El pasado lunes la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó la existencia de un déficit de 112 millones de puestos de trabajo de tiempo completo a nivel mundial.
La cifra corresponde al comportamiento del mercado laboral en el primer trimestre de 2022.
De acuerdo al reporte de la organización internacional, en el curso de estos tres primeros meses de 2022, “el número de horas trabajadas a nivel global se redujo (…) a un 3,8% por debajo del índice prepandémico”.
El informe Monitor del Mundo del Trabajo considera que dicho retroceso se explica por la “combinación de las crisis que asolan al mundo con las crecientes desigualdades tanto al interior como entre los países”.
Para la OIT tanto la inflación, como la turbulencia financiera, el endeudamiento excesivo y la interrupción de la cadena de suministro mundial significan “algunas de las crisis interconectadas que afectan los mercados de trabajo”, presagiando “un mayor deterioro en los próximos meses”.
A ello se le agrega, señala el Informe, la guerra en Ucrania la que es considerada como una variable que exacerba la negativa configuración del complejo panorama laboral.
Para la OIT es llamativa las desigualdades que se presentan, entre países ricos y pobres, respecto a la recuperación del mercado laboral.
“Mientras que las economías de renta alta mostraron una recuperación en las horas trabajadas, las de renta baja y media baja sufrieron reveses en el primer trimestre del año con una baja de 3,6% y 5,7%, respectivamente, en comparación con el punto de referencia anterior a la crisis, y con el riesgo de empeorar”, reseña el portal de noticias de Naciones Unidas.
Para la OIT, esta situación “se agrava ya que en algunos países la situación fiscal precaria a causa de la crisis derivada de la pandemia sumada la dudosa sostenibilidad de la deuda provoca la incertidumbre en las empresas” lo que provoca que muchos trabajadores queden sin accesos a las prestaciones sociales.
El listado de los principales retrocesos del mundo laboral, vigentes a más de dos años del inicio de la pandemia, descrito por la organización internacional son:
- “El 75% de los trabajadores no ha recuperado los ingresos que tenía antes de la contingencia sanitaria
- La brecha de género en horas trabajadas se acentuó durante la pandemia, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. Las mujeres con empleo informal han sido las más afectadas.
- En los países industrializados se produjo un aumento en la creación de empleo y se registraron más puestos vacantes que personas buscando trabajo, mientras que en muchas naciones hay mucho desempleo y mano de obra subutilizada.
- Las interrupciones en la producción y el comercio acentuadas por la guerra en Ucrania han producido un alza de los precios de los alimentos y las materias primas, perjudicando gravemente a las familias pobres y las pequeñas empresas, especialmente en la esfera de la economía informal”.
Al comentar los datos que describen la situación actual del mundo del trabajo, el director general de la OIT, Guy Ryder señaló que, “el impacto sobre los trabajadores y sus familias, especialmente en el mundo en desarrollo, será devastador y podría traducirse en un problema social y político”.
En consideración a ello, agregó, se torna “más esencial que nunca impulsar una recuperación centrada en las personas”.
Esta recuperación, detalla la OIT, requiere una serie de medidas entre las que destaca, el “apoyo oportuno y eficaz para mantener el poder adquisitivo de los ingresos laborales y el nivel de vida general de los trabajadores y sus familias.
La necesidad de desarrollar diálogos tripartitos que permitan “implementar ajustes salariales justos”, así como el fortalecimiento de los sistemas de protección social, generándose, además un mayor apoyo a “los ingresos y la seguridad alimentaria cuando sea necesario”.
En esa misma dirección, detalla la OIT, deberán ajustarse “las políticas macroeconómicas para que aborden las presiones relacionadas con la inflación y la sostenibilidad de la deuda mientras impulsan una recuperación inclusiva y rica en empleo”, generando una eficaz “asistencia a los grupos y sectores más afectados”, haciendo un énfasis especial “en los trabajadores vulnerables y en los que transitan de la economía informal a la formal”.
Finalmente se sugiere el desarrollo de “políticas sectoriales bien diseñadas y de largo plazo que promuevan la creación de empleos decentes y verdes, apoyen la sostenibilidad y la inclusión, y ayuden a las empresas, particularmente a las micro, pequeñas y medianas”.