Uruguay ingresa a zona Amarilla

Según informó el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE) este jueves fueron analizadas 2.430 pruebas para la detección de COVID-19, que revelaron 38 casos nuevos de la enfermedad, 25 de Montevideo, 6 de Rivera y 7 de Canelones. En todos los casos ya están identificados los contactos y se mantiene un estricto seguimiento epidemiológico. Actualmente hay en nuestro país 444 casos, 7 en cuidados intensivos y 1 en cuidados intermedios.

Tras una reunión de dos horas encabezada por el presidente Luis Lacalle Pou, el gobierno definió la suspensión de las clases presenciales por quince días en Rivera y que se refuercen los controles en esa frontera. Se extremará la fiscalización y se llevará a la Justicia a las personas que incumplan las medidas, añadió. Sobre la temporada turística, este viernes se tratará el tema, pero adelantó que será un verano restringido.

Para analizar la situación EL POPULAR dialogó con el doctor Miguel Fernández Galeano, ex viceministro de Salud, ex asesor de ASSE y consultor de la Organización Mundial de la Salud.

Fernández explicó que según el Indicador Epidemiológico P7, que mide el Promedio de casos por 100.000 habitantes, acumulado en los últimos siete días, del Global Health Institute de Harvard, la calificación de verde es menos de 1; Amarillo de 1 a 10; Naranja de 10 a 25 y Rojo más de 25. Al jueves Uruguay tenía 1.17, es decir ya pasó de Verde a Amarillo; Rivera 10.77, está en Naranja; Colonia 2.20, Amarillo y Montevideo 1.64, también Amarillo.

-¿Preocupan los números de estos últimos días de la Covid-19 en Uruguay y si es así, por qué?

Efectivamente preocupan. En materia de preocupaciones hay que tener en cuenta el número de brotes y la cantidad de personas que tiene cada brote. Los dos temas importan. Si el número de brotes es mucho preocupa, aunque los brotes no sean muy grandes, y con brotes grandes, también, porque el problema es que aumenta la cantidad de gente capaz de contagiar.
La realidad que tenemos, es lo que se llama la incidencia acumulada del promedio de 7 días, siempre el riesgo inmediato porque si uno toma el riesgo de todo el periodo de la pandemia disminuyen mucho los datos, sobre todo cuando son números bajos. Cuando son números bajos hay que mirar mucho los cambios. Y los cambios han sido importantes de manera tal de que si tomamos los indicadores de riesgo tenemos Rivera con amarillo y Uruguay en su conjunto entrando a riesgo amarillo y los departamentos de Colonia y Montevideo entrando en riesgo amarillo. Entonces tenemos una realidad de pasaje de riesgo bajo a riesgo intermedio y de riesgo intermedio a riesgo alto se puede pasar en cualquier momento. En resumen, hay un cambio de lo que es una transmisión comunitaria de baja intensidad a iniciarse un contagio comunitario de alta intensidad.
Cuando se rompe ese umbral -todavía no podemos decir que el umbral está superado porque dependerá de cómo se comporte en los próximos días- la posibilidad de hacer la vigilancia epidemiológica, o sea la posibilidad de cercar los brotes, se complejiza.
Entonces contener brotes y hacer vigilancia epidemiológica activa se convierte en un elemento central. En resumen, estamos en una situación -no digo números- pasando de verde a amarillo, levemente Uruguay recién lo acaba de pasar con los datos de los últimos 7 días y Rivera con el peligro de pasar a alto riesgo que es el rojo, aunque todavía estamos lejos.
Una característica que tienen las epidemias, y eso es lo verdaderamente preocupante, es que el pasaje de una situación a otra, cuando se pierde el control, puede ser muy rápido.

-¿Qué medidas podrían ser adoptadas?

Pues yo creo que es absolutamente fundamental que finalmente se cumpla con todas las medidas no medicamentosas, las que no tienen que ver con vacunas ni con tratamientos que son las que previenen el contagio. Distanciamiento físico sostenido, no aglomerarse, no estar en lugares cerrados, el tiempo de exposición reducido, el uso correcto del tapabocas, todo el tema de la higiene de manos para evitar el contagio, pero esas son las medidas a la población.
Pero yo estoy haciendo un concepto político que es que la administración o los gobiernos no pueden cuando va bien decir que los resultados son resultados del gobierno y si se empieza a complicar trasladarle los problemas a lo que la gente hace. Sin duda que el comportamiento de la gente es muy importante, pero también es importante tomar algunas medidas de gobierno. ¿Y cuáles son? Hay que manejar las fronteras, sobre todo las fronteras de Rivera con mucha más energía, yo diría que pegando una reducción muy grande de la actividad económica, eso es algo que se impone. Tengo menos confianza en el cerco, porque los cercos sanitarios son muy complicados, pero algún tipo de restricción de la circulación hay que tener. En Centroamérica los han aplicado mucho con criterios militares, entonces yo soy muy cauteloso con los cercos epidemiológicos.
Pero la gran herramienta es aumentar la capacidad de la vigilancia epidemiológica.
Hay que descentralizar la vigilancia, sin que pierda el Ministerio el control. Hay que hacer equipos locales de vigilancia epidemiológica con participación del personal de salud del primer nivel de atención, de los prestadores públicos y privados del Sistema Nacional Integrado de Salud, funcionarios de la intendencia.
La vigilancia epidemiológica activa es una persona que sepa hacerla, que esté capacitada, con un teléfono, haciendo tarea de investigación. Es lo que se llama el rastreo. Es muy militar toda la lógica epidemiológica pero hay que rastrear, testear a lo que rastreas y aislar a los positivos. Uruguay ha tenido capacidad para hacer eso, con el aparato central del Ministerio, pero hay que descentralizar y poner un nivel de intervención mucho más activo con equipos locales, que aparentemente en Rivera -según lo dicho ayer- se había multiplicado por 5 la capacidad de rastreo. Bueno, hay que lograr eso. Lo importante es no perder el seguimiento de los hilos epidemiológicos.

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