Tuiteando desde el cyber… (tario)

Si la orden presidencial lo había dejado expuesto, la concreción de la misma fue un mojón que marcaría la impronta del presidente del SECAN (Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional). Un puesto que debiera reflejarse en una gestión plural y democrática de los medios públicos.

Con su legajo de periodista a cuestas y devenido en figura (¿?) política fue premiado con el puesto al mejor estilo de aquel recordado «Gorostiaga» del inefable Olmedo. “El puesto es casi suyo…” le dijeron y puso proa a conseguirlo.

Pero luego había que mantenerlo y en eso anduvo y permanece quien hace uso y abuso de las redes sociales en actos de sincericidio que lo muestran tal y como piensa.

Un puesto de tanta importancia como el suyo merece una gestión profesional y de nivel superior al de un barrabrava que –encima- hace política de baja estofa desde un cargo público…

Se fue el balde y la cadena…

El triunfo de Lula Da Silva en la segunda vuelta electoral de Brasil, fue motivo suficiente para que el actual director del SECAN – Gerardo Sotelo- se despachara con un tuit irreverente e indignante para quien ostenta un cargo público como el suyo. Nada menos que el titular del servicio que dirige los medios públicos de difusión del país, se despachó de forma irrespetuosa contra el presidente electo del coloso sudamericano. Algo que también hizo con el calificativo que utilizó para referirse al actual mandatario brasileño, al tildarlo de facho, aunque seguramente no lo haya siquiera utilizado con un sentido despectivo.

Lo cierto es que casi al mismo tiempo que lo vomitó en la red social del pajarito, le llovieron críticas y, particularmente, tuve el impulso de expresar lo que me produjo su mensaje: vergüenza, y así le respondí. Algo que seguramente sintieron muchos otros uruguayos que frecuentamos esa red social y que no nos sentimos representados por sus dichos ni mucho menos.

Tuve el triste privilegio de recibir una respuesta de su parte que no hizo más que confirmar su pensamiento, expresado en el tuit original, a pesar de la reversa rápidamente aplicada en un posterior intento de aclarar sus dichos. Algo que intentó parecer una disculpa, esfuerzo en el que fracasó con total éxito.

Su camuflada disculpa es muy parecida a manifestaciones de otros tuiteros que suelen derrapar en la cloacal red de los 280 caracteres, con la sustancial diferencia que aquellos ostentan fueros parlamentarios que él carece.

Otro de los flancos que desnudaron su verdadera intención fue que en la respuesta que me dedicara, dejó claramente estampado que su aclaración fue un burdo intento por disimular el error cometido, ya que su respuesta desenmascaró el verdadero sentir de su mensaje original. Algo que le hicieron notar varios tuiteros que capturaron los mensajes, por las dudas que los borre, ¿vió?

Si algo aprendí en los años que manejo esta red social del pajarito azul es que hay que enfriarse antes de tuitear, y leer muy bien lo escrito antes de hacer click. Porque, después que lo lanzamos ya no nos pertenece y no hay espacio para las disculpas, por más sinceras que estas fueren.

Lo más triste es que lejos de aceptar que se equivocó, mantenga sus dichos a como dé lugar y piense en buscar algún resguardo en el blindaje presidencial que supo disfrutar antes pero que no es seguro mantenga hoy. Justo en tiempos donde al presidente le surgen intrincadas vinculaciones que afectan su imagen institucional.

Parece mentira que se esté hablando de este episodio con el mismo protagonista. Alguien a quien tenemos muy presente con aquella escena donde recibió la orden presidencial de “echar alguno más”, tras la desvinculación de la periodista Giorgina Mayo de TNU.

Alguien que, siendo el encargado de la gestión de los medios públicos de difusión del país, debería tener un poco de recato y ecuanimidad a la hora de expresarse, a sabiendas que están de paso y administran recursos que no son suyos sino de todos los uruguayos. Y que tienen la obligación de gestionar para todos sin excepciones, y no sólo para los que los votaron.

Olvidarse de sus obligaciones republicanas y dejar salir al hincha que llevan dentro es un mal camino, y sí… debería darle vergüenza.

Por lo menos con ello, demostraría que algo todavía mantiene de aquel periodista que supo ser.

el hombre puso la reversa,

el perro le ladró un cambio…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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