Por Gonzalo Perera
El pasado domingo 27 de setiembre se realizaron las elecciones departamentales (Intendentes y Juntas Departamentales) y municipales (Alcaldes y Concejos Municipales) en los 19 departamentos del Uruguay. Son elecciones de cobertura territorial y poblacional diferente. Hay muchas poblaciones en las que no existe un municipio que las contenga y por lo tanto sólo hay votación por hojas departamentales (candidatos a Intendentes y ediles), como es el caso de la ciudad de Rocha, por mencionar un ejemplo cercano, mientras en otros casos (quienes habitamos el municipio La Paloma, por ejemplo) votamos una hoja departamental y una hoja municipal. Considerando pues lo más inclusivo, que es la votación a hojas departamentales, y haciendo la salvedad de que aún resta escrutar los votos observados, en todo el territorio nacional el FA recibió la friolera de 919.303 votos, el 96,3% de los 949.376 votos recibidos en la elección nacional de octubre del 2019.
Muchos analistas suponían una reducción sustantiva en el caudal electoral del FA bajo el claro argumento de que en varios departamentos hay polarización electoral entre candidatos blancos que concitan el interés de ciudadanos que a nivel nacional votan al FA, y que además el impulso muy poco disimulado del gobierno nacional a los candidatos blancos de los departamentos en disputa (en Salto, causa de público refunfuño de Sanguinetti) podía darles aliento extra. Sin embargo, la tal disminución seguramente sea de menos del 3%. Por ende, o no fueron tanto los frentistas de octubre que fueron a votar en otras tiendas, o si los hubo, fueron casi totalmente compensados por ciudadanos de otros partido que votaron candidatos departamentales frentistas.
En todo caso y por enésima vez, queda ratificado que la mayor fuerza política en todo el territorio nacional, es el FA.
¿Del otro lado? Resulta hasta divertido leer las (compresibles) complicaciones de los analistas para calcular los votos efectivamente blancos, debiendo en muchos departamentos deducir de los votos del lema Partido Nacional el porcentajes de votos colorados y cabildantes, más su alícuota sobre los votos al lema, etc. Habiendo ganado 15 intendencias con el aporte de camisas coloradas y camisas negras, las camisas blancas, aún gobernando el país, constituyen la segunda fuerza política del país desde el año 2004.
Además el Frankestein multicolor ha cobrado vida propia y ya no es tan fácil de manejar. Porque los blancos no consiguen disciplinar a sus socios, porque Don Julio María no quiere cebar el mate que se toma el Partido Nacional, y porque los cabildantes vieron un claro descenso de su resultado electoral de octubre en todo el país, aún sumando sus votos camuflados en el ámbito multicolor.
Nadie parece estar totalmente contento en este negocio y las escaramuzas están a la orden del día, aunque se apaguen desde los grandes medios. Porque si los cabildantes exigen privilegiar el presupuesto de Defensa y Vivienda, los colorados no pueden permitir que la Educación Pública sea arrasada presupuestalmente, y el desafuero y la reculada en chancletas de Manini deja muy incómodos a muchos parlamentarios multicolores, etc.
Esas son las lecturas macroscópicas, las de las grandes tendencias, cuando el gobierno aún apenas está intentando comenzar y llena las noticias con anécdotas, distracciones, autoelogios, etc., pero con cero solución para las urgencias reales de las grandes masas populares.
Entrando a los resultados específicos de las elecciones departamentales, obviamente, el primer dato es la gran victoria del FA en Montevideo (52,1% de votos) y Canelones (51,4% de votos), con tácticas electorales distintas, pero conformando una mayoría muy clara y firme en el corazón del área metropolitana. No faltó cuco para azuzar contra Carolina Cosse, ni le faltó pantalla amistosa a la desafiante, hasta ante ayer directora de una AFAP privada, ayer candidata multicolor y hoy cabeza de la AFAP propiedad del BROU. Y sin embargo, a la hora de contar los votos, con el aporte invalorable y unitario de las campañas de los compañeros Alvaro Villar y Daniel Martínez, el FA se proyecta a 35 años de gobierno en Montevideo. En Canelones, con candidato único, en términos antiguos, fue “Walkover”, siendo notorio que bastante antes del domingo los multicolores ya estaban convencidos del triunfo del FA. Finalmente la victoria en Salto, que ya referimos en cuanto evidencia de los problemas de la vereda de enfrente, son una muy importante recompensa para los compañeros del FA salteño, con más del 40,5% de los votos.
Por supuesto hubo también expectativas frustradas y no le hacemos un bien a nadie edulcorando la realidad. Por ejemplo en Rocha, donde el FA con 41,4% de los votos, con una gestión que cuenta con el 70% de aprobación popular e infinidad de logros para exhibir y profundizar, por una diferencia de 1.366 votos, no se logró retener la Intendencia, como se hiciera desde el 2005 a la fecha. Si bien se ganó un bastión del FA como el municipio La Paloma, se perdieron los otros tres municipios, en particular el del Chuy, tradicionalmente frenteamplista. En otros departamentos del país tampoco se alcanzaron las expectativas por muy poco, mientras en otros se acumula paso a paso y con infinita paciencia, única forma de construir para el campo popular.
Pero hay resultados que no entran en ninguna estadística. Como lo que he visto en estos días: las generaciones de compañeras y compañeros (mayoría femenina, en general y no creo sea casualidad) que militaron a muerte todo este tiempo, recorriendo todos los rincones de su departamento, haciendo barriadas, colgando pasacalles, asumiendo responsabilidades en radio, en tv, en actos públicos, en redes sociales, integrando listas, teniendo que desafiar el pánico escénico para hacer un discurso público por primera vez, trabajando siempre unitariamente con y para todo el FA, fogueándose, queriéndose, queriendo la causa de los pueblos, y, como si todo eso fuera poca cosa, enfrentándose al bautismo de fuego de la gran frustración, del merecido festejo que no pudo ser. Para apenas al día siguiente volver a juntarse, compartir los dolores, las convicciones, las sonrisas y la certeza de que hay mucho camino para recorrer juntos.
Sin duda hemos llegado al final de la campaña más larga de la historia, que empezó hace dos años con la preparación hacia las internas, tuvo una ronda en octubre y una histórica remontada hasta el filo de la victoria en noviembre, la consolidación de la fuerza política a nivel nacional y su neto predominio en el área metropolitana, donde diversos ensayos de “todos contra el FA” no cesan de fracasar, con los logros (sean triunfos o no, pues conciencia ganada siempre es logro) en cada rincón del país.
Pero sin embargo aquí no termina nada. Más bien empieza la parte decisiva de la historia. La lucha social y política en el seno de la sociedad, de las organizaciones populares, de trabajadores, en el combate por la Educación Pública, por la real urgencia del derecho al trabajo, a una renta básica, a la plena vigencia de los Derecho Humanos, por Memoria, Verdad y Justicia, por la atención urgente de la dramática violencia de género, por respeto y contención para todas y todos.
Esa lucha no tiene urnas ni resultados finales. Es diaria, en el barrio, en el trabajo, en el club social y deportivo, etc.
El partido de verdad es el que está empezando ahora. Pelota al medio y a dejar el alma en la cancha, hoy más que nunca.