La Fiscalía resolvió imputar al ex CEO de Vertical Skies.
Rolando Arbesún
El 29 de noviembre del pasado año y luego de conocerse el contenido de varios mensajes entre el exjefe de la Seguridad Presidencial, Alejandro Astesiano y el ex CEO de la empresa Vertical Skies, Marcelo Acuña, donde este solicitaba se realizara una búsqueda de información sobre los senadores frenteamplistas Charles Carrera y Mario Bergara, el Frente Amplio convocó a una conferencia de prensa.
Los contenidos de los chats entre Astesiano y Acuña, revelaban el interés del segundo en desarrollar tareas de “espionaje” contra ambos representantes con el objetivo de poder usarla en posibles presiones con el objetivo expreso de hacerlos desistir de la denuncia realizada ante la justicia penal por la entrega del Puerto de Montevideo, de parte del Poder Ejecutivo, a la empresa Katoen Natie.
La conferencia de prensa del Frente Amplio fue enfática al denunciar lo sucedido al tiempo que demandó, no solo la inmediata condena, sino que, exigió responsabilidades políticas.
Días antes de la conferencia del Frente Amplio, al ser consultado por la prensa, el presidente Luis Lacalle Pou había no solo minimizado lo sucedido al dejarlo en clave de “supuesto espionaje”, sino que, dando un paso más allá calificó lo denunciado como “humo” y “pelotazo”.
Lejos de la posición del mandatario, el 1 de diciembre el Parlamento uruguayo de forma unánime repudió los hechos, aunque los legisladores del oficialismo insistieron en ratificar la no responsabilidad del Ejecutivo.
La sesión en el Parlamento fue precedida por posturas curiosas de legisladores nacionalistas que oscilaron desde una condena, digámoslo así, abstracta, hasta un desprecio evidente al expresarse el desacuerdo para la realización de la sesión bajo el peculiar argumento de que los legisladores no eran “comentaristas de chat”.
Nadie salió sorprendido de la sesión, la condena unánime tuvo el viso de la formalidad republicana pero también sirvió para mostrar la línea defensiva desarrollada por el oficialismo desde que el escándalo Astesiano tomó estado público.
El “blindaje” al presidente fue claro y esperable, todos los legisladores oficialistas, sin excepción, jugaron un partido que debió llamarse “salvar al mandatario como a las castañas del fuego”.
Salven al presidente
El accionar en el Parlamento no fue extraño, la detención del exjefe de Seguridad Presidencial y las evidencias del accionar delictivo de este desde la misma Torre Ejecutiva, conformaron un escenario que clamaba a gritos la presencia de varias dotaciones de bomberos.
El “juego político” de salvar al presidente tuvo varias estrategias, una de ellas, ridícula hasta el extremo, fue la negación del lugar institucional de quien de jefe pasó a ser reducido a simple custodio.
No se puede olvidar como actuaron, en dicha instancia, los representantes de la primera línea del herrerismo en el Ejecutivo.
Basta recordar esos momentos, más afines a lo grotesco que a lo cómico, cuando en el llamado al Parlamento las autoridades de Presidencia presentaron “documentos” que contradecían otros documentos en los cuales se plasmaban las firmas de los mismos jerarcas que, malabares mediante, afirmaban ahora, muy sueltos de cuerpo, que se trataba de “errores administrativos menores”.
Con el tiempo y gracias al blindaje alrededor del presidente, el asunto Astesiano se redujo al actuar solitario de un “perejil” lo que consolidó, un día sí y otro también, la idea de que Lacalle Pou había sido víctima de la mala fe de alguien “que traicionó su confianza”.
Esta idea, negada primero por el presidente y sacada de la manga, a posteriori por el mismo mandatario, definió la suerte del exjefe de la Seguridad Presidencial.
Alejandro Astesiano quien aceptemos, se creyó “más papista que el Papa”, quedó reducido a la caricatura de un vulgar estafador.
Sin embargo, Astesiano no es la caricatura de un vulgar estafador, aunque acuda a estos métodos, como efectivamente lo hizo con anterioridad, para desarrollar sus acciones delictivas.
Astesiano fue, dicho por el propio Lacalle Pou, “el mejor”, alguien a quien había confiado la seguridad de sus bienes más preciados, “su familia”.
El “Fibra” como era conocido en el “ambiente”, no parece ser el alias de un “perejil” y lo que se conoce sobre su pasaje por los ambientes colindantes con el mundo delictivo, no indican que haya sido alguna vez algo cercano a “un perejil”, sino todo lo contrario.
El “Fibra” es el alias de alguien que se presenta a sí mismo con aires de “matón”, algo que además es muy visible en los contenidos de muchos de los chats que, lentamente los uruguayos/as fuimos conociendo, pero, además, no resulta creíble que Lacalle Pou aceptara para cuidar su bien más preciado a alguien que fuera un “perejil”.
Pero si esto no fuera suficiente, lo poco que se conoce de los contenidos de los intercambios entre el presidente y su exjefe de Seguridad muestran, directamente, unos lazos de confianza singulares y caracterizados por la más absoluta dedicación al mandatario de parte del ahora calificado como “perejil”.
No vamos a realizar un “perfil” criminológico, ni psicológico de Alejandro Astesiano, cualquiera que lea los chats dados a conocer por la prensa puede avanzar en la elaboración de estos.
Acá de lo que se trata, porque siempre se trató de eso, es de la responsabilidad política del presidente, esa misma responsabilidad que insistentemente elude cuando aparecen episodios que lo involucran de forma directa.
Aunque la haya hecho suya, esta “capacidad elusiva” no le pertenece originariamente y como “el fruto no cae lejos del árbol”, el uso de la frase por parte del mandatario la ratifica como algo parecido al “blasón” de los Lacalle.
¿O podemos olvidar cómo fue que se posicionó Lacalle Herrera durante la seguidilla de escándalos que acompañaron su gobierno en los años 90?
La resolución adoptada ahora por la Fiscalía de imputar al ex CEO de Vertical Skies, le vuelve al mandatario como un “boomerang” que en su trayectoria le recuerda que lo denunciado por el Frente Amplio y sus representantes en el Parlamento, no era ni “humo”, ni “pelotazo”. Más bien le resultó en pegarse un tiro en el pie.
En ese sentido no corresponde, por su importancia política, dejar de mencionar que fue en el Parlamento uruguayo cuando hace pocos años se demostró con creces, la afiliación de los gobiernos de los partidos tradicionales, entre ellos el gobierno del “árbol”, al accionar de las agencias de seguridad e Inteligencia en su afán de controlar y espiar a opositores y movimientos sociales y sindicales.
El pedido del ex CEO de Vertical Skies de espiar a dos senadores frenteamplistas se inscribe en dichas prácticas y ellas vienen, a no dudarlo, de los sueños trasnochados de los que aún añoran los métodos usados en los tiempos de la “noche más oscura” de la historia uruguaya reciente.
Foto de portada:
Luis Lacalle Pou y Alejandro Astesiano durante la ceremonia de asunción de Lacalle Pou como presidente de la República Oriental del Uruguay. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.