablaba de balazos en la nuca, contra el piso. También intentaron matar a Machadito, que está vivo y con una bala incrustada en la cabeza.

(…) Yo soy muy autocrítico de los comunicados de febrero, pero pensar que las Fuerzas Armadas empezaron a participar en política por un editorial de El Popular es delirante. Tanto lo es que cuando matan, en tortura, a Batalla –obrero de la construcción, albañil, con dos hijas pequeñas– en el cuartel de Treinta y Tres, alcanzó con que a las Fuerzas Armadas no les gustaran las explicaciones que dio el ministro de Defensa Nacional en este lugar, reconociendo la tortura por primera vez en esta casa, para que lo sustituyeran, meses antes de la editorial de El Popular. (…) O sea que la incorporación de las Fuerzas Armadas en la toma de decisiones políticas fue muy anterior a eso, y la votación del estado de guerra interno aceleró el proceso de manera indiscutible.

(…) El golpe de Estado vino a cortar por la yugular un proceso de acumulación de fuerzas de nuestro pueblo. Eso es parte de la verdad histórica. No se puede seguir insistiendo en el golpe de Estado como resultado de la guerra, de una guerrilla que ya estaba liquidada un año antes del golpe de Estado desde el punto de vista militar.

(…) La resistencia fue insuficiente porque no logramos los niveles de articulación necesarios.

De ese día del ataque a la Seccional 20, Wilson decía: “No creo que la historia del país registre tragedia mayor. No creo que episodio alguno comprometa cosas tan importantes y que, además, siembre semilla tan pródiga en horizontes cerrados”.

(…) No hay reconciliación posible entre el fascismo y la democracia. No la hay. Por lo tanto, nos tiene que ubicar en el lugar de la condena a la forja del terrorismo de Estado. Y el terrorismo de Estado tuvo sus antecedentes, que quizás no supimos ver. Tuvo antecedentes en el papel de la Agencia Internacional de Desarrollo (AID); en las campañas del odio; con el incremento de romper libertades individuales de manera sistemática y, también, en una fecha tan lamentable como la de hoy en la cual ponemos arriba de la mesa la memoria sobre el momento en el que se desplegó la normativa, a todas luces inconstitucional, del estado de guerra interno. 

Sobre el papel de resistencia al terrorismo de Estado posterior, hay historias épicas. Se reprimió a todos los partidos políticos. Y en la derrota de la dictadura participaron demócratas colorados, demócratas del Partido Nacional; en la clandestinidad, en la lucha y en la resistencia también. Permítame, señora presidenta, decir que cuesta encontrar un partido que haya pagado un precio más alto en la dictadura, respecto a presos, víctimas y desaparecidos, que el Partido Comunista. Entonces, estamos bastante lejos de que la lección acerca de la democracia nos la vengan a dar quienes en el momento de la dictadura participaban sumariando docentes”.

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