Este martes la Comisión Nacional Pro-Referéndum anunció que, hasta ese momento, había contabilizadas 572.551 firmas para habilitar una consulta popular contra 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC).

Es una hazaña. Lo es en cualquier circunstancia; pero mucho más en medio de la pandemia y de la crisis sanitaria, económica y social, provocada por el rotundo fracaso de las políticas del gobierno de la coalición de derecha. Y también de la ofensiva brutal de todo el poder concentrado de las clases dominantes, que sumaron al que siempre tuvieron y nunca perdieron (la propiedad de los medios de producción, de la tierra, del capital financiero y de los grandes medios de comunicación), la administración del Estado, que recuperaron luego de 15 años; por consolidar su hegemonía, material, política e ideológica en la sociedad. No estamos en un momento de ofensiva del movimiento popular, muy por el contrario, vivimos un momento de ofensiva del bloque del poder. Por eso hay que aquilatar el enorme esfuerzo militante que permitió estar ya rozando las 600 mil firmas.

Siendo todo lo anterior cierto, también lo es que aún no alcanza. Desde la Comisión Nacional Pro-Referéndum, Fernando Pereira, presidente del PIT-CNT, convocó a redoblar la militancia, para construir, entre todas y todos, una nueva hazaña popular. En el mismo sentido se pronunció Juan Castillo, secretario general del PCU, pidiendo “mantener y si es posible aumentar el ritmo de recolección hasta el último día”.

Es importante reiterar algunos argumentos centrales de por qué es trascendente esta campaña de recolección de firmas. En primer lugar, porque ahora es el eslabón principal del enfrentamiento a la restauración conservadora y constituye, en la práctica, un esfuerzo por cambiar el rumbo, con repercusiones generales. La LUC junto a la Política Salarial y el Presupuesto son las tres herramientas centrales de la restauración conservadora. En segundo lugar, porque defiende la democracia de la degradación que implica la aprobación de una ley ómnibus, sin discusión y con el desconocimiento de la mayoría de la población sobre ella. Es el diálogo de miles con miles el que está permitiendo generar el debate que el gobierno y la derecha no quieren; no sólo han rehuido los debates, sino que el presidente Lacalle Pou negó la cadena nacional de radio y televisión a la Comisión Nacional Pro-Referéndum en una nueva decisión antidemocrática.

No es de extrañar, como antecedente hay que recordar que cuando la votación sobre la Ley de Impunidad, en 1989, el gobierno de Julio María Sanguinetti, en connivencia con los canales privados de televisión, censuraron un spot del Voto Verde en el que Sara Méndez hablaba de su hijo desaparecido. En tercer lugar, porque es la posibilidad de frenar el retroceso que implica la LUC en sí misma: el aumento de la discrecionalidad policial; la ampliación delirante del derecho de legítima defensa; la restricción del derecho de huelga; la autorización de desalojos exprés de inquilinos; la vulneración de la autonomía y una reforma regresiva en la educación, que elimina la participación de los docentes; sienta las bases para una reforma regresiva en la seguridad social; el debilitamiento del Instituto Nacional de Colonización; los súper poderes para la nueva estructura de Inteligencia; la regla fiscal, que ata de manos al Estado en medio de una de la crisis y perpetua el ajuste neoliberal; las privatizaciones y el desmantelamiento de las empresas públicas.

Los argumentos son importantes, los tenemos, por eso queremos debatir y el gobierno y la derecha no; pero en estos días que faltan el desafío no es discursivo, es práctico, es de organización: hay que mantener mesas y barriadas cada día; hay que entregar rápidamente las firmas recolectadas y hay que organizar una enorme pueblada en la Jornada Nacional de este 27 de junio, el mejor homenaje a otra maravillosa expresión de conciencia popular: la Huelga General.

Habrá tiempo de balances y de aprendizajes, en estos días hay que dialogar, convencer y juntar firmas. Sumate, entre todas y todos podemos construir otra hazaña popular.


 

Nunca más

El 27 de junio de 1973 la oligarquía y los sectores más conservadores del Uruguay dieron un golpe de Estado y los sectores populares respondieron con una Huelga General, defendiendo la democracia y la libertad. Hoy, cuando la restauración conservadora incluye la operación desmemoria, es fundamental reivindicar que no conmemoramos a los golpistas sino a quienes los enfrentaron. Por eso, desde 2014, el 27 de junio es el Día de la Resistencia y Defensa de la Democracia.

Hace 48 años, el presidente Juan María Bordaberry, electo por el Partido Colorado, apoyado por los sectores más conservadores de las clases dominantes y los militares fascistas, consumó el golpe de Estado, inició 11 años de dictadura, de terrorismo de Estado y ajuste contra el pueblo. El golpe lo dieron los sectores más conservadores de los partidos tradicionales, los militares fascistas y lo apoyó el imperialismo yanqui. La CNT, la FEUU, la UDELAR, el Sindicato Médico del Uruguay, las organizaciones populares, la izquierda con el Frente Amplio y los sectores democráticos de los partidos tradicionales, rechazaron el golpe. El fascismo buscó destruir a las organizaciones y las y los militantes que luchaban por la democratización de las relaciones sociales; buscó cortar de raíz el proceso de acumulación de fuerzas del pueblo.

El golpe de Estado tuvo elementos comunes con las dictaduras que asolaron nuestro continente; pero algo único de nuestro país fue la respuesta popular: la Huelga General. En 1964, ante el golpe en Brasil, el movimiento sindical uruguayo resolvió responder con una Huelga General a un golpe de Estado.

En la madrugada del 27 de junio de 1973 miles de trabajadores ocuparon en defensa de la democracia y la libertad. Los estudiantes pagaron con sangre su compromiso: durante la Huelga fueron asesinados Ramón Peré y Walter Medina. La dictadura ilegalizó la CNT, ordenó la captura de sus dirigentes, habilitó los despidos y la destitución de los huelguistas, no fueron pocas las patronales que presentaron listas. Por todo ello reivindicamos ubicar a la resistencia popular y a la Huelga General en su justo lugar. Es cierto que no logró frenar la instalación de la dictadura, entre otras cosas porque salvo el del FA no contó con un amplio respaldo político; pero sin Huelga General la resistencia, permanente de 11 años, hubiera sido mucho más difícil. La Huelga General es uno de los episodios más hermosos de convicción democrática de la historia nacional y los protagonistas centrales fueron los trabajadores. Como cada año reivindicamos, por justicia histórica, el papel jugado por el diario EL POPULAR en la resistencia y, en particular, durante la Huelga General. En la última sesión del Senado, cuando ya se escuchaba el ruido de los tanques, el senador de la 1001 y el Frente Amplio y dirigente comunista, Enrique Rodríguez, denunció el carácter de clase del golpe de Estado y reivindicó el papel que jugarían la izquierda y la clase trabajadora en su enfrentamiento: “En la calle, en la dura lucha, en las confrontaciones, en la sangre que seguramente verterán los que han llevado al país a esta encrucijada, más allá de todo esto, surgirá un pueblo que como aquí se ha dicho, no ha nacido para ser esclavo y, en el centro de ese pueblo –que nadie tenga un asomo de duda – estarán las fuerzas que componen el núcleo político que nosotros representamos y dentro de él estará, lo digo con orgullo, con la bandera desplegada en su forma más alta y gallarda, la clase trabajadora del Uruguay que nunca ha fallado a las causas populares y que no fallará ahora”.

A 48 años del golpe y de la Huelga, reiteramos nuestro compromiso: Nunca Más; ni golpe de Estado, ni dictadura, ni ajustes contra el pueblo.

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