Médicos en audiencias públicas en Inglaterra informaron que los niños “preguntan si van a morir rápido en caso de que un misil los impacte, se preguntan por qué no murieron junto a sus padres y dicen que quieren morir para verlos lo más pronto posible”. Foto: Palestinian Center for Human Rights.

Hoy se cumplen 2 años de infierno en Gaza

Por Deny Extremera San Martín (*)

“Una de las primeras cosas impactantes que vi entrando [en Gaza] fueron los perros merodeando por las ruinas. Pregunté a un colega que me acompañaba por qué estaban tan gordos. Me dijo que porque están buscando cadáveres. Y te das cuenta de que la gente está delgada. Y ves esto durante kilómetros y kilómetros”.

Así contaba Tom Fletcher en marzo de 2025 su experiencia en Gaza, que calificó de “película de terror”. El secretario general adjunto de asuntos humanitarios de la ONU, que ha estado en otras zonas de conflicto y desastre, dijo a los periodistas que Gaza “está totalmente a otro nivel”.

A estas alturas (inicios de octubre, dos años después del comienzo de la actual embestida del Estado de Israel contra la Franja), hay consenso internacional sobre la perpetración de un genocidio.1 Se habla de más de 67 000 muertos por ataques israelíes en Gaza, una cifra que incluye más de 20 000 niños.

Una investigación de la revista israelí +972 y el británico The Guardian, tomando como punto de partida una base de datos del Ejército de Israel, señala que el 83% de los fallecidos han sido civiles.

Más de 2 500 muertos mientras intentaban acceder a ayuda humanitaria en los puntos de la privada y polémica Fundación Humanitaria para Gaza (GHF, siglas en inglés).

Más de cinco centenares de muertos, entre ellos unos 160 niños, por la desnutrición aguda que han provocado las restricciones al ingreso de ayuda humanitaria impuestas por Israel, cuyo Gobierno niega que haya hambruna en Gaza y hasta promovió una campaña publicitaria internacional, por decenas de millones de dólares, para negarla.

Unos 250 periodistas muertos −más que el total en las Guerras Mundiales, Vietnam, Corea, Afganistán y los Balcanes, solo en dos años de escalada militar−. Mayoritariamente palestinos, porque a Gaza no pueden ingresar reporteros extranjeros. El chaleco con la palabra PRESS los ha convertido en blancos. El argumento más empleado es que son terroristas o colaboradores de Hamás. Casi 300 trabajadores humanitarios muertos hasta agosto de 2025, más de 1 600 médicos.

Unos 170 000 heridos. La cifra no revela la realidad de lo que acontece: entre los heridos están los de bala, fragmentos de bombas y morteros, derrumbes en bombardeos… Están lo que han sufrido heridas consideradas leves y los mutilados o los desfigurados por graves quemaduras. Muchos son niños.

La ONG War Child Alliance ha denunciado que durante décadas los niños de Gaza y Cisjordania han enfrentado sistemáticamente violencia, detención sin juicio, acoso y discriminación bajo la ocupación israelí.

Los últimos dos años han empeorado la situación: uno de cada 10 ha sido mutilado o herido; al menos 17 000 han quedado huérfanos o han sido separados de sus padres o cuidadores, según datos de War Child y Save The Children International.

War Child ha advertido que “los niños de Gaza experimentan situaciones traumáticas a diario. Es probable que todos los niños necesiten apoyo urgente de salud mental y muchos requieren años de tratamiento especializado mientras luchan contra la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático. Es aún más difícil para ellos mirar hacia un futuro positivo cuando la educación se ha detenido por completo en Gaza y es cada vez más inaccesible en Cisjordania”.

En 2024, una evaluación de War Child y otras organizaciones entre centenares de familias gazatíes reveló que casi la mitad de los niños dice que “quiere morir” y un 96% siente que su muerte es inminente.

Un 87% muestra un miedo grave, un 79% sufre pesadillas, un 77% evita hablar de sucesos traumáticos, un 73% muestra síntomas de agresividad (92% niños y 54% niñas) y muchos tienen signos de retraimiento y ansiedad grave, junto con una sensación generalizada de desesperanza.

Unicef ha señalado que unos 50 000 niños han sido asesinados o heridos por las fuerzas israelíes.

Decenas de miles de desaparecidos bajo los escombros. Cientos de miles de desplazados −continuamente, de un sitio a otro, y vuelta a empezar−. Nueve de cada 10 habitantes de Gaza han sido forzados a huir de sus hogares durante los dos años de ataques por tierra y aire. Los sitios a los que se les ordenó ir, porque serían seguros, se han llenado de tiendas y también son atacados. Sus casas fueron destruidas. No tienen adonde regresar. Huyen de un lugar inseguro y llegan a otro.

Muchos recurren a fuentes de agua no potable, porque la gran mayoría de los sistemas de abastecimiento fueron gravemente afectados o dejaron de funcionar. Ya a finales de 2023 la capacidad de producción de agua apenas alcanzaba un 5% de la producción diaria habitual.

Meses atrás, una investigación del Consejo Danés para los Refugiados apuntaba que, en promedio, las familias en Gaza se han mudado seis veces durante el conflicto, pero algunas han debido hacerlo hasta 19 veces. Según historiadores y académicos especializados en conflictos, migración forzada y derecho internacional, el desplazamiento de la población de Gaza no tiene precedentes y es diferente a cualquier otro desde la Segunda Guerra Mundial en cuanto a las condiciones.

A los miles empujados a al-Mawasi, un apretado conglomerado de tiendas en un área costera arenosa −designada “zona humanitaria”, pero bombardeada repetidamente−, se les advierte, incluso, que no pueden entrar en el mar. Las fronteras están cerradas.

Gaza, se ha dicho repetidamente, ha sido por muchos años y es la mayor prisión del mundo a cielo abierto: entre las bombas, misiles, proyectiles de artillería y las balas, el hacinamiento y la hambruna, la falta de medicamentos y los brotes de enfermedades. Según la ONU, en julio pasado el 88% de la ya reducida Franja estaba bajo control militar israelí o bajo órdenes de evacuación de los residentes.

Muchos gazatíes de hoy son descendientes de quienes sufrieron la Nakba en 1948, cuando más de 700 000 palestinos huyeron o fueron expulsados de sus hogares. La memoria de esa tragedia y otras que seguirían −incluida la de miles de familias que han vivido en campamentos de refugiados por generaciones− han sembrado en ellos la triste noción de que cuando Israel ordena evacuar una zona, muy difícilmente podrán regresar.

¿Cuántos gazatíes han muerto realmente por la ofensiva sionista desde octubre de 2023? La pregunta puede parecer reiterativa. Pero no lo es. Tal vez nunca lo sepamos.

Se han cuestionado repetidamente las cifras de las autoridades sanitarias gazatíes −bajo gobierno de Hamás−, revisadas y aceptadas por organismos internacionales con presencia en la Franja y grupos de expertos internacionales. Pero el caos y la precariedad de los flujos de información entre la intensidad y la amplitud de los ataques, a toda hora y en toda la Franja, hacen pensar que incluso esas cifras pudieran ser una subestimación.

A inicios de 2025, The Lancet publicó un estudio estadístico de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la Universidad de Yale y otras instituciones, revisado por pares, que estimaba que entre octubre de 2023 y finales de junio de 2024 el número de muertes en Gaza (más de 64 000, según la investigación) fue un 41% más alto (+ 26 383) que las 37 877 registradas por las autoridades palestinas en ese periodo.3

Los autores del estudio afirman que la capacidad del Ministerio de Salud palestino para mantener registros electrónicos de defunción mostró ser confiable, pero se deterioró bajo la campaña militar de Israel, que ha incluido redadas en hospitales y otras instalaciones de salud e interrupciones en las comunicaciones digitales.

En junio de 2025, el diario israelí Haaretz citó el estudio de un equipo dirigido por Michael Spagat, economista en el Royal Holloway College de la Universidad de Londres y experto de renombre mundial en mortalidad en conflictos violentos, basado en una encuesta a miles de personas en el enclave.

Según la fuente, unos 100 000 palestinos habrían muerto en Gaza desde octubre de 2023, un 56% de ellos niños y mujeres.4

Spagat comentó que “es una cifra excepcional en comparación con casi todos los demás conflictos desde la Segunda Guerra Mundial” y posiciona lo que ocurre en Gaza “como uno de los conflictos más sangrientos del siglo XXI”.

Los datos del estudio revelan que la proporción de mujeres y niños muertos violentamente en Gaza es más del doble de la proporción en casi todos los demás conflictos recientes, incluidos Kosovo (20%), el norte de Etiopía (9%), Siria (20%) y Sudán (23%).

“Creo que probablemente estamos en algo así como el 4% de la población [de 2.3 millones] muerta”, dijo Spagat. “No estoy seguro de que haya otro caso en el siglo XXI que haya alcanzado ese nivel”.

Gaza es miedo, trauma, desesperanza. Muerte y escombros. Fletcher contaba que los empleados de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Gaza deben usar GPS, porque no hay otra forma de hallar el camino a sus hogares.

“Son solo ruinas. Mi personal intenta encontrar su camino a casa utilizando GPS, porque no hay referencias para navegar. No puedes ver lo que era una casa, un hospital o una escuela”, relató.

La ONU estima que alrededor del 92% de las viviendas de Gaza (unas 436 000) han sido dañadas o destruidas en estos dos años. Hospitales, centros de salud y escuelas han sido destruidos.

Luego del atroz e injustificable ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 −más de 1 200 muertos, 250 rehenes−, Israel respondió con un terror mucho mayor, no solo en poder de fuego; blindaje militar, tecnológico, de inteligencia, político y diplomático occidental, sino en devastación y acorde con un plan que venía de antaño e iba mucho más allá de la represalia, el rescate de rehenes o el castigo al grupo islamista.

Porque muy pronto, si se siguen declaraciones y el discurso de la cúpula sionista revisionista y religiosa en el poder, la coalición derechista Likud −en cuya genealogía resuenan nombres como Herut y el Irgún− y la intensidad de la ofensiva militar en Gaza, fue claro que los rehenes −incluso, la venganza que algunos podrían justificar por el sangriento golpe− quedaban en segundo plano y se declaraba el objetivo final, que sigue la plataforma original del Likud en 1977 y su versión de 1999 y se resume en el único derecho del pueblo judío, eterno e indiscutible, a la tierra de la Palestina histórica, el Eretz Israel; un Estado palestino como una amenaza (el rechazo “rotundo” a un Estado palestino al oeste del río Jordán) y el asentamiento de comunidades judías “en Judea, Samaria y Gaza” como “realización de los valores sionistas”.

Los palestinos han estado y están en medio de ese camino: disminuidos (no solo en área general, sino en proporción) y territorialmente fragmentados en la partición de 1947 −en un periodo en que en esa y otras regiones surgieron nuevos países trazados a lápiz y cartabón por las potencias coloniales−, atrapados en medio del conflicto entre Israel y las potencias árabes y el expansionismo sionista que promueve el robo de tierras para seguir fragmentando y estrechando Cisjordania, sin derechos como pueblo y nación, entre los campamentos de refugiados, las redadas y el control militar israelí de cada aspecto de su vida.

Con su acción del 7 de octubre, Hamás dio a Netanyahu y su entorno extremista-supremacista la oportunidad de desatar el infierno y tomar sin riendas ni rendición de cuentas el camino de la limpieza étnica y la solución final en Gaza. Pero el genocidio, el cerco y la ferocidad militar sobre Gaza no son responsabilidad de Hamás. A Hamás, la responsabilidad por las atrocidades de su incursión; al Estado de Israel, Netanyahu y sus secuaces, incluso a sus sustentadores, la responsabilidad por la barbarie de dos años en Gaza, que no han perpetrado sin oposición en la sociedad israelí y entre la comunidad judía allí y en todo el mundo.

Sobre el exiguo territorio gazatí −41 km de largo, entre 6 y 12 km de ancho, 360 km²−, han sido arrojadas más de 100 000 toneladas de explosivos (bombas, misiles, proyectiles de artillería). Algunas fuentes hablan de 200 000. Paul Rogers, catedrático de la Universidad de Bradford, ha dicho que, en términos de potencia de fuego (1 kilotón sumando 1 000 t de TNT), Israel ha arrojado sobre Gaza el equivalente a varias Hiroshimas, “un nivel de destrucción sin precedentes en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial”.

En noviembre de 2024, un informe de la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, que reiteraba el señalamiento a las FDI “por posibles crímenes de genocidio, de guerra o contra la humanidad”, reportaba que el ejército israelí empleó fósforo blanco −un químico incendiario capaz de causar “horribles y dolorosas heridas”− en al menos 24 ocasiones durante la actual escalada: seis en ciudad de Gaza, nueve en el centro de la Franja y tres en Jan Yunis, algunos veces en campos de refugiados.

Al denunciar la naturaleza indiscriminada de los ataques, el informe apuntaba que en los ataques verificados contra edificios residenciales, los niños fueron las principales víctimas, y subrayaba que el perfil demográfico de los fallecidos en viviendas mostraba el “total desinterés de las fuerzas israelíes por evitar pérdidas de vidas civiles”.

Llamaba la atención, además, sobre el gran número de personas de una misma familia asesinadas: más de 40 familias habían perdido hasta 30 parientes, y se registraron casos extremos, como el del clan Al Najjar, que perdió 138 de sus miembros en 18 incidentes.

Un artículo publicado en la web de la organización Scientists for Global Responsibility (SGR), de marzo de 2024, recogía números que reflejan la magnitud del ataque israelí contra la población de Gaza: en cinco días, en octubre de 2023, durante el masivo bombardeo que abrió la ofensiva, la Fuerza Aérea Israelí (IAF) afirmó haber lanzado sobre Gaza 6 000 bombas, una media de 1 200 por día, 50 por hora.

Según SGR, otra fuente informó que esas 6 000 bombas comprendían 4 000 toneladas de municiones. “Una cifra de 4 000 toneladas es consistente con el uso de bombas de la serie Mk80 de fabricación estadounidense, de peso de 227 a 907 kg, así como bombas de demolición M117, de 372 kg (…) Es notable que al menos 5 000 bombas Mk82 habían sido suministradas previamente a Israel por los Estados Unidos”.

En diciembre de 2023, el periódico londinense Financial Times publicaba que “Gaza también pasará a la historia como un topónimo que denota una de las campañas de bombardeos convencionales más intensas de la historia”, citando un estudio de académicos con sede en Estados Unidos que usaron datos de radar satelital, apreciando que más del 60% de los edificios en el norte de Gaza habían sufrido graves daños.

Ese nivel de destrucción es comparable con el bombardeo masivo aliado de las ciudades alemanas de Dresde, Colonia y Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1943 y 1945.

SGR recordaba que antes del bombardeo de Gaza, el gasto militar israelí era el tercero per cápita más grande del mundo después de Catar y Estados Unidos, con un gasto total promedio de 1 800 millones de dólares por mes. En diciembre de 2023, el gasto militar mensual de Israel aumentó a 4 700 millones de dólares, un aumento del 260%, lo que lo convierte en el más alto del mundo.

En términos monetarios, Estados Unidos es, con mucho, el mayor proveedor de armamento para la guerra en Gaza. Otros proveedores de armas a Israel solo representan un pequeño porcentaje del apoyo en términos monetarios, pero incluyen varios componentes claves vitales para que el ejército israelí funcione.

En virtud de un acuerdo de 10 años con Estados Unidos, Israel recibe una ayuda militar anual de 3 800 millones de dólares (3 300 millones de dólares para armamento y 500 millones de dólares para el sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro). Antes de octubre de 2023, el segundo mayor proveedor de armas era Alemania, con un contrato para el suministro de submarinos.5

SGR precisa que −aun cuando es imposible obtener datos completos o confiables sobre el volumen de transferencias de armas a Israel específicamente para la guerra en Gaza, pues mucha información no se publica abiertamente− toda una serie de proyectos de ley y acuerdos estadounidenses enumeran una amplia gama de acuerdos y envíos de armas.

Y, con base en esas fuentes, aporta cifras de lo que han estado usando las fuerzas militares israelíes en Gaza:

“En marzo de 2024, se habían entregado al menos 100 envíos de armas, 57 000 proyectiles de artillería de 155 mm solo en diciembre. En junio de 2024, un informe dado a los periodistas de Reuters enumeró algunas cantidades de las armas más grandes entregadas, fabricadas por las empresas estadounidenses General Dynamics y Boeing: 14 000 bombas MK-84 de 2 000 libras; 6 500 bombas MK-81 de 500 libras; 3 000 misiles aire-tierra Hellfire; 1 000 bombas BLU-109 ‘rompebúnkeres; 2 600 bombas GBU-39 de pequeño diámetro lanzadas desde el aire, y otras municiones.

“Estados Unidos también avanzó en el suministro de aviones de ataque terrestre adicionales para agregar a sus F-15, F-16 y F-35 existentes, incluidos 25 F-35, 25 F-15 y 12 helicópteros Apache. Estados Unidos también ha permitido a Israel reponer sus reservas de proyectiles de artillería de 155 mm de su enorme reserva de armas de 1 000 millones de dólares con sede en Israel.

“En octubre de 2024, la financiación adicional de armas de Estados Unidos para Israel ascendía a aproximadamente 14 000 millones de dólares, y parte de esta financiación estaba a la espera de ser transferida y a acelerar otras entregas de armas en virtud de contratos previamente firmados.

“Todos los demás proveedores de armas proporcionan menos del 1% de las armas de Israel por valor. Pero algunos de esos componentes son vitales para que funcionen los sistemas de armas israelíes. Por ejemplo, el fabricante británico BAE Systems suministra alrededor del 15% de los componentes vitales para los F-35 utilizados para bombardear Gaza, mientras que el motor del dron Elbit Systems Hermes 450 se fabrica en Bristol”.6

Ese poder de fuego ha estando matando, hiriendo, mutilando, traumando y dejando sin hijos, madres, padres, hermanos, amigos y esperanza a los palestinos de Gaza durante estos dos últimos años.

Cuando los “daños colaterales” se escogen con mirillas y el asesinato de niños es un juego al blanco
Los médicos palestinos y occidentales, además de vivir largas jornadas infernales rodeados de privaciones y heridos y muertos en los hospitales de la Franja, han devenido testigos de lo que allí sucede. En posts en redes sociales con fuertes imágenes y testimonios, en entrevistas de prensa y TV al regresar de sus misiones a sus países, han contado sus vivencias y lo que acontece en Gaza.

De alguna manera, son voces que han roto el bloqueo con que el Gobierno sionista israelí intentó ocultar la verdad al mundo, cerrando el enclave a la prensa extranjera. Hasta ahora no hemos visto un post, o una entrevista, en que estos médicos, no afines a Hamás, hayan contado haber convivido o visto a milicianos en los hospitales, donde sí se ha documentado en imágenes a soldados de las FDI rompiendo máquinas de diálisis y otros equipos médicos.

Feroze Sidhwa, cirujano estadounidense, voluntario en dos misiones a Gaza desde octubre de 2023, ha declarado al dar su testimonio en el Consejo de Seguridad de la ONU que durante las cinco semanas que pasó allí “no vi ni traté a ningún combatiente”.

“Mis pacientes eran niños de seis años con metralla en el corazón y balas en el cerebro, mujeres embarazadas con la pelvis destrozada y el feto partido en dos en el útero”, contó.

En marzo, cuando el ejército israelí violó el alto el fuego, Sidhwa estaba en el complejo médico Nasser. “Presencié el episodio de víctimas masivas más extremo de mi carrera. En una mañana, llegaron 221 pacientes y 90 murieron a su llegada. Casi la mitad eran niños gravemente heridos. Ningún sistema sanitario del mundo podía hacer frente a esta situación, y menos uno asediado y hambriento”.

“Muchos de nosotros no podemos entender cómo nuestros Gobiernos siguen armando esta destrucción sin sentido. Pero ustedes, en esta cámara, tienen el poder de pararlo”, dijo Sidhwa a los miembros del Consejo.

Mark Perlmutter, cirujano judío americano que ha trabajado en hospitales de Gaza (el Al-Aqsa, en Deir al-Balah, y el Nasser, en el sur) durante dos viajes en 2024 y 2025 como parte del equipo de Humanity Auxilium, insertado en un programa de la OMS, trató a una niña de 15 años herida por metralla de un helicóptero mientras montaba bicicleta. “Será afortunada si conserva tres de sus miembros”, dijo a la BBC en marzo de 2025.

Perlmutter trató a otro niño, también de 15 años, quien iba manejando un auto alejándose de un área bajo orden de evacuación israelí cuando fue atacado por dos Apache. La abuela, que le acompañaba, quedó destrozada en el instante.

“El niño fue llevado al hospital sin su pie derecho (…) La reparación vascular en su lado izquierdo tomó cinco horas (…) La reparación nerviosa falló y al día siguiente tenía una mano ennegrecida, que requirió amputación al nivel del codo (…) Su pie izquierdo requeriría varias cirugías para reconstruirlo (…) Tenía una herida en el pecho. Puede que no haya sobrevivido”.

Según la BBC, al preguntar sobre estos incidentes a las FDI, la respuesta fue que “no apuntan a individuos no involucrados” y que “las FDI operan en concordancia con la ley internacional, apuntando solo a objetivos militares y tomando a la vez todas las medidas posibles para mitigar el daño a civiles”.

Sobre los médicos y otro personal sanitario palestino, Perlmutter contó: “El estrés que sufrimos ni se acerca al que sufren incluso los estudiantes de Medicina palestinos que trabajan con nosotros (…) las enfermeras, los técnicos, los cirujanos (…) Dejan a sus familias, se ofrecen voluntariamente y, con frecuencia, sin pago. Trabajan las mismas horas que nosotros [médicos extranjeros] y nosotros nos vamos a casa en un mes. Ellos no. Retornan tras sus turnos a la suciedad de sus tiendas, donde frecuentemente viven 50 personas en un espacio para 20, compartiendo un solo servicio sanitario”.

Muchos médicos occidentales han contado sobre uno de los lados más oscuros de la embestida israelí en la Franja: los niños muertos por disparos de francotiradores.

El propio Sidhwa recordó en una entrevista de prensa su primer día en el Hospital Europeo de Gaza, en marzo de 2024. Allí vio a cuatro niños menores de 10 años con heridas idénticas en la cabeza en apenas 48 horas.

“¿Cómo es posible que a este pequeño hospital, en 48 horas, hayan llegado cuatro niños con disparos en la cabeza?”, preguntó Sidhwa, que durante los siguientes 13 días, atendió a otros nueve niños con lesiones similares.

Nizam Mamode, consultor jubilado del Servicio Nacional de Salud (NHS) y cirujano de trasplantes con base en Reino Unido, estuvo en Gaza durante un mes en agosto de 2024. “Vimos un número significativo de disparos, ya fuera en la cabeza o en el pecho, incluso a niños”.

Según Mamode, la mayoría de las lesiones en la cabeza fueron tratadas por neurocirujanos, pero las radiografías mostraban “una bala literalmente alojada en el cerebro de un niño de tres años”. Dijo haber perdido la cuenta de cuantos niños con heridas de bala había visto, pero que probablemente eran más de 20.

En una investigación que combinó reportes médicos, testimonios e información satelital, la BBC recopiló datos de 168 niños que recibieron disparos. “Hubo 95 casos en los que el niño recibió un disparo en la cabeza o el pecho, y de ellos, 67 eran menores de 12 años”.7

El diario neerlandés de Volkskrant entrevistó semanas atrás a 17 médicos y una enfermera de Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá y Países Bajos que han trabajado en seis hospitales y cuatro clínicas en Gaza desde octubre de 2023, varios de ellos con amplia experiencia en zonas de crisis.

Quince de ellos afirmaron haber atendido (entre finales de 2023 y mediados de 2025 en 10 instalaciones médicas de la Franja) al menos a 114 niños de 15 años o menos con un solo disparo en la cabeza o el pecho y que la mayoría fallecieron debido a las heridas.

Expertos forenses consultados por de Volkskrant dijeron que el patrón uniforme sugiere fuego intencionado, posiblemente por francotiradores o drones.

Rafael Incertis, médico anestesista con experiencia en atención a politraumatizados, contó a SER haber recibido niños con el cuerpo desfigurado, “por explosiones, porque la metralla les ha arrancado parte del cuerpo, desde un mes de edad hasta muchachos de 15 o 16”.

Habló del aumento de pacientes por disparos en cabeza y tórax, incluidos niños, desde que comenzó sus actividades la Fundación Humanitaria para Gaza.

“Ahí fue donde vimos, sin dudas, el patrón de intencionalidad. No era un patrón de balas perdidas, que es más azaroso. Un día recibíamos varios civiles con disparos en la cabeza, otros civiles con disparos en el tórax. Ejecutados. Otro día, recibíamos civiles con disparos en los genitales. Como si hubiera personas jugando al tiro al pato.

“Hablando con pacientes que estaban conscientes al llegar al hospital, o con testigos, colegas míos que iban a recoger comida a esos lugares, todos decían que eran disparados sin aviso previo (…) Les disparaban con rifles, con proyectiles de artillería de tanques (hemos recogido fragmentos de proyectiles de cuerpos de niños); con drones, morteros…”.

Varios médicos han mencionado esos “patrones”. Un médico dijo que le llegaban niños con dos disparos. “Ningún francotirador se equivoca dos veces”.

El diccionario sionista, impunidad y el más crudo sarcasmo. Cómo estar contra el sionismo es antisemita o terrorista
Cuando la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio confirmó el genocidio en Gaza, la Cancillería israelí calificó el informe de “vergüenza para la profesión jurídica”, basado en “mentiras de Hamás” e investigaciones deficientes.

Sobre la acusación sudafricana de genocidio ante la CIJ, apoyada por otros países, Israel ha dicho que tiene motivaciones antisemitas y la tacha de “libelo de sangre”.

Los miembros de la Global Sumud Flotilla, cuyas embarcaciones fueron saboteadas, asediadas por drones y abordadas a punta de fusil por militares israelíes en aguas internacionales son −dijo el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir− terroristas.

Cuando en los últimos días de septiembre, Canadá, Reino Unido y Australia, entre otros países, reconocieron el Estado palestino, emitiendo declaraciones en que, como denominador común, estaba el objetivo de hacer posible la paz y una seguridad duradera, con un Estado israelí seguro y un Estado palestino viable, marginando la violencia, Ben Gvir dijo que el reconocimiento “recompensa a asesinos”.

Los periodistas, los trabajadores de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA); los políticos y parlamentarios; la abogada Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados −de paso, sancionada por EE.UU. por “buscar acciones penales contra funcionarios e intereses estadounidenses e israelíes”−; los millones de personas que han denunciado el genocidio en el mundo, los antisionistas… todos son enemigos de Israel, antisemitas o antijudíos −hay que recordar que “semita” engloba a varios pueblos, entre ellos árabes y judíos, o se refiere a la familia de las lenguas semíticas−, simpatizantes de Hamás, sostenedores del terrorismo…

Al anunciar la ofensiva de alta intensidad del ejército sionista sobre Ciudad de Gaza, recientemente, el ministro de Defensa, Israel Katz, advirtió a los gazatíes que quienes no abandonaran la urbe, hacia el sur, serían tratados como “terroristas y simpatizantes del terrorismo”.

Un plan…
A finales de septiembre, apareció el plan o marco para futuras negociaciones de Donald Trump, bien recibido por algunos Gobiernos y organizaciones. Esperan que funcione, porque urge detener la matanza. Es la prioridad.

Pero no incluye detalles, líneas concretas, cronologías. Es ambiguo respecto a cuestiones cardinales para una solución duradera en el Medio Oriente, como la del Estado Palestino (el propio Netanyahu lo afirmó ante sus ministros, según dijeron a CNN fuentes israelíes).

Lo más preocupante, Trump dio un ultimátum a Hamás: si no aceptaba el acuerdo, “se desatará un infierno como nunca antes se ha visto”. Trump, según ha reiterado él mismo, ha terminado con siete guerras en poco tiempo. El Nobel de la Paz se anuncia este mes.

El jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Eyal Zamir, dijo el domingo a las tropas en Gaza que si fracasan las negociaciones “retomaremos el combate”. Y está claro que, en esa circunstancia, la posición de EE.UU. será detrás de Israel.

El “infierno” que anuncia Trump, una nueva fase del infierno creado en Gaza −que reservistas israelíes han dicho les recordó imágenes de Hiroshima−, es dar “luz verde” al plan de solución final sionista que la humanidad ha estado presenciando en vivo durante dos años y se desataría en miles de muertes más. Queda vida por arrancar en Gaza, aún; por destruir no queda mucho.

Hamás respondió el pasado viernes aceptando la liberación de los rehenes restantes en Gaza −vivos o muertos− mediante la fórmula del intercambio por prisioneros, si se cumplen las condiciones en el terreno. Un vocero del grupo dijo que están listos para iniciar negociaciones de inmediato “para alcanzar un intercambio de prisioneros, el fin a la guerra y asegurar la retirada de la ocupación”.

Trump llamó entonces a Israel a detener “inmediatamente” sus bombardeos en Gaza, pero el ejército israelí prosiguió sus ataques, causando el sábado cerca de 60 muertos, según la Defensa Civil gazatí.

El domingo, Hamás pidió un acuerdo “inmediato” de intercambio de rehenes por prisioneros antes de que hubieran empezado en Egipto las negociaciones indirectas sobre el plan de Trump.

Del lado israelí, Netanyahu enfrenta una fuerte reacción de aliados ultranacionalistas opuestos a la propuesta estadounidense. El ministro de Finanzas de ultraderecha de Israel, Bezalel Smotrich, habló de “líneas rojas” El propio primer ministro no ha cedido en la cuestión del Estado palestino y la retirada israelí de la tierra ocupada.

Este lunes, según reportes de prensa, representantes de Estados Unidos, Israel y Hamas mantenían en Egipto negociaciones técnicas buscando pactar un alto al fuego y un intercambio de rehenes por prisioneros. Desde su despacho, Trump declaró que “creo que lo estamos haciendo muy bien y creo que Hamás ha estado aceptando cosas muy importantes”.

Hace pocas semanas, Trump quería construir en Gaza la Riviera del Oriente Medio, del tamaño de Las Vegas, tomando posesión de la Franja. A los palestinos “los vamos a trasladar a una bella locación donde tendrán nuevos hogares, donde podrán vivir seguros (…) Creo que va a ser buenísimo”.

Cuando un periodista comentó al magnate que antes dijo “comprar Gaza” y lo había cambiado por “tomar Gaza”, este respondió: “No vamos a tener que comprar. Vamos a tener Gaza. No hay nada que comprar. No hay razón para comprar. Es Gaza. Es un área destruida. La vamos a tomar, la vamos a conservar, la vamos a atesorar”.

“¿Bajo cuál autoridad?”, preguntó una reportera. “Bajo la autoridad de Estados Unidos”. Anteriormente, Trump había propuesto que los países vecinos deberían acoger a los palestinos, lo que generó inmediato rechazo en Gobiernos de la región.

Luego se conocieron las declaraciones del ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich −quien anunció alegremente en agosto la decisión de aprobar planes de construcción de nuevos asentamientos en la zona E1, al este de Jerusalén, para hacer imposible la solución de dos Estados− durante la Cumbre de Renovación Urbana, en Tel Aviv.

“Hay un plan de negocios elaborado por los mejores profesionales que está sobre la mesa de Trump y cómo convertir esto en un boom inmobiliario. No bromeo, vale la pena. He empezado las negociaciones con los estadounidenses, y no lo digo en broma, hemos pagado mucho dinero por esta guerra”, dijo Smotrich.

“Ahora debemos decidir cómo repartir los porcentajes de la comercialización de tierra en Gaza. Y ahora, en serio, la fase de demolición, que siempre es la primera fase de renovación urbana, eso ya lo hemos hecho. Ahora necesitamos construir. Es mucho más barato”.

Trump, cuya Administración ha blindado a Israel con varios vetos en el Consejo de Seguridad, ha votado junto a Israel contra varias resoluciones sobre Gaza en la Asamblea General y es el principal soportador militar y de inteligencia del Gobierno de Netanyahu, presidiría la Junta de Paz, tutela extranjera de facto, que supervisaría el funcionamiento de la Franja y aparta a la Autoridad Palestina “hasta que haya completado su programa de reformas”.

Era de impunidad, posverdad y ataques al derecho internacional. Nadie está seguro
Gaza, han dicho muchos bien, es la brújula de la humanidad. Nunca sonó tan alto y en tantas bocas el nombre de Palestina, acompañada de la palabra “libre”, en decenas de idiomas y países.

Nunca tuvo tanto apoyo la causa palestina mientras generaba tanto repudio la ejecutoria del sionismo israelí: desde las universidades de EE.UU. a las calles de las principales ciudades europeas, a conciertos, Eurovisión, estadios de fútbol, la vuelta a España, festivales de cine, miles de reels en redes sociales, el reconocimiento de más Estados al Estado palestino, la denuncia y el consenso mayoritario en la Asamblea General de la ONU.

Lo que ha comenzado en Egipto es solo el inicio de un proceso largo, plagado de incertidumbre. No se conocen fechas y son muchas las dudas sobre su avance. La pregunta es si cesará de una vez la amenaza sobre Gaza, si se detendrán los colonos apoyados por el ejército en Cisjordania. Palestina, la de los palestinos, es Gaza y Cisjordania, y no es una amenaza existencial para el Estado de Israel, que, como Estado y según el derecho internacional, tiene derecho a existir y a su seguridad, algo que se niega a los palestinos y sigue siendo un factor de permanente inestabilidad en el Medio Oriente.

¿Qué pasará en Gaza, de llegarse a una tregua, al mínimo tropiezo, tras un desacuerdo? ¿Volverán las FDI “al combate” y seguirá el conteo de muertos en la Franja, hasta que sea tierra quemada y cementerio entre escombros? ¿Continuará Israel desafiando todas las convenciones y haciendo trizas el derecho internacional, la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional humanitario, incluidas sus responsabilidades como potencia ocupante; acusando de antisemitas y terroristas a los que se oponen al genocidio y al terrorismo de Estado, recibiendo el apoyo militar y político de quienes dicen buscar la paz y lo hacen con amenazas y ultimatúms?

La verdad se sobrescribe sin sombra de reticencias éticas ni rendición de cuentas. Lo que realmente es, está ahí, permanece, porque no puede ser borrado, pero queda a la sombra de esa otra realidad que se fabrica e impone para sustentar la barbarie.

Los civiles, los niños menores de un año, son terroristas o engendros de terroristas, culpables, condenados desde su etapa embrionaria; los que matan niños y mujeres con fusiles de largo alcance, drones y bombas se defienden de un peligro existencial. Quienes denuestan el crimen y denuncian el genocidio del sionismo antisemita, son antisemitas. Los que llamen a una acción más drástica –porque en muchas cabezas persiste la pregunta de cómo detener la maquinaria sionista en su soberbia e impunidad total–, podrán ser llamados extremistas, enemigos de la paz y del derecho internacional, promotores del terrorismo. Los que rompan los protocolos de la quiet diplomacy que denunciaban hace 40 años los artistas unidos contra el apartheid, serán los agitadores incivilizados, antidemócratas, violentos. Los que tuercen la realidad y suplantan la verdad (aunque todos sepan cuál es la verdad) tienen el poder y las redes, las armas, los hilos de las finanzas, las cortes de concesiones por beneficios y los lobbies; por tanto, no mienten. Su mentira, repetida con ropajes mesiánicos y patrones distorsionados de corrección política y moral, nubla la verdad.

En Gaza, los que ordenan, los que empujan, los que fabrican argumentos y justifican, los que mandan tirar bombas y los que las tiran con más extrañamiento que quien juega PS (sin miseria, porque siguen llegando), los que observan y asienten en la sombra en otras capitales, los que sustentan militar, diplomática, tecnológica y políticamente desde oficinas, think tanks y clubes exclusivos a miles de kilómetros, revisando números y potencial de la tierra arrasada, contratos asegurados y esperados retornos por su silencio, su complicidad o su apego a las reglas del juego que desprecia el derecho internacional, están probando hasta dónde pueden llegar. Y han llegado lejos.

Mientras más lejos lleguen, más cerca estará el día en que lo que sucede a Gaza y los palestinos suceda a otros. Y, lo más inquietante, pudiera devenir en normalidad. No habrá tierra segura. Quizá estén en peligro también los que hoy miran a otro lado, los que asienten, aunque no presionan los botones que liberan bombas y hasta algunos de los que (temporalmente) hoy ganan. Todo depende de cuán funcionales y correctos sigan siendo, o de cuán incómodos se vuelvan.

(*) Periodista de Cubadebate.

Notas
1 La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de la ONU de 1948, adoptada tras el asesinato en masa de judíos por la Alemania nazi, define el genocidio como crímenes cometidos “con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
El más alto tribunal de la ONU, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), estudia la denuncia presentada por Sudáfrica en 2023 contra Israel por supuesto genocidio en Gaza. Aún no ha emitido un fallo sobre el tema y ha concedido a Israel una prórroga hasta enero de 2026 para presentar su defensa.
El genocidio ha sido denunciado por Gobiernos y millones de personas en el mundo, incluidos muchos judíos, y declarado por la ONU, la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio, las dos principales organizaciones israelíes de derechos humanos, expertos independientes, organizaciones académicas e internacionales y periodistas.
En septiembre de 2025, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre el Territorio Palestino Ocupado, incluida Jerusalén Oriental, e Israel, establecida por el Consejo de Derechos Humanos en 2021, afirmó que Israel ha cometido genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza. La comisión basó sus conclusiones en pesquisas exhaustivas sobre lo ocurrido en Gaza desde el 7 de octubre de 2023 hasta el 31 de julio de este año.
La Comisión dijo que al matar, causar lesiones graves a la integridad física o mental, someter deliberadamente a condiciones de vida que hayan de acarrear la destrucción total o parcial de los palestinos e imponer medidas destinadas a impedir la natalidad, las autoridades y las fuerzas israelíes cometieron cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 1948.
“Es evidente que existe la intención de destruir a los palestinos de Gaza mediante actos que cumplen los criterios establecidos en la Convención sobre el Genocidio”, declaró la presidenta de la Comisión, Navi Pillay.
En el mismo mes, la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio (IAGS, por sus siglas en inglés), la asociación profesional de expertos en genocidio más grande del mundo y que incluye a varios especialistas en el Holocausto, aprobó una resolución afirmando que la conducta de Israel cumple con la definición legal establecida en la convención de la ONU sobre el genocidio.
Los expertos de la IAGS sostuvieron que si bien el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 fue un crimen, la respuesta de Israel ha atacado a toda la población de Gaza.
2 Ver “DW verifica: Israel paga millones para difundir propaganda”, DW, septiembre de 2025. En: DW verifica: Israel paga millones para difundir propaganda – DW – 08/09/2025
3 Ver “Traumatic injury mortality in the Gaza Strip from Oct 7, 2023, to June 30, 2024: a capture–recapture analysis”, en The Lancet, Volume 405, Issue 10477p469-477 February 08, 2025. En:https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)02678-3/fulltext
(La cifra de 64 260 muertes entre octubre de 2023 y junio de 2024 estimada en el estudio es solo para muertes por lesiones traumáticas. No incluye muertes por falta de atención médica o alimentos, o los miles que se cree que están enterrados bajo los escombros).
O Ver “Gaza death toll 40% higher than official number, Lancet study finds”, en The Guardian, enero 10, 2025. En:https://www.theguardian.com/world/2025/jan/10/gaza-death-toll-40-higher-than-official-number-lancet-study-finds
4 Ver “100,000 Dead: What We Know About Gaza’s True Death Toll”, en Haaretz, junio 26, 2025. En:https://www.haaretz.com/israel-news/2025-06-26/ty-article-magazine/.highlight/100-000-dead-what-we-know-about-gazas-true-death-toll/00000197-ad6b-d6b3-abf7-edfbb1e20000
o Ver “Nearly 100,000 Palestinians Killed in Gaza Amid Israeli War: Haaretz”, en Anadolu Ajansı, junio 27, 2025. En:https://www.aa.com.tr/en/middle-east/nearly-100-000-palestinians-killed-in-gaza-amid-israeli-war-haaretz/3615706
5 Ver “Gaza: cómo las armas de Occidente están alimentando una catástrofe”, en Blog de Ciencia Responsable de SGR, octubre de 2024 (actualizado en febrero de 2025). En:https://www.sgr.org.uk/resources/gaza-how-west-s-weapons-are-fuelling-catastrophe
6 Ver “Gaza: cómo las armas de Occidente están alimentando una catástrofe”, en Blog de Ciencia Responsable de SGR, octubre de 2024 (actualizado en febrero de 2025). En:https://www.sgr.org.uk/resources/gaza-how-west-s-weapons-are-fuelling-catastrophe
7 Ver “Disparos en la cabeza y el pecho: la BBC investiga los asesinatos de niños en Gaza”, BBC Mundo, agosto de 2025. En:https://www.bbc.com/mundo/articles/cvgn6ewng41o
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