Por la alegría, ganaremos

UJC

Pareciera que en la actualidad el capitalismo se alimenta cada vez de nuestros sueños, y como si eso no fuera suficiente nos echan la culpa. Mientras se afianza y profundiza la competencia y el individualismo, y parece el mundo inclinarse hacia la derecha y los retrocesos, en solo unos días podemos demostrar que en nuestro país no nos han robado nuestros sueños y no nos resignamos frente a la desigualdad.

Si el presente es de lucha

El principal problema que enfrentamos los jóvenes uruguayos hoy es el poder pensar en el mañana con un mínimo de claridad. Podemos soñar con cómo nos gustaría que sea nuestro futuro, pero no podemos verlo con claridad, porque no tenemos las condiciones para eso. La vida de la juventud uruguaya está marcada por la inestabilidad y la precariedad. Inestabilidad y precariedad laboral que atraviesa todos los estratos, desde quien tiene que dejar de estudiar para ayudar en la casa, hasta el que termina una carrera universitaria y no sabe si va a conseguir trabajo. Puestos de trabajo con sueldos que apenas alcanzan para llegar a fin de mes, y con una lógica de no permanencia. La inestabilidad y precariedad de acceso a la vivienda, con todo lo que nos cuesta conseguir garantías y un alquiler que no se lleve todo el sueldo, y un derecho que está siempre a merced de la especulación inmobiliaria. Para nuestra generación la casa propia es una utopía inalcanzable.

Como en el resto del mundo, para la mayor parte de la juventud uruguaya proyectarnos un futuro a largo plazo nos parece imposible. Saber si mañana vamos a tener trabajo, generalmente, es una incertidumbre. Nos acostumbramos a mudarnos continuamente a medida que los alquileres se encarecen cada vez más. Nuestra vida es un constante empezar desde cero, porque a eso nos condena el sistema actual y encima nos echan la culpa por esas consecuencias. “Los jóvenes ya no piensan en largo plazo, ya no tienen trabajo para toda la vida, ya no tienen pareja estable, ya no saben si quieren tener hijos”. Pero no se contempla que hay un montón de necesidades que no tenemos cubiertas, y que son fundamentales a la hora de planificar un proyecto de vida a largo plazo.

Todas estas incertidumbres, precariedades e inestabilidades se vieron potenciadas por la falta de políticas públicas que atendieran las necesidades de la juventud en este período de gobierno, pero sobre todo por las políticas que sí llevó adelante. Las políticas que desarrolló el gobierno de la coalición impactaron directamente en el bolsillo de los trabajadores, que vieron reducido su salario real, especialmente los trabajadores jóvenes. El recorte presupuestal en áreas importantes como la educación y la vivienda, pegan directo en nuestra calidad de vida y nuestra posibilidad de proyectar nuestro futuro.

Cuando el sistema político no da respuesta a las necesidades de las personas es cuando crecen los discursos “anti-política”, instalando la idea del son todo lo mismo, discursos que le sirve mucho a una derecha que precisa que nos ahoguemos en la apatía o la resignación mientras sufrimos violencia: violencia en las calles, violencia en nuestra casa y violencia desde las instituciones que deberían protegernos. Precisan que nos encerremos en nosotros mismos, paralizados por la depresión o aislados, creyendo que la precariedad de nuestra vida es nuestra culpa y que si no logramos salvarnos solos somos unos fracasados. Porque esa creciente apatía y resignación es la que permite desarrollar políticas antipueblo casi sin reacción, y con nulas consecuencias, o es ese enojo mal dirigido que aumenta la violencia política y justifica la entrega de soberanía y recursos de un país (como vemos en la vecina orilla).

El futuro es nuestro

Pero la juventud uruguaya ha demostrado que resiste a ese bombardeo discursivo. En estos cinco años, que definitivamente no fueron los mejores de nuestras vidas, los jóvenes uruguayos estuvimos en las ollas populares dando una mano a los vecinos, estuvimos recolectando firmas contra la LUC y contra la reforma jubilatoria, en las movilizaciones estudiantiles enfrentando el recorte presupuestal y una reforma educativa nefasta, estuvimos con nuestro pueblo al encontrar a dos nuevos compañeros: Amelia y Luis. Allí donde había lucha para defender un derecho, había jóvenes uruguayos involucrados.

Frente al panorama de desolación que este gobierno nos quiere plantear, frente a la búsqueda de aislarnos y alejarnos, la respuesta de los jóvenes uruguayos siempre fue salir al encuentro del otro, tomamos las calles y los espacios públicos para construir comunidad. Combatimos la individualidad y la indiferencia con iniciativas solidarias, porque sabemos bien que nadie se salva solo. 

Construimos hoy ese futuro de felicidad colectiva, porque nadie puede ser feliz si el de al lado está en la miseria, y seguimos el ideario artiguista de que los más infelices sean los más privilegiados.

La juventud uruguaya no se resigna, no se conforma. Nosotros sabemos que no da todo lo mismo y que no son todos iguales. Este domingo votamos a Yamandú y Carolina, porque votamos por un gobierno que no le dé la espalda a sus jóvenes, votamos por un gobierno que desarrolle políticas que nos den las herramientas y las oportunidades que nos permitan finalmente proyectarnos a largo plazo. Este domingo votamos un gobierno que nos escuche y nos de lugar, un gobierno del que los jóvenes seamos parte.

Votamos por un Uruguay en el que esté bueno vivir, un Uruguay donde sea posible planificar nuestro futuro, y recuperemos los sueños que hoy nos hicieron creer inalcanzables.

Este domingo los jóvenes uruguayos elegimos nuevamente al Frente Amplio para hacer posible ese Uruguay, y desde este domingo vamos a empezar a construir en conjunto un nuevo gobierno de la esperanza. Con Yamandú y Carolina, sabremos cumplir.

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