Palestina ha estado en el centro de la discusión mundial, antes de la Asamblea General de la ONU, durante la misma, después de que culminó y lo sigue estando ahora. Todos los hechos que concentran ese debate son importantes. Pero no hay que olvidar, ni por un segundo, lo central: Hay que detener el genocidio contra su pueblo que Israel continúa contra viento y marea.
Israel y su principal sostén y cómplice del genocidio, EEUU, que le aporta miles de millones de dólares, armas, respaldo militar y cobertura política y diplomática, están cada vez más aislados a nivel mundial. Esa realidad no puede ser opacada por la iniciativa última del llamado Plan de Paz, presentado en conjunto por Donald Trump y Benjamín Netanyahu y puesto en entredicho por el primer ministro israelí pocas horas después con palabras y, lo que es más importante, con hechos.
Hace 15 días la Asamblea General de la ONU votó, con 142 votos a favor, entre ellos Uruguay, 10 en contra y 12 abstenciones, reafirmar que es necesario construir una salida que contemple la existencia de dos Estados, Israel y EEUU votaron en contra. Hace 12 días EEUU vetó en el Consejo de Seguridad una iniciativa para reclamar que Israel cumpliera las disposiciones de la Corte Internacional de Justicia, cuyo plazo expiró. En la Asamblea General de la ONU, 11 países anunciaron que reconocían a Palestina como Estado, Francia, Reino Unido, Portugal y Países Bajos entre ellos. En la misma Asamblea General de la ONU decenas de países condenaron el genocidio en Palestina, destacándose especialmente las posturas de Brasil, Chile y Colombia, también de España. Netanyahu fue abucheado y habló ante una sala semivacía por la retirada masiva de las delegaciones. El grupo de La Haya, coordinado por Colombia y Sud África, logró el apoyo de 34 países para impulsar sanciones a Israel. Se conformó una coalición de 12 países para aportar financiamiento a la Autoridad Palestina, que gobierna Cisjordania y está cercada y asfixiada económicamente por Israel. En el mundo entero, también en Israel, se multiplicaron las movilizaciones, masivas, de codena al genocidio y exigiendo medidas a los gobiernos.
En el medio de esa situación es que Trump presenta su Plan de Paz, en una escena montada, mostrando el supuesto apoyo total de Netanyahu, que se sumó sonriente y lo llamó “el mejor amigo que haya tenido nunca Israel en la Casa Blanca”. El mentado Plan, es un borrador de 20 puntos, que incluye un alto al fuego, el ingreso de ayuda humanitaria, la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamas, la liberación de prisioneros palestinos en cárceles israelíes, el desarme de Hamas, la prohibición de su participación en ninguna instancia de gobierno, una transición que sería dirigida por un equipo tecnocrático, encargado de conseguir inversiones para la reconstrucción y una Junta, encabezada por Trump, con participación de Tony Blair, luego, no se sabe cuándo, ni cómo, ni decidido por quién, habría la posibilidad de un Estado Palestino, pero condicionado y con una Autoridad Palestina “radicalmente reformada” y sin retirada completa israelí.
Este Plan busca auxiliar a Israel, deja por fuera al pueblo palestino, a la ONU y a todo el resto del mundo. No se sabe quién lo garantizaría. Ni Israel como Estado, ni Netanyahu tendrían que responder por su crimen de genocidio.
Trump y Netanyahu no tienen ninguna legitimidad para presentar este Plan, salvo la que le dan el dinero y las armas, que no es poco, pero no puede ser todo.
El Plan fue recibido cautelosamente, pero con señas de optimismo por la Autoridad Palestina, las cancillerías de China, Rusia, India, por un importante número de países árabes y musulmanes y por la Unión Europea.
El que, una vez más, torpedeó, con palabas y sobre todo con hechos, el famoso Plan fue Netanyahu. Apenas regresado a Israel desde Washington, se desdijo de su apoyo “total” ratificando que “de ninguna manera” aceptará un Estado Palestino. Y lo que hizo fue peor que lo dijo. Ordenó intensificar los bombardeos sobre la Ciudad de Gaza y también interceptar a la Flotilla Humanitaria antes de llegar a Gaza, bloqueando sus más de 50 barcos y secuestrando a la mayoría de sus 500 integrantes, que venían de más de 40 países, entre ellos 3 de Uruguay.
Netanyahu, una vez más, dejó claro que no le interesa la paz, no le interesan los rehenes, lo único que le interesa es su cruzada supremacista, destruir Gaza y al pueblo palestino.
La Autoridad Palestina, reconocida por 150 países, por Uruguay desde 2011, y el pueblo que representa tomarán las decisiones que entiendan mejores, ellos son los que están recibiendo las bombas. Nadie tiene autoridad moral para dictarles ninguna conducta.
A nosotros nos toca denunciar las prácticas genocidas del gobierno de ultraderecha de Israel y el papel de EEUU. Colocar una perspectiva antimperialista, porque no todo se reduce a la geopolítica. EEUU ha apoyado históricamente a Israel. Trump le ha dado miles de millones de dólares, lo ha blindado ante la ONU y ha bombardeado a Irán para apoyarlo.
El Trump que propone el Plan de Paz es el mismo que amenaza y chantajea a Brasil para proteger al golpista Jair Bolsonaro; que amenaza a Venezuela con barcos de guerra y misiles; que recrudece el bloqueo contra Cuba; que desata una guerra comercial contra el mundo entero; que chantajea a Europa para instalar la carrera armamentística más grande de la historia; que en su propio país militariza ciudades enteras y lanza una persecución aberrante contra las y los migrantes. Ese Trump, cabeza de la principal potencia imperialista, es el que quiere aparecer como impulsor de la paz.
La realidad del genocidio
Todo lo anterior, es relevante, pero lo es más aún no perder de vista que lo central sigue siendo el genocidio contra el pueblo palestino.
Ya van más de 65 mil asesinadas y asesinados. La destrucción es total. Israel intensifica su ataque contra la Ciudad de Gaza, capital de la Franja y centro político y comercial milenario, que quieren borrar del mapa. Ya han destruido barrios enteros. Han huido, como pudieron, 700 mil palestinos, hacia campos de refugiados, quedan 500 mil, que no tienen como escapar. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, que no sabe de ningún Plan de Paz, les hizo una «advertencia final» para que se vayan, no se sabe cómo, no se sabe a dónde, diciendo que los que se queden serán considerados como «terroristas o partidarios del terrorismo».
A través de la Agencia de Noticias de la ONU, la directora de comunicación de UNICEF, Tess Ingram, denunció la muerte de hambre de Jana, una niña palestina de 9 años; explicó que había sido tratada dos veces por desnutrición y se había recuperado en ambas ocasiones, pero finalmente falleció. “Una niña pequeña obligada a soportar tanto dolor debido a decisiones deliberadas que se tomaron para restringir la entrada de alimentos en la Franja de Gaza”, dijo. UNICEF alertó que “toda la población infantil menor de cinco años de Gaza, más de 320.000 niños, está en riesgo de sufrir malnutrición aguda”.
En el Complejo Médico Nasser de la ciudad de Gaza, el doctor Ahmed, director del Departamento de Salud Pediátrica y Materna, dijo: «La situación es catastrófica. Nuestra sala de emergencias pediátricas ahora recibe más de 1.000 niños cada día. Al mismo tiempo, 200 recién nacidos están actualmente ingresados en cuidados intensivos, a pesar de que solo tenemos capacidad para 40”. Agregó que hasta 3 bebés suelen compartir una sola incubadora. «Solo en las últimas 24 horas, 13 niños han muerto aquí”.
¿Hace falta decir más?
Elevar la solidaridad
En Uruguay el gobierno se reunió con los familiares de las y los uruguayos secuestrados por Israel y comprometió su trabajo para lograr “una pronta liberación”. El Frente Amplio y el PIT-CNT condenaron la interceptación de la Flotilla.
No es un secreto que tenemos diferencias con la postura que ha asumido nuestro gobierno. En una entrevista con La Diaria Radio, el canciller Mario Lubetkin, explicó que Uruguay se ha pronunciado con 7 comunicados, ahora son 8, sobre la situación en Gaza. Que llamó a consulta a la embajadora de Israel cuando sus fuerzas armadas balearon a embajadores que estaban de recorrida en Cisjordania, entre ellos el nuestro. Que se pronunció en la conferencia de Nueva York por la solución de dos Estados y que votó por ella en la Asamblea General de la ONU. Que se ha reunido con la Autoridad Palestina, las últimas dos veces en Washington y que está trabajando con ella. Que mantuvo bilaterales con varios países árabes para contribuir a construir caminos de salida. También que está trabajando en iniciativas humanitarias. Y afirmó, sobre la no utilización de la calificación de genocidio, que el lenguaje usado por Uruguay es el que utiliza “oficialmente” la ONU, no sus agencias o Comisiones, y que, si este cambia, también cambiará el de Uruguay.
Todo lo anterior es real y está bien. Pero también lo es que el FA, su Secretariado, su Mesa Política, su Plenario Nacional y sus bancadas parlamentarias, han calificado de genocidio lo que ocurre en Gaza. También lo ha hecho el movimiento popular, organizaciones judías progresistas, la comunidad armenia y un largo etcétera.
No se trata de un problema de pureza semántica. El genocidio es un crimen, tipificado en la Convención de Prevención del Genocidio. Nosotros creemos que es necesario que Uruguay se sume a los países que sostienen que se está cometiendo ese delito, que apoye en la ONU los informes de las Comisiones que así lo sostienen. Eso no quita en lo más mínimo que podamos ser parte de una salida y promotores del diálogo, pero desde una posición de defensa del Derecho Internacional, porque calificar de genocidio lo que ocurre en Gaza, habilitaría y obligaría a la ONU a actuar en consecuencia, también a todos sus Estados miembros, es decir, a hacer todo lo necesario y posible para detenerlo.
Entre tanto lo decisivo es elevar la denuncia y la solidaridad. Por eso, como en cada rincón del mundo, este 9 de octubre volveremos a las calles, para condenar el genocidio. Y lo haremos por el pueblo palestino y también por nosotras y nosotros. Porque condenar el genocidio, estar al lado del pueblo palestino, es una causa de la humanidad.