Chile. Unas elecciones inquietantes

Hugo Guzmán R (*)

Santiago. Más que la alternancia en el gobierno, lo que se juega en las elecciones presidencial y legislativa de este 16 de noviembre en Chile, es la persistencia de una administración comandada por una alianza de la socialdemocracia y la izquierda, o la llegada a La Moneda de un personero de la extrema derecha.

Desde una perspectiva internacional y regional, está abierta una ventana a que Chile pase al grupo de gobiernos ultraderechistas y “libertarios”, y se sume a Argentina, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Hungría, Italia, entre otros países, en una suerte de grupo ultraconservador.

Aunque no está desechado que finalmente se produzca un triunfo electoral de las fuerzas socialdemócratas, progresistas y de izquierda, representadas por Jeannette Jara, militante del Partido Comunista, y se evite la llegada al gobierno de la extrema derecha.

En todo caso, la fuerza presentada en estas elecciones por dos candidatos (José Antonio Kast y Johannes Kaiser) y dos partidos (Republicano y Nacional Libertario), representativos de las posturas más retardatarias y autoritarias, evidencia el avance de la base de apoyo político/electoral de la extrema derecha, sumando a Chile a los países donde hay una instalación de ese sector.

Ya no se trata de la derecha tradicional/convencional, sino de la derecha más dura, extrema, ultraconservadora, que promete, como en otros países, medidas represivas, autoritarias y populistas para “combatir” el crimen organizado, el narcotráfico, la delincuencia, la migración y la manifestación popular, y radicalizar las medidas de corte neoliberal y pro-empresarial. A eso se suma la predisposición de sumarse a las políticas trumpistas, y de hecho Kaiser dijo que apoya una intervención militar en Venezuela.

De allí que, de cara a la elección, los sectores socialdemócratas y de izquierda deban asumir un doble desafío, el de ganar la disputada para tener un gobierno promocionador de transformaciones con objetivos sociales y mejora de la calidad de la democracia y, al mismo tiempo, frenar la posibilidad de que se imponga la extrema derecha.

Más allá de vocerías propias de cada candidatura y presagios de triunfos, los datos-realidad, de acuerdo a la gran mayoría de encuestas y análisis cualitativos, se trata de comicios reñidos y con dosis de expectativa. 

Todo apunta a que Jeannette Jara, candidata de la alianza “Unidos por Chile”, gana la primera vuelta presidencial de este 16 de noviembre. José Antonio Kast tendría la mejor opción para ocupar el segundo lugar, con lo cual él y Jara irían a la segunda vuelta el 14 de diciembre. Pero hay cierta incertidumbre en cuanto a la votación que podrían obtener Evelyn Matthei, de la derecha tradicional, y el ultraderechista Johannes Kaiser, en lo que se considera una suerte de empate técnico entre esas candidaturas. Sin embargo, sería sorpresivo que Kast no pasara al balotaje.

Los análisis, incluidos los de voceros del comando de Jara, indican que ella debe obtener entre el 30 al 35 por ciento, y aventajar por cuatro a cinco puntos a quien la siga en el segundo lugar, para llegar con chance a la segunda vuelta. Si eso no ocurre, todo puede ser más cuesta arriba.

Se presume que la candidatura de derecha o extrema derecha que pase al balotaje, podría asegurar una votación arriba del 50 por ciento, sumando a todas esas fuerzas, pero eso no es garantía de triunfo y dirigentes políticos y representantes de la derecha económica expresaron que “no hay carrera corrida”.

Un factor determinante, todos coinciden en eso, tanto en la primera vuelta y más en la segunda, es el sufragio de 5 a 6 millones de personas que irán a las urnas porque el voto es obligatorio, pero antes no habían sufragado en este tipo de comicios. Ahí hay un “voto volátil”, difícil de prever. De ocho candidaturas en la elección de este 16 de noviembre, se pasará a una binaria el 14 de diciembre, y ahí la masa electoral se moverá. 

En cuanto a los comicios legislativos, las encuestas y los análisis indican mayoritariamente un posible triunfo de la derecha tradicional y la extrema derecha; podría llegar a tener mayoría simple en el Congreso. Esto está dado sobre todo por el avance de la ultraderecha. Sin embargo, hay apreciaciones de que candidaturas socialdemócratas, de izquierda y populares, que tienen sus particularidades en regiones y comunas del país, podrían inclinar la balanza y finalmente lograr un triunfo sobre los partidos más retardatarios. Como sea, en el ámbito de la elección legislativa la competencia es reñida y nada está del todo asegurado.

En el contexto y en lo grueso, estas son elecciones cruzadas por el voto  obligatorio que amplía en más de cinco millones los electores (la mayoría de sectores populares de todo el país), la instalación fuerte del tema de seguridad pública y delincuencia, alza del costo de la vida y episodios como el cobro indebido en las cuentas de la luz de chilenas y chilenos por “errores” de las empresas y el Ministerio de Energía, un descrédito “de la política” donde la valoración de los partidos y el Congreso está entre uno y tres puntos en todas las encuestas, continuidad de casos de corrupción institucional, y una campaña de mucho roce y controversias de baja monta donde temas importantes parecen desplazados por la guerra mediática donde no estuvieron ausentes operaciones de desinformación y mentiras. 

Ya el domingo se sabrá cómo queda la correlación de fuerzas en el Congreso y en qué condiciones pasan a segunda vuelta las candidaturas que ocupen el primer y segundo lugar este domingo. Se irá diseñando el escenario que le presentará Chile a la comunidad internacional y regional.

(*) Especial para EL POPULAR de El Siglo de Chile.

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