Gonzalo Perera
Más allá de la gran corrupción que desplegó la FIFA cuando la elección de sede, más allá de todos los trabajadores inmigrantes que trabajaron en condiciones infrahumanas y dejaron sus vidas en la construcción de estadio e infraestructura en general, es un hecho que a partir del próximo fin de semana, la atención de la gran mayoría del Uruguay y de inmensas masas en todo el planeta, se concentrarán en el mundial de Qatar. La pasión que genera el fútbol en la mayor parte del mundo, y en particular en nuestro país, donde es parte medular de nuestra cultura (para bien y para mal), no debería implicar olvidar las nefastas sombras que hay tras este mundial tan manchado como ostentoso. Pero cuando la pelota empiece a rodar, verla incrustada en la red contraria es el primer pensamiento y deseo que tendrán una cifra astronómica de futboleros.
En ese marco tan dual y contradictorio, quizás una imagen futbolera, referida a la parte más sana (o menos jodida) de la historia, que es lo que pasa dentro de la cancha y once contra once, puede ser muy adecuada. Es harto evidente que uno cosa es jugar con avances y despliegues veloces y otra, muy distinta, es jugar apurado. El que juega apurado sale en un pique desesperado cuando agarra la pelota, y, en vez de ver que tiene un pase clarito para dar a un compañero a su costado, agacha la cabeza e intenta pasar por donde hay tres para marcarlo. Claro está, termina entregando la pelota a domicilio, yéndose con ella afuera, o cayendo de cabeza en el pasto tras algún trancazo. El apurado se olvida de mirar toda la jugada, cómo viene el partido, donde están sus compañeros, y en función de todo eso, tomar la decisión más inteligente, o como se dice frecuentemente “leer el partido” y “hacer lo que le pide ese momento”.
Avanzar y con velocidad es muy otra cosa, es el fruto de un trabajo de equipo, donde bloques de jugadores se desplazan y hacen transiciones hacia la ofensiva mientras otros hacen relevos y cuidan el balance del equipo. Eso se entrena y se razona, requiere automatismos de base y decisiones inteligentes, que sorprendan al rival en la cancha. Hay equipos que parecen volar en la cancha tocando de primera, hay otros que vuelan metiendo en el momento justo pases largos a jugadores muy veloces, hay distintos estilos y formas de hacerlo. Pero siempre está el no apurarse, sino preparar la jugada, de ser posible con cambios de ritmo, pasando de movimientos de menor velocidad a, súbitamente, otros vertiginosos. El pase justo que desarma la defensa contraria, sea largo o corto, rastrero o de aire, siempre debe salir en el momento justo, ni un segundo antes ni uno después, sino cuando las posiciones de los propios y de los adversarios abren la oportunidad de generar esa ofensiva incisiva.
Las analogías entre lo que pasa en la cancha de fútbol, más allá de la FIFA y las fortunas y abusos de los emires, con lo que ocurre en la política, cancha pesada si las hay, son frecuentes en esta página y en este momento, inevitables.
Una cosa es apurarse y otra cosa es avanzar, pues, es el mensaje futbolero. Más aún: el apurado es difícil que avance, y el que quiere avanzar, no debe apurarse.
Exactamente la misma frase se aplica a la política y es de particular pertinencia hoy, sobre todo para quienes somos frenteamplistas. Para avanzar hay que hacerlo como colectivo, en función de lo acordado y previsto, y si hay que cambiar de ritmo hay que manejar con justeza los tiempos, sin apresuramientos que pueden poner en riesgo el resultado.
No queremos ser elusivos: esto tiene que ver con la intensidad con que en distintos medios están apareciendo propuestas de nombres como candidatos del FA para las internas que se realizarán en abril del 2024, es decir, en 18 meses. Algunas veces son frenteamplistas que se pronuncian por tal o cual nombre, y respetando sus posiciones, nos parece que 18 meses es demasiado tiempo, sobre todo cuando vivimos en un país empobrecido, hambreado, carente de medicamentos básicos, con prácticas delictivas en esferas gubernamentales, que no puede detener el agravamiento del problema de la violencia e inseguridad que fue su “caballito de batalla”, que les saca poder adquisitivo a las inmensas mayorías para transferirlos a muy reducidas minorías que concentran fortunas. Que modifica la Educación a prepo, e ignorando por completo las mejores tradiciones nacionales en la materia. Que pretende una reforma de la Seguridad Social que hace que, jubilarse a los 60 años con 38 mil pesos de jubilación se transformará en jubilarse a los 65 con 30 mil pesos de ingreso. Trabaje más por menos, es la suerte que tendrá el trabajador. Mientras tanto, el gran capital que se está incrementando anualmente en miles de millones de dólares, no se toca. Con un MIDES que parece más preocupado por atacar a las organizaciones sociales, que porque la gente no pase hambre. En este contexto de pesadilla, 18 meses es demasiado tiempo, donde mucha cosa puede ocurrir e incidir.
Algo que nos parece muy importante destacar, es que el FA no tiene que preocuparse de candidatos y candidatas. Tiene varias excelentes opciones. Nuevas generaciones de referentes, ya experimentados políticamente, con carisma, con capacidades comunicacionales, solidez e inteligencia muy destacadas. A diferencia de la coalición, donde el único candidato cantado es el carismático y juvenil Manini, y que tendrá que buscar otros nombres con lupa en sus filas, en el FA hay diferentes nombres, con distintas improntas personales y estilos políticos, que aseguran que, opciones no van a faltar. Parece entonces prudente esperar al menos 6 meses más, antes de entrar en la ansiedad electoral que busca candidatos, que es un problema real de la derecha, no del FA.
Pero por otro lado, no siempre es desde el FA que se hacen planteos sobre el nombre X o el nombre Y. Los medios hegemónicos los están poniendo en el tapete todos los días. La sobreexposición puede desgastar. Además, es evidente que los grandes medios no tratan igual a todos los nombres. Sin entrar en detalles, es muy claro que pegan mucho más a quien por algún motivo más molesta. De esa forma pueden influenciar la opinión incluso frentista y terminar incidiendo en nuestra toma de decisiones. Y cuidado, que quien hoy no sea la persona más atacada, dentro de tres meses puede serlo, pues eso depende exclusivamente de los intereses y evaluaciones estratégicas y tácticas de la derecha defendiendo al gran capital.
No es saludable apurarse y sobre-exponerse. Es como el cuadro que se va todo el ataque, sin pensar que si pierde la pelota, queda totalmente descubierto. Es innecesario y puede costar carísimo.
Uruguay tiene hoy muchísimos problemas mucho más dolorosos que la suerte de la celeste. El pueblo uruguayo la está pasando muy mal, con perspectivas de empeorar. Las movilizaciones sociales están en ebullición, de estudiantes y gremios de la educación, de ONAJPU, de la central sindical, etc. El FA debe estar afinando la sintonía para encausar ese programa (propuestas y gente dispuesta a llevarlas adelante), que se está gestando en las organizaciones sociales.
El FA expresando, según sus mecanismos orgánicos, esa construcción programática que se hace desde la base es la clave para avanzar. Apurarse en torno a perfiles de excelentes nombres, en este momento solamente distrae y desgasta. Ya habrá tiempo para ello.
Con el mayor respeto, pero tratando de ser claro: no se trata de apurar, sino de avanzar.
Foto de portada:
Acto final de la fórmula presidencial del Frente Amplio en el 2019. Foto: Nicolás Celaya /adhocFOTOS.