Presentación del gabinete del nuevo gobierno del Frente Amplio el pasado mes de diciembre. Foto: Daniel Rodriguez /adhocFOTOS.

Una nueva esperanza

UJC

Finalizan los peores cinco años de la vida de la gente, ya se siente el cambio, son las últimas semanas de un gobierno que le dio la espalda a la mayoría de los uruguayos. Ya asumió el nuevo parlamento, con una renovación importante de gran parte de los parlamentarios, y la particularidad de que no hay mayorías estables en la Cámara de Representantes.

En una de las que será sus últimas reuniones como presidente, Lacalle Pou se juntó con representantes de las cámaras empresariales, que lo felicitaron por la gestión. Claro, a nadie puede sorprender que los empresarios feliciten a quién encabezó un gobierno que en las negociaciones tripartitas votó junto a los empresarios un 92% de las veces, desprotegiendo a los trabajadores. Un gobierno que incluso, frente a acuerdos entre sindicatos y empresas para destrancar conflictos, fue el responsable de demorar el cierre de estos acuerdos y sostuvo la incertidumbre e inestabilidad de los trabajadores.

Se termina, se siente en el ánimo de la gente, estos cinco años de un gobierno conformado por partidos que estuvieron durante los tres períodos de gobiernos frenteamplistas, haciendo gárgaras sobre cómo abordar la seguridad pública de forma irresponsable y demagoga, y luego de cinco años gobernando ellos dejan récords de homicidios, especialmente de homicidios violentos. Las desgarradoras noticias de niños y adolescentes en los barrios siendo víctimas de balaceras se volvieron diarias, con las autoridades dando infames declaraciones responsabilizando a sus padres.

En un último intento de impunidad de este gobierno le concedieron prisión domiciliaria (revocada días después) al ex legislador Gustavo Penadés, luego de ser procesado por abuso y explotación sexual infantil en alrededor de 20 casos. Luego de que el ministro del interior de ese momento (Luis Heber) apareciera en la conferencia de prensa del ex senador para respaldarlo, excusándose en que estaba en calidad de “amigo”, y de que el Presidente de la República dijera que le creía porque lo conocía de hace muchos años, se supo que Penadés había utilizado contactos en la policía para seguir y espiar a sus víctimas. Todo el manejo que hicieron las autoridades en este caso, es una demostración de cómo los partidos políticos del gobierno utilizaron al Estado para realizar acciones prácticamente criminales con total impunidad, dando una señal hacia la población de desprotección y descreimiento de las víctimas de abuso sexual.

Si buscáramos hacer un recuento de todos los escándalos por los que pasó este gobierno nos faltaría espacio, se puede escribir toda una saga de libros, y estos escándalos son la demostración de la impunidad con la que se manejaban y el poco cuidado que tienen por la República. Sin embargo, no solo la corrupción daña nuestra democracia y la vida de la gente, fundamentalmente fueron las políticas del gobierno las que hicieron de estos cinco años los peores en la vida de la mayoría de los uruguayos.

Desde la Ley de Urgente Consideración (LUC) y sus consecuencias, el manejo de la pandemia, relegando la sanidad pública y priorizando las ganancias de las empresas, el desoír las recomendaciones del propio equipo de expertos que crearon, lo que costó miles de vidas mientras se vacunaba a la población. La entrega del puerto a una empresa extranjera, el agua “bebible pero no potable” en el área metropolitana, la modificación de la ley de medios como devolución de favores. 

La reforma de la seguridad social, que nos obliga a trabajar más años por menos plata. En resumen, venimos de cinco años donde no hubo una sola política pública que beneficiara al pueblo uruguayo.

La nueva esperanza comienza para las grandes mayorías el próximo 1° de marzo, pero la alegría empezó desde que el Frente Amplio ganó. Los anuncios que han hecho estos meses el futuro presidente y la futura vicepresidenta, dan pauta de que el camino será centrado en las necesidades de la gente. El gabinete designado equilibra las centralidades políticas y la experiencia técnica, dejando de forma clara que la perspectiva de generar transformaciones profundas, recuperar los niveles de innovación y desarrollo, y acoplarse a las nuevas tecnologías e industrias, para retomar el lugar de vanguardia de la región que habíamos conquistado gracias a los gobiernos frenteamplistas.

Confiamos en que este nuevo gobierno del Frente Amplio recupere los derechos que perdimos estos cinco años, sin embargo sabemos que será un período difícil y complicado. La falta de mayoría parlamentaria en la Cámara de Representantes obliga a los legisladores frenteamplistas a tener que negociar de forma cuidadosa, a sostener una política dialoguista e intentar generar los mayores acuerdos posibles, a elegir las batallas y saber cuándo presionar. Esto sabiendo que se necesitarán votos de la oposición para aprobar el presupuesto nacional y el diálogo social, mientras que van a buscar marcar su perfil y jugar con su tribuna. Seguro volverán a las viejas costumbres de la oposición inquisidora, haciendo interpelaciones cada vez que puedan, creando comisiones investigadoras por razones absurdas, y negándose a llegar acuerdos, no por el bien de la gente, sino para alimentar el odio de sus votantes.

La tarea en este nuevo Parlamento no será sencilla, sin embargo está la posibilidad de construir, de trabajar sobre diferentes proyectos (sabiendo que la negociación será clave para que se puedan aprobar), de coordinar con los compañeros del Ejecutivo para apoyarse mutuamente.

Este 1° de marzo, la esperanza y la alegría volverán a ser de las grandes mayorías de nuestro pueblo. Tenemos todo por reconstruir, con la experiencia de haber sido gobierno durante 15 años, y de un proceso práctico de autocrítica de la fuerza política, que permite tener al Frente Amplio con más presencia territorial en el país, y con un diálogo ya instalado con las organizaciones sociales y la sociedad civil.

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