20200927/ Javier Calvelo - adhocFOTOS/ URUGUAY/ MONTEVIDEO/ Elecciones Departamentales y Municipales del 27 de setiembre de 2020 postergadas por la Ley N° 19.875 del 8 de abril de 2020 debido a la pandemia de Covid-19. Hay 7122 circuitos electorales en todo el pais. Votación en circuito de la Escuela N°11 Abraham Lincoln en el barrio Jacinto Vera de Montevideo. En la foto: Votación en circuito de la Escuela N°11 Abraham Lincoln en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

El valor de cada voto

Gonzalo Perera

En estos días, Brasil ha salido a jugar fuerte, con Lula a la cabeza, en el escenario internacional, al igual que  Sudáfrica, su socio en el bloque BRICS (inicialmente: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), condenando abiertamente el genocidio del pueblo palestino. No faltará quien diga que la postura de Brasil tiene mucho que ver con la composición del gran empresariado nacional, sobre todo paulista, y el apunte puede ser válido, pero muy incompleto. Porque si el gran empresariado no cambia mucho en una década, en muchísimo menos tiempo, Brasil, caracterizado por sus políticas exteriores muy profesionales ejecutadas por Itamaratí ( la cancillería más poderosa de nuestra región), dio un giro de 180 grados (360 grados, diría el infame vicealmirante Márquez). 

De hecho, pocos años atrás Bolsonaro anunciaba su intención de mudar la embajada de Brasil en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, algo que es una provocación para el pueblo palestino, y hoy Lula aparece en foros internacionales apuntando directamente contra el genocidio sionista. Sus dichos llevaron a Israel a declararlo persona “non grata”, olvidando la envergadura política de Brasil, y lo curtido y experiente del presidente Lula. Brasil llamó inmediatamente a su embajador en Israel en consulta  y las relaciones diplomáticas entre Brasil e Israel pasaron a momentos de altísima tensión.

La postura pro-sionista del Brasil de Bolsonaro y la reivindicadora del derecho a vivir en paz del pueblo palestino del Brasil de Lula, no alcanzan a separarse un lustro en el tiempo, para la historia apenas un suspiro. Cabe preguntarse qué cambió en tan poco tiempo como para explicar semejante viraje.

Aunque parezca de perogrullo, la primera respuesta a esta pregunta es que, en el último domingo de octubre del 2022, la mayoría del pueblo de Brasil tuvo la sabiduría de  sacar a Bolsonaro de la presidencia y apostar por Lula. El voto del pueblo brasilero es sin duda un primer e ineludible factor para explicar un giro tan notorio.

Siempre decimos en estas páginas que la política no son solamente actos electorales. La política es la lucha cotidiana, la organización vecinal, el sindicato, la cooperativa, las agrupaciones que reivindican derechos en materia de género, los Derechos Humanos en general. Siendo esta prédica constante, cabe también al menos por una vez, resaltar el poder del voto, más aún cuando se avecinan varias instancias en que concurrimos a las urnas.

Puede parecer innecesario este énfasis, pero la Historia muestra que no lo es. En diversos momentos, desde la pretensión de ser la izquierda de la izquierda, se ha menospreciado al voto, considerándolo una suerte de acto de sumisión al sistema. En general, quienes sostienen esas posturas o bien terminan abandonando la izquierda o bien dándole a los actos electorales una relevancia realmente exagerada, olvidando a menudo toda la política que no entra en las urnas, esa que se hace en las calles y organizaciones sociales. 

Mucho peor aún, en diversos momentos, y actualmente de manera realmente inquietante, el poder económico y mediático (o sea, el sustento de la derecha) trata de imponer en las masas mensajes como “son todos lo mismo”, que es lo que hace posible que aparezca un Bolsonaro o un Milei, o incluso su expresión extrema, el “que se vayan todos”, que es la música de fondo de estallidos sociales a menudo trágicos. Todo hace pensar que si el voto claramente no arregla todo, ni mucho menos descuidarlo, menospreciarlo o bastardearlo, lleva a caminos poco recomendables.

A fines de octubre del 2004 la mayoría del pueblo uruguayo apostó con su voto al Frente Amplio por primera vez. Para cualquier ser pensante, es innecesario decir que lo habría de venir no fue perfecto. Pero salarios y jubilaciones empezaron a reajustarse por encima de los niveles inflacionarios, por políticas estatales directas y como consecuencia de la reapertura de los Consejos de Salarios por rama de actividad. 

Las inversiones en salud y educación pública nunca son suficientes, pero fueron récord. El Sistema Nacional Integrado de Salud, las Redes de Asistencia Primaria, las políticas en materia de salud comunitaria, prevención y educación en hábitos saludables, dieron al Uruguay una universalidad y calidad en materia de atención de salud nunca antes vista. Las políticas para combatir el tabaquismo fueron referencia mundial, incluyendo el nada menor hecho de ganar un juicio multimillonario a la gigante Philip Morris. 

Formas de trabajo que en algunos casos tenían ribetes feudales, como el de muchos empleos en el sector rural o en los servicios domésticos, fueron objeto de derecho como todo trabajador merece. Aunque costó, la legislación en materia de salud reproductiva evitó muchas muertes evitables, dando lugar a interrupciones voluntarias de embarazos de forma segura, asesorada y contenida. 

Si bien el hoy presidente Lacalle Pou posa de “chico moderno”, votó entonces de acuerdo a la rancia matriz conservadora del herrerismo en todas la temáticas que afectan al “santo matrimonio entre varón y mujer con fines reproductivos”. Por lo tanto se opuso a las políticas que se desarrollaron para que todas las formas de amor, y todas las personas, fueran iguales ante la ley, como se reflejó en el derecho al matrimonio para toda pareja más allá de su género o en los derechos establecidos en la llamada “Ley Trans”. 

Así como se desarrolló el Plan CEIBAL, la matrícula universitaria y más en general terciaria, alcanzó niveles récord, aumentando considerablemente su extensión territorial por diversas políticas de descentralización educativa, al punto que Uruguay tuvo más personas estudiando que nunca antes. Si bien las inversiones en investigación y desarrollo pudieron haber sido más enérgicas, fueron las mayores registradas, contribuyendo a consolidar núcleos científicos de excelencia que prestaron, por ejemplo, un enorme servicio al país en los tristes y prolongados tiempos de pandemia.

Uno podría seguir enumerando muchas otras políticas y seguramente sea injusto no hacerlo, pero a los efectos de lo que pretendemos aquí, pensamos que ha quedo claro que, así como el voto fue crucial en Brasil para transformarlo de aliado del sionismo a denunciante del genocidio del pueblo palestino, así también el voto del pueblo uruguayo transformó un país hecho pedazos en un país digno.

El voto, cada voto, vale y mucho. En este 2024, nos da la oportunidad de que a través del Frente Amplio los intereses del pueblo uruguayo (y no los malla oro) sean los que dominen la agenda del Estado. Iniciando una nueva etapa, que no será retorno al pasado (algo lisa y llanamente imposible) sino apostar ahora por las demandas que este presente y su futuro, exigen para un país con más derechos y dignidad para todos. 

Teniendo además la gran oportunidad de por fin llevar a la presidencia a una mujer, una mujer extraordinaria como Carolina Cosse, pero laudando un grave atraso del Uruguay, que supo ser líder regional en derechos y que mientras Argentina, Brasil, Chile, ya han tenido mandatos femeninos, en nuestro país los presidentes siempre han sido varones.

La política de todos los días hay que hacerla. El reclamo vecinal urgente no puede esperar a un cambio de gobierno. Las firmas para tirar abajo el robo a las clases populares disfrazado de reforma de jubilaciones y pensiones, hay que conseguirlas ya.

Pero hay que votar a conciencia y por la esperanza, para que cada voto nos haga avanzar en democracia.

Foto de portada

Votación en el circuito de la Escuela N°11 Abraham Lincoln en Montevideo en el año 2020. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.

Compartí este artículo
Temas