La casa de Orihuela tiene sus recuerdos por todas partes. Foto: Maribel Acosta.

115 años del natalicio de Miguel Hernández

Por Maribel Acosta Damas

«Si queréis el goce de visión tan grata

que la mente a creerlo terca se resista;

si queréis en una blonda catarata

de color y luces anegar la vista;

si queréis en ámbitos tan maravillosos

como en los que en sueños la alta mente yerra

revolar, en estos versos milagrosos,

contemplad mi pueblo, contemplad mi tierra».

Miguel Hernández

Orihuela está situada en la provincia española de Alicante, en la Comunidad Valenciana. Es la capital de la comarca de la Vega Baja del Segura, cuyo centro histórico está a 23 m sobre el nivel del mar y a orillas del río Segura. Ahí nació el poeta un 30 de octubre de 1910. Ahí sigue en pie la casa en la que vivió junto a su familia entre 1914 y 1934.

Su infancia y adolescencia fue entre cabras y montes, en la falda del monte de San Miguel, junto al Colegio del Patriarca o Colegio de Santo Domingo donde Miguel Hernández también estudió.

La casa de Orihuela tiene sus recuerdos por todas partes. De planta única, tiene dos dormitorios, la cocina, el vestíbulo y otras dos habitaciones; un pozo, un granero y el corral donde su padre guardaba el ganado. En su patio interior encontramos las mismas plantas aromáticas y flores de la poesía de Miguel Hernández. Aún se conserva un pequeño huerto con la Higuera a la que Miguel Hernández dedicó sus poemas. En ese entorno, el poeta aprendió las voces, las durezas y los sueños de su pueblo.

A los quince años Miguel Hernández tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero le acompañan la literatura y la poesía, y ahí nacen sus primeros versos. A partir de 1930 comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo, de Orihuela, y en el diario El Día, de Alicante. Su nombre empieza a darse a conocer y con su partida a Madrid en 1931 se inicia la etapa del poeta renombrado que fue, en que el amor a Josefina Manresa llena de pasión su vida y sus versos.

Pero aquella España que floreció con la República, es traicionada y en julio de 1936, estalla la llamada guerra civil, que hasta 1939 (en que se pierde la República) sumió al país en un cruento campo de batalla por la justicia. Miguel Hernández tomó partido inmediatamente: se alista como voluntario del 5.º Regimiento. Y de ahí nace esa otra lírica de denuncia al fascismo, de arma de combate.

Y en la primavera de 1939, ante la evidente derrota del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa. Allí es capturado y lo envían de cárcel hasta que, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad. Sin embargo, su vida estaba en máximo riesgo. Regresa a Orihuela y es encarcelado nuevamente. De prisión en prisión, su cuerpo se va agotando, con una tuberculosis que lo consumió a los 31 años de edad.

Su obra póstuma inconclusa es Cancionero y romancero de ausencias. Así “desgarradores poemas al amor, la muerte y la ausencia de todo aquello que da la vida —como la libertad— se entrelazan en un apasionado alarido.” Comenzó a escribirlo en 1938 y “lo terminó acabada la guerra, prisionero en las cárceles franquistas”.

NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha

cerrada y pobre:

escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla:

hielo negro y escarcha

grande y redonda.

En la cuna del hambre mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre,

escarchaba de azúcar,

cebolla y sangre…

Hoy, la casita de Orihuela y el barrio de San Isidro se han convertido en un mural gigante de homenaje al poeta. Para entenderlo, para sentirlo, para saber de qué lado situarnos en estos tiempos de fascismos y asperezas… pero también de lucha, solidaridad y esperanzas… Por eso, siempre hay que regresar a Orihuela…

Adiós, hermanos, camaradas, amigos

despedidme del sol y de los trigos

MH

Tomado de Cubaperiodistas y Cubadebate

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