El presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala, participó como uno de los expositores de la actividad que se realizó en el Paraninfo de la Universidad de la República, este 30 de mayo, en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, organizada por la Junta Departamental de Montevideo, en la que representantes de los partidos políticos y de los movimientos sociales reflexionaron sobre la dictadura. La actividad sirvió para intercambiar ideas y reflexiones sobre el golpe de Estado, las formas de resistencia a la dictadura y la importancia de la construcción de memoria como una clave para el futuro. En ese marco, el presidente de la central sindical sostuvo que la dictadura que gobernó el país desde 1973 hasta el 1° de marzo de 1985 «fue la dictadura terrorista del capital financiero».
La mesa de debate a 50 años del Golpe de Estado estuvo integrada por el ex presidente Julio María Sanguinetti, por el Partido Colorado; Pablo Iturralde, por el Partido Nacional; Fernando Pereira, por el Frente Amplio, Amira Fagúndez, por la FEUU y Marcelo Abdala, por el PIT-CNT.
El presidente del PIT-CNT señaló, al inicio de su intervención, que es importante confrontar ideas para aportar posibilidades de síntesis a la opinión pública.
«Nosotros nos vamos a referir a cuatro cuestiones: la primera, a partir de la génesis que culmina en el golpe de Estado, desde nuestra perspectiva, ¿dónde están las responsabilidades? Y ahí, notoriamente, vamos a tener una polémica con la teoría que se ha popularizado como de la confrontación entre dos demonios. Nosotros creemos que hay otras razones profundas en la historia”, señaló.
“En segundo lugar, nos vamos a referir a un aspecto que prácticamente está vedado en el debate público, porque se habla de dictadura militar. A veces se completa esta categoría con el concepto cívico-militar, porque también hubo civiles. Y nosotros queremos aportar para desentrañar el contenido de clase de la dictadura. En tercer lugar, vamos a rescatar de la memoria el papel de la clase obrera organizada. Y, en último término, vamos a colocar alguna pista de cómo es que se construyen las condiciones para que efectivamente nunca más haya terrorismo de Estado y podamos organizar una convivencia pacífica y próspera, en el marco de un camino de profundización de la democracia”, dijo.
“En torno a lo primero, debemos decir que no es un debate menor. Si nosotros equiparamos las responsabilidades que luego cristalizaron en el golpe de Estado, desde nuestro punto de vista, estamos generando una condición en la cual para la sociedad se terminan ocultando los verdaderos procesos que estuvieron en curso y que desembocaron en esa circunstancia aciaga, no querida para el conjunto de la ciudadanía y de la población. La polarización, desde un punto de vista de la lucha ideológica y política, no se puede establecer entre presuntas utopías que no tenían que ver con el respeto a la institucionalidad y a las normas constitucionales, versus actores mesiánicos que, en defensa de la democracia, apelaban al golpe de Estado. Porque si no, no hay explicación para un fenómeno que, de manera concomitante a los acontecimientos en nuestro país, se dio muy cerca, solamente que, en vez de junio del 73, sucedió en septiembre del 73. Me refiero al proceso chileno, irreprochable desde el punto de vista del cumplimiento de los preceptos constitucionales chilenos y que también sufrió un cruel golpe de Estado”, sostuvo.
El gran titiritero
El presidente del PIT-CNT, manifestó que “es notorio que los acontecimientos que se desplegaron en nuestro país tuvieron desde un punto de vista general un gran titiritero, un protagonista: los Estados Unidos de América. A confesión de parte, relevo de pruebas, porque se están desclasificando documentos de las entrañas del imperialismo norteamericano. Al influjo de la revolución cubana y una influencia gravitante en América Latina, no desde el punto de vista de la lucha armada sino desde el punto de vista de las luchas populares por una vida mejor, el imperialismo norteamericano organizó una contraofensiva en todo el continente. Desarrolló, además, en acuerdo con las oligarquías criollas, lo que en su momento se llamaba “la rosca”, el gran capital financiero de nuestros países; una contraofensiva, particularmente en el sur de América Latina, que muestra claramente la similitud histórica de los golpes de Estado. En el año 64, en Brasil; en junio del 73, en Uruguay; en setiembre del 73, en Chile y, unos años después, en marzo del 76, en Argentina. Porque es verdad que había una crisis estructural de la base socioeconómica de la sociedad uruguaya. Es verdad que había un ajuste que comenzó -desde nuestra perspectiva- en una fase de cambios regresivos, con la reforma cambiaria y monetaria del entonces ministro de Hacienda, Juan Eduardo Azzini. Con las políticas económicas que luego finalizaron al mismo tiempo, en la congelación más de los salarios que de los precios y, al mismo tiempo, en la represión contra el movimiento popular en procesos que venían de antes. Por ejemplo, nosotros, los metalúrgicos, vivimos la huelga histórica en Ferrosmalt; se asesinó a la dirigente sindical María del Carmen Díaz, años mas tarde a Líber Arce, a Hugo de los Santos, a los mártires de la 20. En este contexto, el golpe de Estado en Uruguay tuvo el propósito de interrumpir un proceso de organización social, de acumulación de fuerzas, de unidad amplia y sin exclusiones de todo el pueblo. Una forma de revertir ese proceso histórico en beneficio de determinados intereses económicos. Lo que quedó claro es que la distribución de la riqueza entre las clases que dejó la dictadura, por lo menos en nuestra perspectiva, no se trató de una puja entre dos demonios. Se trató de una estrategia de los sectores más reaccionarios, más fascistizantes de las clases dominantes y del alto poder económico, quienes organizaron una escalada paulatina de vaciamiento de las instituciones, de vaciamiento de la democracia. Y fueron los que dieron un golpe de Estado contra la gran mayoría del pueblo y su acumulación de fuerzas”.
Dictadura fascista
Abdala agregó que “los sectores que apelaban a formas violentas de acción política estaban derrotados militarmente cuando el golpe de Estado. El golpe fue, en definitiva, contra la clase obrera, la clase trabajadora. Y los sectores democráticos apelaron a formas democráticas de lucha desde el punto de vista de cambiar la realidad. Para nosotros, la dictadura fue la dictadura terrorista, abierta y descarada del capital financiero. Fue una dictadura fascista, con independencia de las singularidades, de sus formas de expresión en cada país. Si uno analiza el contenido de clase de la dictadura, es clarísimo que no solamente conculcó las libertades democráticas, no solamente organizó el terrorismo de Estado que fue también contra todo el pueblo, porque lo sufrió nuestro hermano el desaparecido, el preso, el torturado, el exiliado, los sectores políticos proscriptos, pero lo sufrió el estudiante que no sabía nada de política y tenía que tener en el pelo dos dedos por debajo del cuello de la camisa, de lo contrario, no podía entrar al liceo; y lo sufrió quien fue llevado en una razzia. En este marco de terror, el Producto Bruto Interno, durante los años de la dictadura, no dejó de crecer. Sin embargo, el poder de compra de los salarios a la salida de la dictadura era un 50% del poder de compra que se tenía al principio. Por tanto, hubo una transferencia neta de recursos desde el bolsillo de los trabajadores hacia determinados sectores del gran capital, al que no le fue mal durante la época de la dictadura. Por esa razón, entre los mecanismos de combinar movilización democrática, movilización pacífica contra la dictadura, mecanismos de diálogo y de concertación, procesos de generar la base para algunos acuerdos programáticos, recuerdo -al final de la dictadura- la Concertación. Uno de los compromisos básicos fue efectivamente cumplido y se salió de la dictadura. Y luego se convocaron los Consejos de Salario. Por tanto, la dictadura no fue solamente militar, fue cívico militar; y no solamente fue cívico militar, sino que tuvo un determinado contenido de clase en desmedro de todos los actores democráticos que actuaron en defensa de las instituciones y en defensa de la democracia, en el periodo de la dictadura”.
Papel de la clase obrera
Más adelante, el presidente del PIT-CNT remarcó que “si hay un actor por excelencia, que no solamente hizo disquisiciones políticas, declaraciones -que de por sí son importantes- o acciones propagandísticas, sino que se jugó la vida en defensa de la democracia, fue la clase obrera organizada de nuestro país. No solamente porque en los antecedentes del golpe de Estado, cuando se traían las doctrinas del enemigo interno, cuando se traía a la CIA a entrenar a futuros torturadores, cuando existían ruidos de golpe de Estado, ante este panorama, la clase obrera organizada decidió enfrentar la dictadura con una huelga general y esto fue antes del 73, en el 64, cuando el intento de golpe de Aguerrondo. La clase obrera trabajó sistemáticamente para el éxito y la preparación de esta huelga general, que no fue espontánea. Siempre don Rosario Pietraroia, viejo dirigente de los metalúrgicos, nos contaba cómo hacían prácticas en el metal para, en una hora, llegar a 150 fábricas y asegurar que se cumpliera la decisión de la CNT. La clase trabajadora, junto a los estudiantes, el mundo universitario, la adhesión de los partidos políticos democráticos, se jugó la ropa con una huelga general que no logró tirar abajo la dictadura, pero la hizo nacer herida, aislada de cualquier base de apoyo social. Después de la huelga general -que fue un hecho heroico, formidable, desde el punto de vista de las fábricas y lugares de trabajo que se ocupaban, porque venían los militares y los desalojaban, los obligaban a salir y los trabajadores ocupaban de vuelta-, no le dio un minuto de tregua a la dictadura. Por eso, si nosotros analizamos dónde se concentró más bestialmente el terrorismo de Estado y la represión, vamos a encontrar siempre que se reprimió a todos los sectores democráticos, pero en particular la saña fascista se concentró contra la clase obrera organizada, que sistemáticamente actuó en la cárcel, en el exilio, en la clandestinidad para alumbrar un futuro democrático para la República”.
“La misma clase que no disparó una bala antes de la dictadura, sino que apeló a la movilización y a la lucha, obviamente, para defender sus intereses frente al gran capital y la rosca oligárquica. Una lucha y movilización para construir en paz una salida democrática. Inclusive intentando, en algunos casos, aislar a los sectores más fascistas del Ejército. Con un compromiso democrático que, efectivamente, se jugó la vida en defensa de la democracia. Por eso el desaparecido es Ubagésner Chávez Sosa, integrante de la Dirección Nacional de la UNTMRA. Por eso, nuestro instituto de investigación se llama Cuesta Duarte, en homenaje a León Duarte, dirigente sindical de FUNSA y a Gerardo Cuesta, dirigente sindical metalúrgico. Obviamente que hubo resistencia de nuestro pueblo, obviamente que no hubo ni un minuto de tregua a la dictadura y unidad sin exclusiones de los sectores democráticos para alumbrar con lucha, porque fue así. Una lucha democrática, una lucha de masas. No me la contaron, yo pude participar a los 15, 16 años, para generar una salida democrática que tuvo sus dificultades. Se dio con sectores proscriptos, con dirigentes proscriptos pero que la construimos entre todos”, añadió.
¿Qué hacer?
Por último, Abdala se preguntó ¿cómo hacer para que nunca más haya dictadura? y se respondió: “Todos debemos entender esto como algo que no es menor. Y no lo es en la consideración de la amplitud y profundidad de la democracia, de los derechos humanos y las libertades individuales. No son mecanismos tan siquiera instrumentales, sino que deben ser el contenido, la forma en que vehiculizamos los programas que cristalizan nuestros intereses. Y esto no es menor. Es decir, cualquier medida antidemocrática, sea del signo que sea, debe ser rechazada. Pero a su vez, ya entrados en el siglo XXI, la democracia no debe ser solamente una forma de elección política. A partir de la base de todo lo que estoy diciendo sobre la importancia de la democracia representativa, es muy importante también la democracia participativa. Y la democracia se tiene que fundir, soldar, con la vida cotidiana de la gente. No es democrático si crece el Producto Bruto Interno y se achica el salario. No es democrático en un país rico en alimentos si hay más de 80.000 pobres nuevos. No es democrático que la gente tenga que vivir como vive en muchos casos en los asentamientos. Por tanto, las dimensiones de los derechos reales y de un programa económico-social diseñado, construido democráticamente por las grandes mayorías, es un aspecto central de la convivencia democrática. Obviamente en ese cuadro, desde nuestra perspectiva, son enormes los 20 de Mayo, participamos junto a Familiares en la organización de los mismos, a partir del protagonismo de Familiares; hay una cuestión que es fundamental, y es que efectivamente tenemos que avanzar en verdad y justicia, que efectivamente quienes participaron en el terrorismo de Estado sean debidamente juzgados y condenados. No solamente que se sepa la verdad, sino que haya juicio. Obviamente, en ese marco, con todas las luchas y polémicas ideológicas que hacen parte de la construcción democrática, nosotros en tanto clase, no es que levantemos utopías que luego se puedan convertir en autoritarias. Tampoco renunciamos a un horizonte democrático que también democratice la propiedad y la gestión de los medios principales de producción, de la vida de la gente, porque es ahí donde se define la calidad de vida. Saludo nuevamente este debate, muchas gracias a los asistentes. Es bien importante este aspecto para generar los consensos y todos aquellos aspectos en que debemos disentir y que ayuden a la pública felicidad, como decía don José Gervasio Artigas”.
Foto de portada:
Marcelo Abdala durante el paro y movilizacion de la Coordinadora de Sindicatos de Ancap en Torre Ejecutiva en Montevideo. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS.