Por Ignacio Martínez
Un sector mayoritario de la Federación Feudal, perdón, Rural, ha puesto el grito en el cielo por los conflictos gremiales, principalmente en el puerto y en la construcción, diciendo que estamos ante “una amplia andanada de conflictos sindicales”. Se suman así a las alertas de las empresas Katoen Natie y Montecon que también calificaron de “abusiva” la medida de paro y anunciaron que “repercutirá negativamente” en los quehaceres portuarios.
Cuidan sus ganancias, se entiende. Pero la pérdida de fuentes de trabajo no les interesa. Tampoco la vida de los trabajadores y sus familias. Las verdaderas causas del conflicto son que, por un lado, ha habido notorias diferencias en el convenio laboral que se debería firmar, mostrando pocos o nulos avances para las condiciones de vida de los trabajadores. Tampoco ha habido avances ante el Ministerio de Trabajo. Se perderían puestos ante la disminución de actividad de la empresa Montecon debido al acuerdo que el gobierno firmó con Katoen Natie. Para un lado o para el otro, los que pierden son los trabajadores. Me sumo a las palabras del secretario del sindicato, SUPRA, cuando afirma que “si todo el mundo dice que el acuerdo entre el gobierno y Katoen Natie es muy beneficioso para el país y que va a haber más puestos de trabajo, que nos firmen un compromiso de que nadie va a perder su empleo.” Pero eso no ha ocurrido.
A su vez el sindicato pide 20 jornales como mínimo y no 13 como son ahora y se rechaza toda cláusula de paz que impida la lucha sindical en el futuro.
Los ruralistas protestan. Sin embargo, no dicen nada de que en septiembre sus exportaciones crecieron 45.7 % según Uruguay XXI. Que para el 2021 ya llevan casi 8.000 millones de dólares y aún falta un trimestre. Que estos increíbles aumentos vienen de la carne bovina, la celulosa, la madera, los subproductos cárnicos, la cebada, el ganado en pie y los cueros. Solo la exportación de la carne bovina generó 259 millones de dólares. La celulosa significó 189 millones de dólares, duplicando el 2020.
La misma fuente, Uruguay XXI, afirma que para este año las exportaciones totalizarán 10.500 millones de dólares, siendo la producción ganadera la principal. Pero la Federación Rural se queja.
¿Cuánto de esas formidables cifras queda para el país? ¿Cuánto reciben las empresas intermediarias y cuánto se va para Bélgica u otros destinos de sus casas matrices? ¿Es tan difícil, señora Mónica Silva, presidente de la Federación Rural, aprovechar la bonanza para que haya mejoras significativas en favor de los trabajadores portuarios que hacen la labor de salida de esos productos para China, Brasil, Argentina, EEUU?
Pegan alaridos diciendo que los paros perjudicarán a todo el país. Llegan a decir que se trata de medidas desestabilizadoras. Miren, señores, el país somos nosotros, el pueblo. Ninguno de ustedes perderá nada significativo. Pero si un trabajador queda desocupado, el drama es inmenso. Entonces, los únicos desestabilizadores son los que ponen trabas a soluciones absolutamente posibles. Miremos la balanza. En un platillo todo el peso empresarial, sus ganancias, las riquezas que obtendrán en este año y el que viene. En el otro las reivindicaciones de quienes hacen funcionar el mundo, los trabajadores, que son demandas justas, atendibles, cuya solución terminaría el conflicto en una mesa de diálogo que nos beneficiaría a todos, … salvo que detrás de las palabras “desestabilización” o “andanada de conflictos sindicales” se esconda la intención de desacreditar a los sindicatos, al PIT-CNT y a la legítima lucha de los trabajadores. Digo, nomás, para ir pensando.