Acto por el SI, en el Rosedal del Prado, Montevideo. Foto EL POPULAR.

Metiendo y metiendo

Gonzalo Perera

Esa gran metáfora de la vida que, al menos para los uruguayos, significa el fútbol, nos permite a veces ejemplificar cuestiones mucho más complejas, como las que vivimos hoy desde el movimiento popular del Uruguay.
Las principales competencias futboleras del mundo (Mundiales, Champions League, Libertadores de América, etc.) tienen una primera fase de grupos de las cuales salen uno o dos equipos que pasan a una sucesión de encuentros “mata-mata” (uno pasa y otro no).
Salvo azares muy caprichosos, es obvio que cuanto más se avanza, más difíciles son los rivales que se encuentran.
Por lo tanto, se empieza a generar una muy genuina paradoja. Cada paso adelante, cada fase que se supera, obviamente despierta un muy merecido y caluroso festejo. Pero al mismo tiempo, supone el desafío de pasar a enfrentar un rival que en general es mucho más enjundioso que el anterior, elevando y mucho, el requerimiento de esfuerzo propio.
Y si los dioses del deporte favorecen finalmente algún elegido como campeón del mundo, se festejará por semanas, pero su desafío se instala por cuatro años: renovar credenciales, algo que, en 6 décadas, desde el Brasil 1958-1962, nadie ha logrado.
El movimiento popular logró una proeza y, literalmente, la clavó en el ángulo: 800 mil firmas para derogar el núcleo, los 135 artículos medulares de la LUC, contra pandemia, contra medios hegemónicos, contra todo.
Este heroico triunfo nos lleva a festejar, vaya si lo merecemos, pero no puede olvidarse que nos expone a un desafío mucho mayor, del orden de pasar de las semifinales a las finales.
Ese desafío mayor es el Referéndum donde debemos lograr que el voto por el SI anule el Manifiesto Neoliberal Salvaje, la médula espinal de la LUC.
Si eso se logra, se habrán detenido políticas históricamente regresivas, conservadoras, represivas y anti uruguayas. Si eso no se logra, agarrate Catalina…
A nivel argumental, hay que machacar en si es cosa de uruguayos republicanos el desalojo exprés, facilitar el lavado de dinero sucio, confundir seguridad con chumbos y rejas, habilitar a un fulano a calificar información como secreta, hacer papilla los sueños de los colonos, destrozar las empresas públicas, o el ataque frontal y despiadado a la Educación Pública.
A nivel táctico, todo lo unible debe ser unido y debe incluso ameritar alianzas estratégicas: NO es tarea de X, de Y o Z lograr derrumbar el Manifiesto Neoliberal Salvaje, es de todo el campo popular uruguayo, en su gran diversidad y múltiples expresiones.
Eso no es fácil, ni se hace con la rapidez con la que se dice, obviamente, pero es vital.
La unidad no es un concepto etéreo, es un factor clave para la transformación de la sociedad, es uno de los mayores y más costosos activos revolucionarios.
Cien mil iluminados del mismo palo hacen menos luz que diez fogones diferentes, pero coordinados. Ese desafío a la aritmética es la lógica de la unidad del campo popular.
Que cuesta, es obvio. Pero si logramos la quijotada de conquistar 800 mil firmas en 6 meses y en los más duros momentos de la pandemia, no nos vamos a ir al mazo ahora, ni mucho menos darla por ganada.
Sobre todo, no podemos ignorar que, por heroica que haya sido la juntada de firmas, lo que se nos viene por delante será mucho más difícil. Como cuando el Loco Abreu la picó contra Ghana, que nos expuso a competir contra Holanda y la FIFA.
Anotemos algunas muy particulares dificultades del período que se nos viene:
1) En la etapa anterior, podíamos pedir la firma para decidir todos, ahora ya hay que convencer que hay que votar SI para derogar los peores 135 artículo que hayan salido del Palacio Legislativo.
2) En la etapa anterior, quien se convencía y firmaba, era un dato grabado en piedra. En esta etapa, si convencemos a un amigo, familiar, vecino o compañero de trabajo para votar SI, lo debemos seguir hasta el mismo día del Referéndum, porque se nos puede “dar vuelta” a último momento y como la mejor tortilla, con todo respeto.
3) Los medios hegemónicos de comunicación, es decir las 5 o 6 familias que hacen negocios espléndidos a costillas del uruguayo de a pie, pondrán todo su potencial comunicacional (no sólo en informativos, sino en programas de entretenimiento, deportivos, etc.) Quien nunca escuchó hablar de Gramsci, tiene aquí la oportunidad de un curso acelerado.
4) En una razonable suposición de que el Referéndum ocurrirá en marzo, fiestas y vacaciones complican y mucho, Y no porque nuestros compas sean viajeros de un crucero, Aquí, en Rocha, si por fin la temporada turística es decente, muchísimos compas deberán laburar dos o tres turnos diarios para recuperarse al menos parcialmente de la malaria que han sufrido en su piel y en la de su familia. ¿Alguien puede criticarlos? Por supuesto que no. ¿Puede contarse con esos compas para grandes despliegues militantes? Una vez más, y por la obvia razón de que el día tiene 24 horas, la respuesta es negativa.
5) El Poder Ejecutivo de los “malla oro” puede disponer de apoyos demagógicos por dos o tres meses en el verano, contando con la complicidad de los medios hegemónicos de presentar la pulseada como gobierno versus FA. Nuestra gente no es tonta, vaya que no lo es, pero nunca puede despreciarse el efecto de medidas puntuales de alivio en medio de la gran desesperación.
Si uno resume estos cinco puntos, llega a la clara conclusión que habiendo sido heroica la colecta de firmas, ganar el referéndum es una proeza de la talla de dos Maracanazos. Y que, aunque invoquemos al alma excepcional de Máspoli, del Mono Gambetta, de Matías González. del Cato Tejera. del Negro Jefe Obdulio, del Pata Loca Julio Pérez, del exquisito Schiaffino, del imparable Alcides Ghiggia, qué quiere que le diga, menuda hazaña tendremos que hacer.
No hay partido que se gane odiando la pelota. Hay que cuidarla cuando se la tiene, sabiendo colocarla y repartirla, jugando en equipo. Y cuando la tiene el adversario, hay que disputarla o achicar los espacios para que no pueda filtrarla o generar riesgo,
Una vez más el fútbol como metáfora de la vida. Cuando tengamos la pelota para decir los horrores del Manifiesto Neo Liberal Salvaje, hagámoslo, con claridad, desde múltiples voces y matices. Cuando la tengan ellos o empiecen su campaña del terror, diciendo que la pelota es cuadrada y esconde dinamita, mostremos que es redonda y no esconde nada. Cuando ensucien el partido con mil escandaletes mediáticos de dos pesos, recordemos que nos jugamos el futuro de todo un país. Cuando nos quieran ganar, como podrían, por presencia publicitaria en medios hegemónicos y redes sociales, recordemos que en 1980 “Sí por mi país” rompió todos los récords en materia de minutos de pantalla (y plata) contra votos. Tanto mediáticamente sonó, que al final electoralmente, sonó.
Vienen tiempos rejodidos. Sobre todo, porque la capacidad de protesta popular hay que sintetizarla y aunarla. Sobre todo, porque hay que deponer protagonismos individuales en función del único relevante: el del pueblo uruguayo. Conquistamos una proeza, ni más ni menos, con 800 mil firmas estampadas. Como siempre, nos ganamos el pase a una más brava y jodida.
Ganamos la semifinal del Mundial y la ganamos en los últimos minutos y contra todo pronóstico. Ahora, nos toca ir a la final. Con la transmisión televisiva, los jueces y el VAR en contra, así como los comentaristas y analistas de los medios.
Pero iremos y con todo, con dientes apretados, pierna bien firme y sin espacio para el titubeo. Metiendo y metiendo.

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