Natalia Carrau. Foto UJC.

Un mundo en puja: El derecho internacional en riesgo

“Voces por la vida: Paz en Medio Oriente y Libertad en Palestina”, fue la actividad organizada por la UJC en el marco de su 70 aniversario. EL POPULAR estuvo presente y comparte con ustedes las tres presentaciones realizadas. En esta segunda entrega ponemos a su disposición la ponencia de Natalia Carrau, analista internacional y militante social.

“Saludo esta iniciativa porque me parece que en este momento en el que estamos, en el mundo, en la región y en nuestro país es de una importancia mayúscula, permitir que estas conversaciones tengan lugar en la casa política de la izquierda”, se congratuló Carrau.

“Quería traer dos grandes reflexiones o elementos a la conversación. Uno tiene que ver con el estado en el que está el derecho internacional, incluido el derecho internacional humanitario sus leyes y el sistema de Naciones Unidas que se construyó a la salida de la Segunda Guerra Mundial y que se construyó, un poco, a imagen y semejanza de los intereses de quienes se arrogaron el haber triunfado después de la Segunda Guerra Mundial”, indicó.

“Esas instituciones, que mal o bien, han sido el gobierno global que nos dimos los países para poder tener una convivencia en paz y evitar los horrores de una guerra mundial. Me parece importante volver a lo que está sucediendo en ese gobierno global. Por ahí se dice que estamos viviendo un cambio de época y no una época de cambios”, afirmó Carrau.

Una puja de poder

“Una parte de esa transición tiene que ver con la puja entre la unipolaridad y la multipolaridad, así como la decadencia de los imperios, que un poco se arrogaron esa potestad de gobernar y de ser dueños del mundo. Pero, mientras no lo vemos, van a pasar muchas cosas y la guerra, el aumento extremo de la violencia o la expresión más horrorosa de la guerra que es el genocidio,

son cuestiones que van con ese cambio de época y esa transición. Tenemos que prepararnos para esto, porque no creo que esta escalada de violencia que estamos viendo hoy, quizás en Medio Oriente, pero también en otras regiones vaya a parar pronto”, opinó la analista.

“¿Y dónde se expresa ese momento crítico que está viviendo el sistema de Naciones Unidas, el derecho internacional? En primer lugar, en esto que estaba diciendo de la escalada de la violencia, que no sólo viene de parte de algunos Estados, potencias en decadencia y sus aliados, también viene de otros actores transnacionales. También se expresa en el aumento imparable del gasto militar. Los países centrales hoy se están armando y están dedicando puntos, nada desdeñables del PBI, a armarse hasta los dientes y la pregunta que nos tendríamos que hacer es ¿de qué se están defendiendo?”, se preguntó Carrau.

“Creo que Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, pero incluido otros países centrales, han sido muy exitosos en el pasado con la narrativa anticomunista. Hoy esa narrativa anticomunista también se enlaza y se traduce en una narrativa en contra de todo lo que no es occidente, de todo lo que sea cuestionar o no someterse y subordinarse a las leyes, de los países que hoy se creen que son dueños de ese mundo”, opinó.

El doble rasero internacional

“Y, en tercer lugar, ¿dónde se expresa ese momento crítico? Lo mencionaba recién, la violencia no solo viene de parte de países, que creen que pueden tener y expresar esa violencia, sino también de actores transnacionales. Por eso me parece importante poder observar y reflexionar sobre ese aumento de la violencia, porque estamos en un momento en que las fronteras políticas nacionales, son completamente insuficientes para contener fenómenos que son trasnacionales, que no se circunscriben a las fronteras de un país, sino que trasvasan esas fronteras. Estoy hablando acá de empresas transnacionales y de la capacidad y el poder corporativo que tienen actores que en un año facturan o tienen en ventas mucho más dinero que el PBI de un país”, advirtió la analista.

“Estoy hablando también del crimen organizado, del narcotráfico y de la impunidad de ciertos poderes geopolíticos. En cuarto lugar, se expresa también en esa decadencia del derecho internacional, en el doble rasero, que se divide entre quienes tienen derecho a imponer sanciones comerciales, por ejemplo, y lo pueden hacerlo con total impunidad. Entre quienes pueden atacar a un país sin evidencia alegando legítima defensa y quienes no pueden hacerlo y no me estoy refiriendo solamente al poderío militar para poder hacerlo, sino a la falsa legitimidad construida internacionalmente para poder hacerlo, pero que también se expresa en ese doble rasero entre quienes pueden industrializarse sin derechos de propiedad intelectual, sin mercantilizar sus servicios públicos o sin liberalizar sus compras gubernamentales y quienes no tenemos, como todo el sur global, incluido todos los países de América Latina y el Caribe, derecho a industrializarnos o al desarrollo”, apuntó Carrau.

Luego comentó que Francesca Albanese, relatora para el pueblo palestino dijo que «por demasiado tiempo la ley internacional, el derecho internacional ha sido tratado como opcional, aplicado de manera selectiva a aquellos percibidos como débiles e ignorado por aquellos que actúan como los poderosos”.

“Esa era debe terminar, ese es el doble rasero en el que nos estamos enfrentando. Uruguay tiene que poder entender, lo que está sucediendo, este momento crítico, esta coyuntura, este contexto en particular y lo tiene que entender para poder decidir de qué lado se ubica y cómo construye propuestas en el sentido de sus principios históricos construidos”, afirmó Carrau.

Anticolonialismo

“Uruguay, defensor de los derechos humanos, de la autodeterminación de los pueblos, ha seguido, salvo puntuales excepciones, ese tipo de decisiones en los espacios internacionales. Creo que lo que está viviendo el pueblo palestino hoy, el genocidio del pueblo palestino, es un ejemplo tristísimo y horroroso de ese doble rasero y de ese momento crítico en el que estamos viviendo”, indicó.

“Y también es emblemático y por eso le tenemos que dar esa importancia y poder observar lo que está sucediendo ahí, reflexionar sobre eso para entender cómo actuar en consecuencia. Me parece que lo que está detrás del proyecto del Estado de Israel, que es un proyecto con una raíz fuertemente colonial fuertemente supremacista típica de un estado ocupante colonialista supremacista de ocupación, tiene que poder ayudarnos a tejer hilos conductores de nuestra propia historia. Nosotros fuimos un pueblo colonizado, vivimos la ocupación, aquí se practicó el genocidio de los pueblos indígenas, de la población nativa que existía aquí. Al día de hoy Uruguay sigue sin ratificar el convenio 169 que habla de los derechos de los pueblos originarios y de la consulta obligada a los pueblos originarios”, denunció.

“Y no se ratificó ese convenio porque hay poderes políticos en nuestro país que no quieren reconocer que el Estado uruguayo se forjó a partir de ese genocidio, a partir del exterminio de la población indígena. Vaya si tenemos elementos en nuestra propia historia para empatizar con lo que está viviendo el pueblo palestino o con cualquier otro pueblo que está sufriendo la ocupación”, agregó.

“Nos desmoraliza completamente ver lo que estamos viendo en tiempo real y en vivo del pueblo palestino, pero tenemos que poder hacer algo y yo ahí tengo dos tipos de comentarios, pero quisiera empezar por decir que respeto muchísimo a un gobierno progresista de izquierda de mi país y que respeto muchísimo el valor que tiene la construcción de una fuerza política. No hablo como orgánica del Frente Amplio, si me considero de izquierda, hablo sobre todo desde mi experiencia de trabajo con los movimientos sociales y eso muchas veces nos da una libertad para hablar que no es la misma libertad que tiene un gobierno en el ejercicio de funciones. No es la misma libertad que tiene una fuerza política que, por supuesto, hizo posible que un gobierno de izquierda estuviera en el poder, entonces, me parece que el deber de todos y de todas, es poder acercar posiciones y construir”, afirmó.

“Poder construir una reflexión crítica y constructiva, que nos permita entender dónde estamos y nos permita trazar puentes para saber hacia dónde queremos ir. Respecto a esto de qué hacer, creo que el foco tiene que estar puesto en ayudarnos a pensar nuestra propia política internacional. No es verdad que solamente se hace política internacional en la cancillería o desde la Secretaría de Relaciones Internacionales de un partido”, criticó Carrau.

“Se hace política internacional todos los días, los movimientos sociales hacen política internacional, las centrales sindicales hacen política internacional, las organizaciones ambientales hacen política internacional, las organizaciones de Derechos Humanos hacen política internacional y si no hicieran política internacional no hubiésemos recorrido el camino de Memoria, Verdad y Justicia que recorrimos y de denuncia del plan Cóndor, por ejemplo, en nuestra región. Entonces la política internacional es una práctica que se hace todos los días y no es solamente la solidaridad internacionalista, es construir internacionalismo”, afirmó.

“Eso es parte de una práctica política que debería ser un pilar fundamental de cualquier fuerza política de izquierda. Algunos apuntes desde el gobierno: es quizás lo más sencillo para uno decir, porque no estamos en el gobierno, pero de nuevo, reconozco la dificultad de poder ejercer el gobierno en esta coyuntura en particular. Creo que, además de abogar por la defensa de los derechos humanos, de la autodeterminación de los pueblos, de los principios del derecho internacional humanitario y del derecho internacional que ha sido una construcción histórica de nuestro país en los foros internacionales, es necesario recorrer un camino de mayor presión internacional”, opinó la especialista.

Una política internacional fuerte

“No necesitamos llegar a romper relaciones con un país para ejercer esa presión internacional, se puede hacer de muchas maneras, por ejemplo, y hay que ver qué es lo que están haciendo los otros países en el mundo, sumarse al grupo de La Haya, sumarse o ratificar intervenir formalmente la demanda de Sudáfrica en contra del Estado de Israel por crímenes de genocidio, o incluso apoyar, públicamente esa demanda. Brasil no intervino en la demanda formalmente, pero nadie puede negar que el presidente Lula no es un fiel defensor de los Derechos Humanos y un denunciante del genocidio al pueblo palestino”, apuntó.

“También está el embargo de armas, el retiro de un embajador que no tiene por qué implicar romper relaciones. También está el articular con los vecinos y darle más jerarquía a qué es lo que está sucediendo en la región, y qué están haciendo nuestros países hermanos respecto a esta situación. Y para la fuerza política, me parece que hay un margen de maniobra mayor. La política internacional estuvo completamente ausente de la campaña electoral el año pasado, fue ganar las elecciones y estallar por todos lados episodios y eventos de política internacional y todos salimos a discutirlo y a conversarlo. Ese no puede ser el tono. Necesitamos construir política internacional diariamente y nuestra fuerza política tiene capacidad para poder hacerlo”, aportó Carrau.

“Es necesario repensar esa política internacional. ¿Cómo lo hacemos? No es lo mismo la política internacional o la solidaridad internacionalista histórica que construyó el Frente Amplio, que fue muy importante y es un ejemplo a nivel internacional, incluso por la unidad en la diversidad que promueve la fuerza política en nuestro país. Creo que hace falta refundarla o repensarla y hay dos claves que tienen que ver con lo que está sucediendo hoy en el mundo que son fundamentales en primer lugar tiene que ser una política internacional anticolonialista y es fundamental poder entender esto. Hoy, en este contexto del mundo en el que estamos, es fundamental declararse y construir una política internacional anticolonialista y tenemos de sobra elementos de donde sacar para construirlo, incluso de otros pueblos que siguen al día de hoy luchando por su descolonización y también tiene que ser una política internacional antirracista, y aquello de que no hace falta no ser racista, sino que hay que ser declaradamente antirracista aplica a esto”, opinó.

“Le vendría muy bien al Frente Amplio pensar en una carta de principios, en donde la política internacional este jerarquizada, en donde sea fundamentalmente anticolonialista y antirracista y donde la práctica de la solidaridad internacionalista no sea solo una denuncia y un apoyo público a otros pueblos hermanos, sino una construcción, desde lo común, desde lo que nos une para intentar tender puentes. Le vendría muy bien al Frente Amplio y a otras fuerzas políticas de izquierda, empezar a ver lo que está pasando con los movimientos sociales y qué tipo de acciones han tenido los movimientos sociales globales respecto al genocidio en Gaza”, apuntó Carrau.

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