20220926 / Mauricio Zina - adhocFOTOS/ BRASIL / SAN PABLO/ POLITICA/ Acto de campaña de Luiz Inacio Lula da Silva en el auditorio Celso Furtado en San Pablo, Brasil. En la foto: Luiz Inacio Lula da Silvca durante su acto de campaña en el auditorio Celso Furtado en San Pablo, Brasil.Foto: Mauricio Zina/ adhocFOTOSFoto: Mauricio Zina/ adhocFOTOS

Agora é Lula y el pueblo

Gabriel Mazzarovich

Lula es el nuevo presidente de Brasil. En una reñida segunda vuelta, la más ajustada de la historia, Lula derrotó a Bolsonaro. Lula se transforma en el primer presidente de la historia de Brasil en superar los 60 millones de votos. Lula además es el primer presidente en ser reelecto para un tercer mandato y Bolsonaro es el primer presidente en no lograr su reelección.

Al cerrar esta nota, con el 99.88% de las urnas escrutadas, Lula obtuvo casi dos puntos porcentuales de diferencia con respecto a Bolsonaro y más de dos millones de votos más. La diferencia es menor que en la primera vuelta. Lula sacó el 50.90% y 60.274.223 votos y Bolsonaro el 49.10% y 58.144. 711 votos. Hubo, entre votos en blanco y anulados, un 4.45%, casi 6 millones de votos. Hay mucho para analizar, sobre las gobernaciones, la distribución geográfica y social del voto, etc. Estos son solo unas primeras reflexiones.

Lo primero es destacar, más allá de la diferencia de votos entre Lula Y Bolsonaro, que nada pudo con la decisión de la mayoría del pueblo brasileño de vencer el miedo. Ni la agresividad de los sectores bolsonaristas, que fue la nota dominante en una campaña electoral tensa y violenta, en la que hubo balaceras, amenazas, agresiones y asesinatos, el último sucedió el viernes pasado a un ex concejal del PT, en una de las ciudades del Estado de San Pablo.

Ni los desesperados desbordes autoritarios, como el de este domingo, cuando en plena elección, la Policía Rodoviaria Federal (PRF), un cuerpo policial nacional encargado del patrullaje de las rutas, dirigida por el abiertamente bolsonarista Silvinei Vázquez, realizó acciones intimidatorias en el Nordeste de Brasil, donde la votación por Lula es enorme. Según denuncias documentadas la PRF realizó 560 inspecciones de buses y autos, fundamentalmente en las entradas a las ciudades desde las zonas rurales del Nordeste, retrasando e intimidando a los votantes. Fue tanto que la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, pidió la prisión del director de la PRF. Es un hecho de una enorme gravedad, muestra que la derecha, la oligarquía del agronegocio y el capital financiero y el neofacismo, que eso expresa Bolsonaro, no tienen escrúpulo ninguno. Bueno, vienen de dar un golpe de Estado y encarcelar injustamente a Lula.

La militancia popular se sobrepuso a todo eso. Los grandes cierres de campaña, como la caminata multitudinaria en San Pablo, las imágenes de cientos de personas esperando que se abrieran los circuitos en los barrios populares, el barco a punto de zozobrar, completamente lleno de gente con banderas rojas, en un río de Pará, son conmovedoras muestras de ello. Esta victoria es de la militancia popular brasileña, que no dejó las calles, que no se dejó intimidar, que salió a convencer y a dar la batalla. Millones hablaron con millones, de esa dimensión fue.

Lula había obtenido el primer lugar en la primera vuelta de las elecciones , con el 48.4% y 57.259.504 votos. Jair Bolsonaro, actual presidente, quedó segundo con el 43.2% y 51.072.345 votos. Lula, y el arco de fuerzas populares que apoyan su candidatura sacaron, en esa primera vuelta, una diferencia de más de 6 millones de votos sobre Bolsonaro.

Hacia esta segunda vuelta, Lula y las fuerzas populares, ampliaron más las alianzas, Simone Tebet, del MDB, Ciro Gómez del PDT y Soraya Trhonicke de Uniao Brasil, que ocuparon el segundo, tercer y cuarto lugar en la primera vuelta, sumando en conjunto más de 9 millones de votos, expresaron su apoyo a Lula. También se pronunció por Lula, Fernando Henrique Cardoso, ex presidente de Brasil, rival de Lula y referente en su país, en América Latina y el mundo, de la derecha tradicional.

En el mismo sentido lo hicieron importantes figuras de la izquierda en el continente, como Gustavo Petro, presidente de Colombia y José Mujica, ex presidente de nuestro país, que viajó el sábado y participó junto a Lula en el acto de cierre de la campaña de la segunda vuelta en San Pablo.

Toda esa construcción política, sumada a la militancia de millones, logró enfrentar la poderosa maquinaria que Bolsonaro y la oligarquía pusieron en juego. El resultado fue muy ajustado. Fue la elección más cerrada de la historia reciente de Brasil. Lula creció con respecto a la primera vuelta, pero Bolsonaro creció más, si se toman los votos absolutos. Eso no le quita un pelo de legitimidad y de trascendencia a la victoria, pero es parte de la realidad.

El golpe y la infamia contra Lula

Como también sosteníamos en un análisis de la primera vuelta, pero es imprescindible reiterar, esta votación de Lula se da después de que la oligarquía brasileña y el imperialismo, organizaron y dieron un golpe de Estado contra la presidenta Dilma Rousseff, entre diciembre de 2015 y mayo de 2016, basado en mentiras. Esto continuó en una campaña de intento de aniquilación, política y personal contra Lula, que fue perseguido, acusado falsamente, condenado y encarcelado 580 días. Eso le impidió ser candidato en las elecciones donde finalmente triunfó Bolsonaro y alcanzó la presidencia.

No se puede valorar el resultado electoral sin contemplar esto. Tanto hicieron jugar esta infamia en el presente que Bolsonaro, en una abierta provocación, llevó al último debate televisivo de la campaña, como su asesor, a Sergio Moro, el juez que armó la patraña contra Lula, inventando pruebas y lo encarceló. Lula fue absuelto de todos los casos y Moro terminó siendo ministro de Justicia de Bolsonaro para cobrar el favor, luego se peleó y ahora volvió a ser usado.

Por eso, es una gran victoria de la izquierda, del movimiento popular, de Lula y de la democracia en Brasil, que enfrentaron y se sobrepusieron a toda esa operación golpista y de aniquilación política.

Conviene recordar, ahora que Lula ha sido electo nuevamente como presidente de Brasil, que la izquierda y el movimiento popular uruguayo, muy especialmente EL POPULAR, nunca dudaron, repudiaron el golpe contra Dilma, expresaron su solidaridad con Lula y denunciaron la infamia en su contra. Incluso estuvimos presentes en el campamento que se realizó en la puerta de la cárcel de Curitiba, donde estuvo injustamente preso. Mientras tanto, la derecha y la mayoría de los medios de comunicación se negaron a calificar de golpe la destitución de Dilma y aplaudieron la prisión de Lula. El actual presidente de la República, Lacalle Pou, se sacó fotos con golpistas brasileños, poco tiempo después de la destitución de Dilma, en un foro organizado por Vargas Llosa en Perú y culpó al “aparato del PT” de la crisis. Lacalle Pou ya hizo un papelón con Duque, el presidente de ultraderecha derrotado en Colombia por Gustavo Petro. ¿Irá a hacer el mismo papelón con su amigo Bolsonaro? Todos recordamos su foto sonriente junto a Bolsonaro con una camiseta de Brasil, con el nombre: Lacalle Pou. También recordamos el saludo sonriente y admirado de Guido Manini Ríos. Anoche mismo, uno de los voceros menos lúcidos de la derecha, Gerardo Sotelo, publicó un tweet, que denota todo el odio de clase contra Lula y la decisión de seguir mintiendo: “Y así con el triunfo del ladrón sobre el facho, se fue otra elección en esta sufrida América Latina. Mamita”. Esto dice el director de los Medios Públicos de Uruguay. Miente y va a seguir mintiendo. Pero además es un funcionario público está calificando de ladrón al presidente electo de un país con el que tenemos relaciones diplomáticas, por otra parte no recuerdo que le haya dicho facho a Bolsonaro antes. ¿Estará en sus cabales?

El impacto en el continente y el mundo

El peso de Brasil, en el continente y en el mundo, es tal que este resultado tiene un impacto global. En este mundo del capitalismo en crisis, de hambre, destrucción ambiental, desigualdad creciente y guerras, que Brasil tenga un gobierno democrático y progresista, con un presidente como Lula, es un hecho de enorme relevancia.

Este resultado le dará un nuevo impulso a la integración latinoamericana, es la primera vez en la historia que hay gobiernos de izquierda o progresistas en los cuatro países más grandes del continente simultáneamente, México, Colombia, Argentina y Brasil. Se revitalizarán la CELAC y el MERCOSUR. Significará un nuevo impulso a un espacio internacional de articulación de las economías denominadas emergentes, que implican un contrapeso a EEUU, la Unión Europea y el G7, el bloque denominado BRICS, que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Habrá un nueva voz, de mucho peso, que se hará oír a favor de la paz y de los pueblos, en la comunidad internacional.

Significará también una mano tendida, para el diálogo y el apoyo, a los países más acosados por el imperialismo, en especial Cuba.

Agora é Lula y el pueblo

Brasil muestra una polarización muy grande entre las fuerzas democráticas y el neofascismo. Las fuerzas democráticas tienen una hegemonía de la izquierda y los sectores populares, con Lula como factor importante de acumulación.

La derecha tradicional brasileña y el denominado centro, salieron muy debilitadas. El neofascismo mostró su poder, su inserción de masas, con la utilización de mecanismos como el miedo, la mentira (la justicia electoral brasileña penó 6.300 mentiras de Bolsonaro), el clientelismo más burdo repartiendo 36 mil millones de reales de fondos reservados en ayudas en medio de las elecciones, todos mecanismos condenables y que degradan la democracia, pero que, a la luz está, le permiten construir base social y conquistar votos. La ultraderecha logra la gobernación de importantes estados y una fuerte representación parlamentaria.

Como ya informó EL POPULAR, la composición del Parlamento determina una fuerte presencia de la ultraderecha, una disminución del peso de la derecha y la centroderecha y una presencia importante de la izquierda. No hay mayorías claras en ningún sentido, lo que plantea la necesidad de articulaciones políticas complejas para la aprobación de iniciativas legislativas. Esto no es novedad para los gobiernos de izquierda y del PT en Brasil, pero es parte de la realidad.

Lula, la coalición que lo respaldó, y, muy especialmente la izquierda y el movimiento popular brasileño tienen un enorme desafío. Hay propuestas, entre ellas la del Partido Comunista do Brasil (PcdoB) de avanzar en los niveles de unidad política, trascendiendo lo electoral e ir a la conformación de un Frente Amplio en ese país hermano.

Como sostuvo Ana Prestes, socióloga, analista política y secretaria de Relaciones Internacionales del PCdoB, en una columna publicada en el último número de EL POPULAR: “Brasil vive una batalla dramática entre democracia y autoritarismo, soberanía alimentaria y hambre, dignidad y servilismo, libertad religiosa y cruzada moralista, la vida o la muerte. Todo ciudadano que sea crítico con el actual gobierno y pretenda votar por Lula deberá superar una barrera de obstáculos de odio, mentiras y manipulación del bolsonarismo en su propio entorno familiar y de barrio, en el trabajo, en la iglesia, en la escuela o en la universidad, redes sociales, radio y TV. En la mañana del 31 de octubre, Brasil habrá elegido un presidente que heredará un país fragmentado, confuso, violento, dividido y regionalmente conflictivo. Sólo Lula tiene la estatura de un estadista capaz de levantar este país”.

Así es, habrá tiempo para análisis más profundos, necesarios, pero hoy es tiempo de celebrar la derrota del fascismo y la victoria de la democracia, la derrota del miedo y la victoria de la esperanza. Un obrero metalúrgico, fundador del movimiento sindical más poderoso del continente, constructor de herramientas políticas populares, presidente que, junto con la lucha popular, logró sacar a millones de la miseria, el hambre y la exclusión, es nuevamente presidente de Brasil. Es una gran noticia para el pueblo brasileño y para todos los pueblos del continente. Agora é, Lula y el pueblo.

Foto de portada:

Luis Ignacio «Lula» da Silva durante su acto de campaña en el auditorio Celso Furtado en San Pablo, Brasil. Foto: Mauricio Zina/ adhocFOTOS.

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