Manuela D´Avila, candidata a la vicepresidencia de Brasil, con El Popular durante su visita a Uruguay en 2018, buscando apoyo para lograr la libertad de Lula. Foto EL POPULAR.

Supremo Tribunal de Brasil falla a favor de Lula y expone a Moro

Por Gabriel Mazzarovich

El ex presidente de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, obtuvo este martes una importante victoria judicial. El Supremo Tribunal Federal de Brasil falló a su favor y tendrá acceso a los mensajes filtrados del ex juez Sergio Moro y los fiscales de la causa Lava Jato, que coordinaron y conspiraron en su contra.

Este fallo es considerado de importancia vital porque, según varios analistas brasileños, sería un paso muy firme hacia la anulación de las condenas en su contra. Los abogados de Lula afirmaron que estos diálogos, que corresponden a chat de Telegram, son pruebas contundentes para demostrar la existencia de una campaña de Lafware y de persecución política.

Según informaron Portal Vermelho y Página 12, el fallo fue dado a conocer por la
segunda sala del máximo Tribunal judicial de Brasil, que, por mayoría, rechazó un recurso conjunto de la fiscalía, la defensa de Moro y del exjefe de fiscales de Lava Jato, Deltan Dallagnol. Este recurso pretendía impedirle a Lula el acceso a una copia de los diálogos para que no los pudiera usar en su defensa.

En esas conversaciones, que son de varios días, se demuestra la existencia de una conspiración entre el Juez y los Fiscales, para culpar a Lula, arreglar pruebas, coordinar declaraciones y forzar las delaciones premiadas para acusarlo. En ellas también se revela la coordinación e intercambio de información ilegal con agencias y operadores judiciales de varios países. También la coordinación con periodistas y medios de comunicación de Brasil que recibían filtraciones que hacían aparecer como primicias e investigaciones para instalar en la población la idea de que Lula era culpable. Es decir, el armado completo de la causa judicial y una verdadera campaña de opinión pública.

Según informan los medios citados, entre los diálogos de Telegram hay mensajes del fiscal Dallagnol festejando con júbilo la condena de Lula y diciendo que fue un «Regalo de la CIA».

También estas conversaciones prueban que hubo intercambios de información ilegales y clandestinos con fiscalías de Suiza y el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Una verdadera conjura internacional para sacar a Lula del medio e impedirle presentarse a las elecciones en las que era favorito en todas las encuestas.

Cabe recordar que desde el primer momento, quienes defendimos la inocencia de Lula, señalamos, en Brasil y en el mundo entero, que llamaba mucho la atención que un juez de Curitiba accediera a toda esa supuesta información en la que basó su acusación. También señalamos que Moro había sido formado en EEUU y que participó de varios de los programas que ese país tiene, a través de varias de sus agencias, para infiltrar y usar a operadores de los sistemas de justicia de América Latina. EEUU y sus agencias de inteligencia han definido a los sistemas judiciales y sus operadores en América Latina como un centro de poder sobre el que había que operar desde el Documento de Santa Fe de 1980, durante la administración de Ronald Reagan.

Moro se formó en EEUU sobre investigación de lavado de dinero. Su investigación sobre Petrobras, la petrolera estatal brasileña, fue central para justificar la privatización por pedazos de la empresa y abrir el Presal, un fabuloso yacimiento petrolero de gran profundidad en el mar territorial brasileño, a la participación de empresas de EEUU. Moro también operó para darle argumentos al proceso de «impeachment» y golpe de Estado contra Dilma Rousseff. Los manifestantes de derecha contra Dilma mostraban el rostro del juez y lo calificaban de “Súper Moro”.

Moro utilizó la delación de otros acusados casi como elemento fundamental para obtener “confesiones” a cambio de reducir las penas. Este es un recurso usado en varios países, pero cuando pasa a ser el casi único método de obtener pruebas se presta a la manipulación y a la arbitrariedad.

Los cuestionamientos a la más que evidente vinculación de Moro con EEUU fueron calificados de “delirios” por la derecha y gran parte de los medios de comunicación. En ese momento dijimos que habría que esperar a que los yanquis desclasificaran sus archivos. No fue necesario esperar tanto, Moro y Dallagnol, ebrios de impunidad y soberbia, lo evidenciaron en sus chat.

La resolución judicial y los argumentos

La resolución de este martes fue adoptada por mayoría de 4 a 1. Según informa Portal Vermelho votaron a favor de Lula los jueces Gilmar Mendes, Ricardo Lewandowski, Carmen Lucia y Kassio Nunes Marques. Este último magistrado fue designado por Bolsonaro, lo que habla de la contundencia de las evidencias. El único que votó en contra fue Edson Fachin, un juez que aparece en los chat como aliado del fiscal Dallagnol y de Moro para armar las causas. Fachin debió, por decencia, haberse excusado de participar del fallo por su implicación personal. Pero está claro que decencia es lo que no tiene.

Gilmar Mendes dijo que «este modelo de Justicia es de un estado totalitario, que fue complaciente por parte de los medios. Como dijo el New York Times, es el mayor escándalo judicial de la historia de la humanidad. Está lleno de delitos, repercutiendo en todo el mundo”.

Mendes dijo que Moro y el proceso del Lava Jato usaron al poder judicial desde la ciudad de Curitiba para investigar y presionar inclusive a funcionarios de la Receita Federal, la agencia recaudadora brasileña, obligándolos a filtrar información a periodistas “de confianza”, que generaban publicaciones y notas, creando el clima en la opinión pública para sostener los fallos de primera instancia. Esto se muestra con especial claridad en los días en que debía decidirse si Lula continuaba en prisión a la espera de la dilucidación del caso. “No puede quedar libre”, les dice Moro a los fiscales y les exige que se publiquen notas y se presione a quienes debían decidir.

Lula estuvo 510 días preso en la cárcel de la Policía de Curitiba y fue inhabilitado a participar de las elecciones de 2018, ganadas por Jair Bolsonaro. En noviembre de ese año, Moro hizo público su apoyo a Bolsonaro y se lanzó a la política. Moro asumió el 1 de enero de 2019 como ministro de Justicia, una estrella del gabinete del ultraderechista Bolsonaro, que le premió por los servicios prestados con ese cargo; luego asumió en la Corte de Justicia y finalmente renunció en mayo de 2020 por diferencias con su padrino político y mentor.

Moro fue presentado como un paladín de la lucha contra la corrupción, hizo entrevistas en todo el mundo y dio conferencias en varios países, también aquí en Uruguay.

Queda demostrado lo que es: un operador del poder, usado por la CIA, conspirador, un delincuente.

Todavía falta y el daño hecho a Lula y al pueblo brasileño ya está. Pero queda la dignidad de Lula y la de quienes acamparon más de un año para reclamar su libertad frente a la cárcel de Curitiba, fueron agredidos por la Policía y por grupos fascistas y matones. También la de los que fueron a expresar allí su solidaridad. Los y las que lo hicieron en todo el mundo y aquí en Uruguay.

La causa sigue, pero lo de este martes es un paso fundamental.

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