Durante la reunión del Ministerio de Economía con legisladores del FA en el anexo del Palacio Legislativo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.

Desafíos de la economía uruguaya según el MEF

Rodrigo Gorga (*)

El pasado 10 de marzo, en el Palacio Legislativo, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) realizó una presentación sobre las perspectivas y desafíos de la economía uruguaya para el año 2025 dirigida a la bancada del Frente Amplio.

Un contexto internacional con turbulencias

Sobre el contexto internacional: se destacó que la demanda exterior no será el factor que impulse el crecimiento de la economía, a diferencia de lo que ocurrió durante los años de mejor desempeño de los gobiernos progresistas. Las perspectivas de crecimiento, que a nivel global se estiman en un 3,3%, tienen un riesgo considerable de ajuste a la baja. La incertidumbre en la política comercial, generada por las medidas proteccionistas de Trump desde su asunción hace algunas semanas, es uno de los principales factores que contribuyen a este escenario.

Esta mayor inestabilidad a nivel internacional afecta a Uruguay de diversas maneras. En un contexto de estas características, predomina el fenómeno “flight to cualiy” (fuga hacia la calidad). Los flujos financieros preferirán plazas más seguras que las economías emergentes, y por lo tanto habrá menos interés en invertir en nuestro país. Además, los bonos del Tesoro de EE.UU. ofrecerán tasas altas, otro factor que disminuye el atractivo de nuestro país. Esto aumentará nuestro costo de endeudamiento y empujará a la baja los precios de los commoditties (base de nuestras exportaciones)

La región, por su parte, atraviesa sus propios desafíos. Si bien la economía brasileña se ha expandido a tasas superiores al 3% desde 2021, el desequilibrio fiscal y el aumento de la deuda han sembrado dudas en la confianza en su economía. Esto desembocó en una fuerte devaluación durante el último año, debido a que los inversores se desprendieron de los títulos públicos en moneda nacional. Como resultado, aumentaron las expectativas de inflación, acelerada especialmente en los alimentos, un indicador clave para la popularidad de la gestión.

En Argentina, se han reducido los riesgos de hiperinflación, gracias a una disminución del déficit fiscal y de la brecha cambiaria. La baja de la inflación parece dejar en un segundo plano los devastadores efectos del ajuste para una economía que cumple 15 años sin crecimiento económico. 

Sin embargo, la clave del éxito en la lucha contra la inflación se basa en el “ancla cambiaria”, con el “cepo” que restringe la compra de divisas y una “tablita” que mantiene el precio del dólar en niveles que la gran mayoría de los analistas considera demasiado bajo. Este esquema de dólar barato también apuntala el aumento del consumo entre la parte de la población que puede acceder a bienes importados. Para sostener esta política, es necesario que ingresen divisas que respalden el dólar a precio reducido, con un nuevo préstamo del FMI en el horizonte cercano. Los riesgos de una devaluación que eche todo por los aires siembran incertidumbre.

Si bien la diferencia cambiaria con Argentina se ha corregido, el problema ahora se trasladó al lado brasileño, cuya última escalada devaluatoria encareció los productos uruguayos hasta en un 200%.

Un legado con más sombras que luces

La situación de Uruguay heredada tampoco es la más cómoda. Acumulamos ya una década de bajo crecimiento económico, y el aumento de la inversión se presenta como un factor clave para revertir esta situación. 

La situación fiscal heredada es muy similar a la de 2019, a pesar de haber sido uno de los objetivos centrales de la ex ministra Arbeleche. Este panorama de las cuentas públicas se complementa con un aumento de la deuda pública del 10% del PBI con respecto a 2019. La situación podría haber sido peor si no se hubiesen postergado algunos gastos y adelantado ingresos en los últimos meses de la gestión saliente.

A pesar de los pocos días de trabajo del nuevo equipo, ya se han identificado diversas áreas donde deberán asumirse gastos de niveles preocupantes. Entre ellos, se mencionó la situación del CASMU, la Caja de Profesionales Universitarios, el Ferrocarril Central —donde el grupo privado constructor denunciará al Estado uruguayo por deudas impagas—, entre otros. La lista de organismos públicos en problemas es extensa y no se descarta que se amplíe en los próximos días.

El ministro destacó el perfil distributivo como la principal diferencia en los enfoques de política entre los gobiernos. En este sentido, la gestión pasada marcó una clara diferencia con las gestiones del Frente Amplio. Mientras que en el gobierno anterior los más beneficiados fueron las personas del 10% más rico, los únicos que vieron caer sus ingresos fueron los del 10% más pobre. Una foto totalmente distinta a la del último gobierno del Frente Amplio, que, frente a un panorama económico complejo, logró beneficiar en mayor medida al 10% de menores ingresos. 

El gobierno pasado gozó, luego de la pandemia, de un contexto internacional muy favorable, con récord de exportaciones en el 2022 y grandes ingresos de Inversión Extranjera Directa. La gran entrada de divisas empujó el precio del dólar y provocó el “atraso cambiario más grande de la historia”. Con esto, la inflación se mantuvo por debajo del 6%, dentro del rango meta del BCU, y el aumentó del salario real y los ingresos promedio al final del periodo.  A pesar del actual empuje del valor del dólar (y su efecto sobre precios locales) se espera que la inflación se mantenga en esos mismos niveles en los próximos años.

Los caminos al futuro

El desafío que se propone el Frente Amplio, según lo presentado, es acelerar el crecimiento económico, la fuente de recursos para fortalecer la matriz de protección social y mejorar la seguridad pública. Esto sin deteriorar la situación fiscal, que está más comprometida que nunca. Los avances, según se adelantó en la presentación, serán graduales y escalonados, con algunas áreas que deberán definirse como prioritarias y con reasignaciones de gasto entre sectores.

Además, estas decisiones deberán ser muy negociadas, ya que el Frente Amplio no cuenta con mayorías parlamentarias.

No parece configurarse un escenario internacional favorable, no existirá un “boom de los commodities” ni una entrada masiva de capitales, como ocurrió en los primeros gobiernos frenteamplistas, que permitieron aumentos en los ingresos de la población, una distribución más justa y la expansión de derechos. Será necesario componer nuevos abordajes. Un desafío, pero también una oportunidad.

(*) Economista.

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