El aniversario de la fundación del Frente Amplio (FA) es una fecha relevante para las y los militantes de izquierda, pero también para la historia toda de nuestro Uruguay. Hablamos de la concreción de la unidad de la izquierda y de la herramienta política más importante que construyó el pueblo uruguayo para disputarle la hegemonía a las clases dominantes, de un salto en calidad en el proceso de acumulación de fuerzas para llevar al pueblo al poder.
Para calibrar en su justa medida la significación de esta fecha es necesario colocarla en esa perspectiva histórica larga, y, a la vez, y justamente por eso, darle significación presente y proyección hacia el futuro.
Muchas de las cosas que plantearemos en este editorial ya las hemos señalado en otras oportunidades, pero es necesario reafirmarlas cada año, mucho más en esta época donde lo que el poder y quienes lo detentan promueven es la dictadura del inmediatismo vacío de cualquier referencia histórica, el presente perpetuo, que borra el pasado y, sobre todo, busca matrizar la imposibilidad de cualquier futuro diferente.
Esa tarea es un privilegio realizarla desde EL POPULAR, porque este medio nació para contribuir a la concreción de la unidad política y social del pueblo uruguayo y todo el tránsito hacia ella fue reflejado, y sigue siéndolo, en nuestras páginas.
En su edición del 6 de febrero de 1971, al dar cuenta de la fundación del FA, EL POPULAR, planteó un concepto que luego retomaría con mucha fuerza el general Líber Seregni, líder histórico del FA, y tituló: “Ahora el pueblo al poder”.
El 54 aniversario del FA está impregnado, con toda razón, de la alegría del triunfo electoral y la recuperación del gobierno nacional con y para el pueblo. Es justa esa celebración, es de enorme importancia lo conseguido, la alegría está sostenida por la esperanza que más de un millón de uruguayas y uruguayos han depositado en el gobierno del FA. Los desafíos que se abren son enormes para responder a esa esperanza. Se trata de gobernar para las grandes mayorías, hacer realidad práctica la consigna de “sabremos cumplir”, materializar el Programa de gobierno, organizar el protagonismo popular, social y político, imprescindible para que esto sea posible.
La esperanza popular se hace gobierno, recupera la administración del Estado y desde allí se propone contribuir a transformar el Uruguay. Es muy importante inscribir ese desafío en la perspectiva larga que se trazara hace 54 años, cuando nació el FA, la de llevar el pueblo al poder.
Esa concepción implica concebir al FA como parte del bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios, por el proceso que culminó en su fundación, por su pasado y por los objetivos que se plantea para el futuro.
La mirada larga
El FA nació como la expresión política unitaria de la izquierda y de la militancia sindical y popular, los sectores democráticos y progresistas de los partidos tradicionales, importantes sectores de la academia, la cultura y el arte y un destacado grupo de militares democráticos, de izquierda y revolucionarios.
Su nacimiento es la síntesis de décadas de acumulación de fuerzas. De las luchas obreras de principios del siglo XX; de la solidaridad internacionalista; de la unidad obrero-estudiantil, del encuentro de los trabajadores y la Universidad; del proceso de unidad sindical y la creación de la CNT; de la construcción programática del Congreso del Pueblo; de la defensa de las libertades y la democracia contra la represión de Pacheco,
El FA nace de ese proceso histórico que tuvo al pueblo como protagonista. Fueron muy importantes la valentía y la generosidad de dirigentes de todos los sectores de la izquierda. Pero el FA es resultante de un proceso construido por miles. Su profundo arraigo popular fue decisivo al nacer, le permitió resistir el embate del fascismo y es hoy la fuerza fundamental para cambiar el Uruguay desde el gobierno y desde la lucha política.
El nacimiento del FA fue también la concreción de la esperanza de cientos de miles, como de manera inmejorable lo expresara Alfredo Zitarrosa, en sus “10 décimas de autocrítica”, dedicada justamente a un aniversario del FA, el segundo: “Como muchos, he soñado con el Frente, mucho antes de que saliera adelante, como un sueño realizado”
Todo eso se reflejó con mucha fuerza el 5 de febrero de 1971 cuando en el Palacio Legislativo se aprobó un documento histórico, la Declaración Constitutiva del FA, que contiene definiciones claves. En ella se señala que se quiere construir “un aparato político capaz de aglutinar las fuerzas populares auténticamente nacionales para agotar las vías democráticas a fin de que el pueblo, mediante su lucha y su movilización, realizara las grandes transformaciones por las que el país entero clama”. Para ello la construcción de “un frente político unitario”. El compromiso de “establecer un programa común. La definición como una “coalición de fuerzas -que no es una fusión y donde cada uno de sus partícipes mantiene su identidad”, que “ha de estar dotada de una organización con núcleos de base y autoridades comunes”, la noción de coalición y movimiento desde el momento fundacional. Y, además, “declarar que el objetivo fundamental del FA es la acción política permanente y no la contienda electoral”. A todo ello hay que agregar la definición, desde el vamos, anti oligárquica, antimperialista y la reivindicación del legado artiguista.
El general Líber Seregni definió lo que nacía de la siguiente manera: “Como simple ciudadano tengo la sensación y la emoción de haber asistido a un acto verdaderamente histórico que concreta en la formación del FA el renacer de un pueblo y la estructuración de un movimiento auténticamente popular por profundamente antiimperialista, de claro sentido de liberación nacional para alcanzar la verdadera justicia social y una democracia auténtica”.
El FA cambió el Uruguay
El FA en sus 54 años de historia, 12 de ellos ilegalizado y perseguido brutalmente por el fascismo, transformó el Uruguay. Logró superar el principal instrumento de hegemonía política de las clases dominantes: el bipartidismo. No se dice ni se valora lo suficiente.
A lo largo de más de 150 años, a las clases dominantes les alcanzó con dos partidos para asegurarse la primacía política y la defensa del poder. El FA, y la unidad de la izquierda que expresa, volvieron obsoleta esa herramienta. La derecha se vio obligada, en una primera etapa, a gobiernos de coalición blanquicolorada. Luego ni los dos partidos históricos de la derecha sumados podían con el FA y tuvieron que crear la denominada Coalición Multicolor. Eso es mérito del FA, de su fuerza, de la recreación de la unidad en cada momento histórico.
El FA cambió el Uruguay con la acción de sus gobiernos, municipales, departamentales y nacionales, también con la labor de sus parlamentarias y parlamentarios, pero sobre todo con la lucha, unidad y organización de su militancia.
El FA es desde hace 25 años la principal fuerza política del Uruguay. Lo es por el peso de su representación en los ámbitos institucionales, por su votación, pero especialmente por su organización, su inserción en la sociedad y su militancia.
El presente y el futuro
El FA llega a sus 54 años luego de recuperar el gobierno nacional. Estos cinco años de gobierno de derecha dejan como resultado un Uruguay menos libre y más desigual, por ello menos democrático.
Para llegar al gobierno nuevamente el FA hizo un proceso de autocrítica en unidad. Ese proceso lo hicieron miles y lo hicieron en la práctica. Se planteó una línea de lucha contra el proyecto neoliberal de la derecha y junto con el movimiento sindical y popular se juntaron 800 mil firmas contra la LUC y se logró una enorme votación en el referéndum. Se recorrió el país entero dialogando con todas las organizaciones sociales y con nuestro pueblo con el “FA te escucha”. Se planificó y se crearon nuevos Comité de Base. La militancia frenteamplista movilizada, dialogando con cientos de miles, en todo el país, volvió a ser clave para la victoria electoral. Los Comité de Base y la militancia mostraron, una vez más, su centralidad y su potencialidad transformadora.
Estos años, todos, pero en particular estos últimos cinco años y la propia campaña electoral mostraron también el valor de la unidad. La unidad política y social del pueblo es la principal conquista estratégica que hemos alcanzado y no está dada de una vez y para siempre. Hay que cuidarlas, construirlas y recrearlas cada día. La unidad desarrolla todo su potencial cuando está acompañada del tamaño de pueblo organizado necesario para transformar la realidad.
Ese es el gran desafío y la gran convocatoria de este 54 aniversario. Hay que hacer realidad un gobierno nacional que concrete el Programa y los cambios, tenemos, en lo inmediato, que encarar las elecciones departamentales y municipales con el objetivo de volver a derrotar al poder y a la derecha y aumentar el peso del FA en todos los espacios, Intendencias, Juntas Departamentales, Municipios y Concejos.
Pero por sobre todas las cosas tenemos que organizar la movilización popular, política y social, el despliegue de todo el bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios, del cual, como decíamos, el FA es parte orgánica, para hacer avanzar en toda la sociedad la perspectiva popular. Los cambios necesitan del protagonismo popular organizado y el FA lo debe expresar políticamente.
Celebremos la historia, hermosa y heroica. Celebremos el retorno de la esperanza a la mayoría de nuestro pueblo. Festejemos la unidad. Y, a la vez, convoquemos desde esa alegría y esa esperanza a ser protagonistas de los cambios, a sostener y alimentar la esperanza con militancia.
Con alegría y orgullo frenteamplista podemos decirle a Tabaré: Aquí estamos, no nos rendimos.