El 10% más rico captura el 52% del ingreso y el 50% más pobre solo el 8,5%.
Bruno Giometti
Recientemente se hizo público el informe sobre la desigualdad global, titulado “Informe sobre la desigualdad global 2022”, elaborado por el Laboratorio Mundial de Desigualdad (WIL por sus siglas en inglés). Los autores destacan la contradicción entre la abundancia de datos existente en el mundo y la carencia de información básica y confiable sobre un aspecto tan relevante como la desigualdad. En este sentido, el informe intenta presentar de forma sintética pero contundente la evolución de la desigualdad en el mundo, en sus distintas dimensiones, a lo largo del tiempo; los niveles de desigualdad existentes en la actualidad; así como recomendar algunas políticas públicas que podrían reducir significativamente la desigualdad.
Resultados
Una primera conclusión que coloca el informe es que las desigualdades existentes tanto en ingresos como en riqueza, son muy grandes. El 10% de la población mundial de mayores ingresos captura el 52% del ingreso, mientras que el 50% de menores ingresos gana el 8,5% del total. En la riqueza la desigualdad es mayor: el 10% más rico de la población del mundo posee el 76% de la riqueza, mientras que la mitad más pobre tiene solamente el 2% del total de la misma.
Otro aspecto para resaltar es que la desigualdad y el nivel de ingreso medio de cada país, no están correlacionados. A modo de ejemplo, hay países de ingresos altos muy desiguales (Estados Unidos) y otros con bajos niveles de desigualdad (Suecia); al tiempo que hay países de ingresos bajos y medios con desigualdad extrema (Brasil o la India) y otros con niveles de desigualdad relativamente bajos (el informe cita como ejemplos Malasia y Uruguay). A su vez, si bien a partir de 1980 la desigualdad de ingreso y riqueza se ha incrementado en casi todo el mundo, dicho aumento no ha sido uniforme en los distintos países.
En el largo plazo, la desigualdad mundial de ingresos ha ido en aumento. En 1820 el ingreso promedio del 10% más rico era 18 veces mayor que el ingreso promedio del 50% de ingresos más bajos. En 2020 esa relación más que se duplicó y el 10% más rico gana 38 veces más que la mitad más pobre.
Otro elemento que destaca el informe es que en los últimos 25 años, las desigualdades de riqueza se han incrementado fuertemente en la parte superior de la distribución, es decir, entre los sectores de altos ingresos, donde los millonarios y multimillonarios han incrementado enormemente sus ingresos y su participación en la riqueza total. En los últimos 30 años el 1% más rico del mundo capturó el 38% de la nueva riqueza generada, mientras que el 50% más pobre solamente pudo capturar el 2% de este total. A su vez, desde 1995 hasta hoy, la participación del 0,01% más rico, se incrementó de 7% al 11% de la riqueza mundial total.
Finalmente, el informe refiere a otras variables relevantes que hacen a la desigualdad. En cuanto a las desigualdades de ingresos en base al género, se destaca que las mujeres tienen una participación del 35% en los ingresos laborales totales, lejos del 50% que regiría en un escenario de igualdad total de género. En lo que refiere a los temas ambientales, también las desigualdades son alarmantes: el 10% superior de los emisores de carbono, son responsables de cerca del 50% de todas las emisiones, mientras que el 50% inferior produce el 12% del total. A su vez, se destaca que esto no es únicamente un tema de “países ricos versus países pobres” sino que dentro de los países de ingresos bajos y medios existen altos emisores de carbono. El informe concluye que las políticas climáticas deberían apuntar a los contaminadores ricos.
Un impuesto mundial sobre los grandes patrimonios
El documento analiza algunas medidas posibles para atacar la creciente desigualdad, entre ellas propone un impuesto progresivo sobre el patrimonio. Un gravamen modesto con tasas de entre 0,6% y 3,2% sobre los dueños de patrimonios superiores a 1 millón de dólares (unos 60 millones de personas, menos del 1% de la población mundial) permitiría generar una recaudación de aproximadamente 1,7 billones de dólares (cifra equivalente al PBI anual de Rusia, Brasil o Australia). Monto con el cual sería posible desarrollar inversiones significativas para hacer frente a los desafíos globales en educación, salud y ambiente.