Este 25 de Agosto las y los frenteamplistas festejamos la unidad y la militancia, y lo hicimos en el ámbito principal, no el único, pero si el principal, donde esta se materializa: nuestros Comité de Base.
Este año tan especial fue una jornada de reafirmación identitaria y de movilización política formidable. Se realizaron cientos de asambleas y encuentros en todo el país, en los 19 departamentos. No era sencillo, es el año de la pandemia y de la crisis económica y social provocada por la aplicación de un ajuste neoliberal en medio de la pandemia. Es el año de la aplicación de la restauración conservadora, de la desocupación, de los 100 mil pobres más, el de más gente viviendo en la calle, el de miles comiendo en las ollas populares, del aumento de las tarifas públicas, la subida del dólar, la caída del salario, del Presupuesto de ajuste, el del impacto de la derecha en el gobierno.
Pero también es el año de las 800 mil firmas para habilitar un referéndum y derogar los 135 artículos más retardatarios de la Ley de Urgente Consideración (LUC); el de la solidaridad militante y cotidiana con las ollas; el del 8 de Marzo, el 1° de Mayo, el 20 de Mayo y el 14 de Agosto; el del paro general y las movilizaciones sindicales. Es el año en que las y los legisladores frenteamplistas denunciaron la restauración, la enfrentaron y lucharon al lado de nuestro pueblo. Es el año en el que las intendencias y municipios frenteamplistas demostraron, con hechos, que hay otra forma de gobernar.
Es el 25 de Agosto del año en el que no nos rendimos. Y eso fue lo que se notó: la emoción, el entusiasmo, la lucidez y claridad política de una militancia que es un lujo para cualquier fuerza política.
Las y los frenteamplistas festejaron y se emocionaron porque se saben protagonistas de este año. Saben que como dice Pablo Neruda: nació de ellos más que del tiempo.
Porque en vez de reclamar que otros, vaya a saber quiénes y dónde, hagan autocrítica, las y los frenteamplistas, en los Comité de Base, la hicieron. Y no sólo en discursos, en debates y en documentos, en la práctica, donde más vale. Ellas y ellos entendieron eso de que había que superar la separación entre la fuerza política y los sectores organizados del movimiento popular y entre estos y sectores importantes de nuestro pueblo. Y no hablaron, militaron, como locos, con amor profundo, sostuvieron ollas, recolectaron comida y ropa, se juntaron con los sindicatos, las organizaciones feministas, los cooperativistas, las y los estudiantes, las y los vecinos. Escucharon, y, sobre todo, hicieron, mucho, todos los días, muchas horas.
Y todo eso, acumulado, provocó el tsunami político de las 800 mil firmas. Que es organización, decisión de lucha, claridad política y es, muy especialmente, miles haciendo política con miles.
Y eso lo posibilitan los Comité de Base. Ese espacio político que le da una característica casi única al Frente Amplio. Ese espacio político que antecedió incluso la fundación formal del FA y contribuyó a ella. Ese lugar donde la propuesta política del FA adquiere materialidad y se conecta por mil lazos con nuestro pueblo y su realidad, y, sobre todo, organiza la lucha en común para transformarla. Ese lugar donde la unidad deja de ser una abstracción y adquiere densidad en la militancia común. Ese lugar donde el frenteamplismo, categoría política sustantiva, síntesis superadora construida por la práctica popular, nace, crece y se proyecta al futuro.
Los Comité de Base han demostrado su importancia a lo largo de la historia: en el surgimiento del FA, en su inserción en la sociedad, en la resistencia al fascismo, en el resurgir democrático, en el enfrentamiento al neoliberalismo, en la conquista de los gobiernos municipales y nacionales frenteamplistas. Eso, por sí solo, ya sería mucho. Pero no es todo. También han demostrado su vigencia en este presente de lucha del siglo XXI: en la casi remontada del voto a voto de la segunda vuelta del 2019 y en la recolección de firmas contra la LUC, por citar solo dos ejemplos. Afirmar esto no es solamente defender posiciones ideológicas, que lo es, también implica ser justos con los hechos.
El general Líber Seregni, primer presidente del Frente Amplio y referente histórico de la izquierda uruguaya, gran defensor de los Comité de Base y de su importancia, con su acostumbrada agudeza política, los definió de la siguiente manera: “Un lugar mágico donde confluyen la utopía y lo concreto, lo estratégico y lo particular”.
Este 25 de Agosto volvieron a mostrar esa magia. Porque un impulso emancipador, un proyecto de izquierda, necesita y se alimenta del protagonismo popular organizado. Por eso, como dijo una joven y emocionada militante en su Comité: son nuestra fortaleza más grande. Tiene razón.
Feliz día del Comité de Base, compañeras y compañeros, su día.
