Dentro del conjunto de estas medidas, se encuentran la expulsión de10 empleados de la Embajada rusa en Washington D.C.
De igual forma, las sanciones alcanzan a un total de 16 entidades rusas y la misma cantidad de personas, quienes de acuerdo a la información aportada “estarían involucrados” en la llamada “injerencia rusa” en el último proceso electoral norteamericano.
Las sanciones a Rusia, señala el decreto firmado por Biden, son “debido a las presuntas acciones de su Gobierno y servicios de inteligencia contra la soberanía e intereses estadounidenses”, reportaba Rusia Today (RT).
En correspondencia con estas medidas, señala el diario Juventud Rebelde, “el Departamento del Tesoro de EE.UU. ha prohibido a las instituciones estadounidenses participar en el mercado primario de bonos que emitan a partir del próximo 14 de junio el Banco Central de Rusia, el Fondo de Bienestar Nacional ruso o el Ministerio de Finanzas de ese país, así como prestar fondos a esas instituciones”.
En el comunicado dado por la Casa Blanca se señala: “esta directiva otorga la facultad al Gobierno estadounidense de expandir sanciones contra la deuda soberana de Rusia mientras sea necesario”.
De acuerdo al mismo organismo, existirían seis empresas rusas que proporcionan apoyo a un programa del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, ayudando “al desarrollo de herramientas e infraestructura para la realización de actividades cibernéticas malignas (…) seguiremos haciendo responsable a Rusia por sus ciberactividades maliciosas, como el incidente con la empresa SolarWinds, aplicando todas las políticas y autoridades disponibles”, señala el documento.
Los EE.UU., agregan, además, “sanciones contra ocho individuos y entidades asociados con la «ocupación» de la región de Crimea, que votó en referéndum reunificarse con Rusia tras el golpe de Estado que se produjo en Ucrania en 2014”.
Esta modalidad de respuesta estadounidense, es la forma elegida para contrarrestar “las acciones desestabilizadoras de Rusia”, ejemplificadas por “el fomento y uso de la corrupción transnacional para influir en gobiernos extranjeros, las actividades extraterritoriales contra disidentes y periodistas, los esfuerzos para socavar la seguridad en países y regiones importantes para la seguridad nacional de EE.UU. o la violación de los fundamentos del derecho internacional, incluido el respeto a la integridad territorial de los estados”, destaca el medio de prensa cubano.
En respuesta a estas acciones, el embajador de EE.UU. en Rusia, ha sido convocado por el Ministerio de Exteriores del país sancionado.
La convocatoria para este jueves de John Sullivan, es la primera forma de respuesta elegida por el Kremlin ante las sanciones en su contra.
Desde la Cancillería rusa, se ha afirmado que estas “acciones de la Administración de Joe Biden no muestran interés en normalizar las relaciones bilaterales”.
María Zajárova, portavoz de la Cancillería, ha subrayado “que la responsabilidad de la degradación de las relaciones ruso-estadounidenses recae enteramente en Washington”.
“Hemos advertido repetidamente a EE.UU. sobre las consecuencias de sus pasos hostiles que confirman peligrosamente el grado de confrontación entre nuestros países. Este curso, como también se ha subrayado en repetidas ocasiones, no responde a los intereses de los pueblos de las dos principales potencias nucleares, que tienen una responsabilidad histórica por el destino del mundo”, enfatizó Zajárova.
A pesar de los intentos de avanzar hacia una normalización en las relaciones, expresados por Biden en conversaciones telefónicas mantenidas con el mismo, el camino elegido, concluye expresando Zarajova, es exactamente el contrario.