Por Mateo Carvalho (*)
“¿Qué le queda a los jóvenes?”. Si bien para todas las y los frenteamplistas asumir el impacto de la derrota electoral fue un duro golpe, para las y los militantes jóvenes de esta fuerza política tuvo impactos muy directos. Una militancia juvenil muy activa que puso todo su esfuerzo, a la par de miles de militantes, por conseguir el triunfo, no siendo suficientes los mismos para cumplir dicho objetivo. Miles de jóvenes movilizados por todo el país con diversas experiencias de participación colectiva y militancia aunando esfuerzos, muchos y muchas de las cuales desarrollaron 15 años de su vida, de su edad más temprana, en los gobiernos del Frente Amplio. Ingresando al estudio terciario como primera generación en su familia, accediendo a puestos de trabajo decentes con lo que implica esto dadas las dificultades de empleo a temprana edad o primera experiencia en nuestro país. Defendiendo conquistas de derechos que hoy colocan al país en una posición de avanzada en la región y el mundo, siendo los y las primeras en presentar y defender propuestas como la regulación del cannabis, la interrupción voluntaria del embarazo, la ley integral para personas trans, por colocar solo algunos ejemplos de conquistas que movilizaron a cientos de miles de jóvenes en su impulso y que vieron su aprobación a base de lucha de miles en las calles.
La misma militancia juvenil que en los últimos 10 años enfrentó las propuestas de la derecha en el avance punitivo, la estigmatización de la juventud, de la pobreza y logró derrotar proyectos regresivos para nuestro país.
Se cumple un año de la asunción de este gobierno, del gran capital, porque representa y forma parte de la defensa de los intereses de los más ricos de nuestro país y del mundo, y han demostrado con firmeza la defensa de los menos y más poderosos por encima de los y las más desposeídos. Un gobierno alcanzado en coalición que no dudó en aliarse con sectores reaccionarios y fascistas.
En la protección de los “malla oro”, tomando la expresión del presidente Lacalle Pou, han dejado desprovistos a cientos de miles de compatriotas, en la protección de su trabajo, en el acceso a la alimentación, el derecho a la vivienda, en un contexto de pandemia mundial que aumentó las brechas de desigualdad volcando a la desocupación y al hambre a miles.
Y aquí un duro golpe a la juventud uruguaya, los índices globales hablan de un duro impacto a los puestos de trabajo de las y los jóvenes en el marco de esta pandemia. Los jóvenes que en nuestro país tienen una gran incidencia en la masa laboral activa de los servicios, sector golpeado fuertemente por la pérdida de puestos de trabajo, por el trabajo sin cobertura de la seguridad social, concentrado en las experiencias de primer empleo, en el teletrabajo que recargó en gastos a muchas y muchos, teniendo que costear desde su casa los servicios que hacen posibles sus tareas. La recarga en las tareas no remuneradas en la casa, lo que repercutió en muchas jóvenes principalmente, madres, hermanas, etc. Y a todo esto el gobierno no presentó ninguna solución, por el contrario, bajó salarios, aumentó tarifas públicas (en servicios fundamentales para llevar adelante el teletrabajo por ejemplo), etc.
Las y los jóvenes perjudicados desde lo que podríamos decir los tres elementos tácticos centrales del gobierno en este año: la LUC, el presupuesto y la política salarial.
Jóvenes estudiantes y trabajadores perdiendo salario, estudiantes hijos o hijas de trabajadores afectados también por las políticas salariales del gobierno dificultando el tránsito educativo de las y los mismos. Las definiciones de recorte y congelamiento presupuestal hacia la educación pública que van dejando por el camino becas estudiantiles, carreras que se ven en la necesidad de cerrar en el interior del país, la radicación en nuestro país de científicos jóvenes también se complica.
No dicen nada de qué va a suceder con los y las gurisas que fueron perdiendo cursos y su tránsito educativo por dificultades en la conexión a los formatos virtuales por dificultades económicas y sociales. O quizás lo dicen cuando se van a recortar aproximadamente 40.000 horas de docencia en secundaria, afectando coros, profesores orientadores pedagógicos, orientadores en informática y tecnología, en plena ola de usos intensivo de tecnología en los centros educativos, aumentando la cantidad de alumnos por grupos.
Estos son solo algunos ejemplos del impacto de las políticas de recorte de la actual administración sobre la educación pública. Todo esto combinado no dejará más que dificultades en el tránsito educativo de las y los estudiantes secundarios.
Los elementos contenidos en la Ley de Urgente Consideración sobre los y las adolescentes en conflicto, que solo buscan aumentar el tiempo de encierro de los mismos, coartando varias alternativas para superar tan difícil situación y colocando nuevamente la mirada en la estigmatización, el o la joven sospechosa, peligrosa, que debe ser apartado y pagar sus culpas, sin brindar oportunidades para sobrellevar las desigualdades que están antes y después del encierro.
Por estos elementos, y otros, lo que nos queda a los jóvenes a un año de este gobierno es el compromiso con la defensa del trabajo juvenil, de la educación pública, de la promoción de vínculos solidarios con la sociedad para colectivizar las luchas y planteos que nos acerquen a la pública felicidad.
Este marzo encuentra a gran parte de la juventud uruguaya en las calles, en los distintos y diversos movimientos sociales, juntando firmas para derogar los 135 artículos más retrógrados de la LUC. Comprometidas y comprometidos con las luchas de hoy y planificando las de mañana.
(*) Secretario General de la UJC