Ideas para otro modelo económico (parte 2)
Rodrigo Gorga Vera (*)
El jueves 4 de mayo se realizó la segunda actividad del Ciclo: Ideas para otro modelo económico, organizado por la Comisión de Programa del Partido. Seguimos en la tarea de aportar insumos para los desafíos programáticos de este año, como así se ha comprometido el Partido.
La construcción programática tiene un fin, que es imaginar un futuro, un horizonte y pensar los caminos, las líneas, las políticas que hay trazar para llegar a ellos. El objetivo podemos expresarlo con claridad: queremos cambiarlo todo, aspiramos a que el bienestar y la dignidad, en un momento histórico determinado, sea el máximo posible para todas las personas que habitan nuestro país.
Pero el punto de partida de la construcción programática es más difuso, complejo de determinar. De por sí, es un ejercicio complejo, porque implica una elaboración de planes para el futuro, para una realidad que está en el aire y no es concreta. Pero sus determinantes están enraizados en nuestras profundidades. Muchas veces, imaginamos solo lo que nos dejan.
La historia reciente, en la que los y las comunistas tanto han dedicado para la construcción programática de los gobiernos del Frente Amplio, nos ha mostrado lo difícil que es poner las palabras en el programa. Allí se han debatido y puesto en juego los límites de las transformaciones para cada momento histórico. E incluso una vez escrito el programa, en el gobierno se ha puesto en tela de juicio el papel del programa: qué valor tiene el programa una vez que se alcanza el gobierno, que valor tiene la palabra de los que levantan las manos en del congreso programático y construye día a día frente al saber de los técnicos. Por lo que, ya sabemos que el trabajo no termina una vez estampadas las palabras en las resoluciones.
El trabajo es continuo, en varios niveles, porque en última instancia lo que estamos disputando es la construcción de un relato que viene de muy atrás. Se discuten las políticas que son posibles en un determinado momento histórico, los límites que la realidad impone. También el significado y el valor del programa. Todo esto, es una construcción de un sentido común. Sentido común que nos es muy caro para aquellos que aspiramos a cambios profundos, que buscamos transformaciones para las grandes mayorías y que entendemos que estos cambios necesariamente deben implicar resignaciones por parte de las minorías privilegiadas.
Estas minorías privilegiadas son plenamente conscientes de la importancia de la construcción del relato de las políticas posibles, y de cómo imponer sus límites.
El país que ha sido el imperio dominante en lo económico y político en el mundo en el que hemos vivido la mayor parte de nuestra vida, es el mismo que tiene y ha desarrollado los nuevos y viejos medios de comunicación más penetrantes. También es el mismo que ha gozado de la más exitosa y popular industria cinematográfica, o más actualizado, el hacedor de las series de TV que tan gustosamente consumimos. Y no es casualidad que sea el país que tiene las más prestigiosas universidades donde se doctoran los economistas que luego tienen la legitimidad para llevar adelante las políticas económicas en todo el mundo. Mecanismos que terminan decantando en nuestros programas de gobierno, en las políticas económicas escritas y en las que finalmente se llevan a cabo.
Porque hay que tener claro que lo escrito y lo efectivamente llevado a cabo no es lo mismo. No vale lo mismo lo que se escriba con la sustancia de un relato coherente, técnicamente sólido, y factible. Tiene que haber personas capaces de defender esas ideas, y también, por qué no, de llevarlas a cabo, de defenderlas en la gestión.
Hay que hacer posible, lo que antes se creía por fuera de los límites de lo admisible.
Por eso, como ha dicho el economista Federico Penino (director de Planificación y Ejecución Presupuestal de la IM) que moderó las mesas de la primera y segunda actividad, para recabar insumos recurrimos a expertos y expertas que han dedicado su vida al estudio de a la estructura económica del país. En la primera actividad (https://elpopular.uy/ideas-para-otro-modelo-economico-parte-1/), nos dedicamos a trazar esos posibles caminos para llegar a una sociedad menos desigual, en el mercado laboral y entre varones y mujeres.
La acción, esa que día a día llevan a cabo los y las comunistas para operar sobre la realidad, la tenemos que acompañarlas de palabras, palabras que nos pertenezcan. Tenemos que ir a por ellas.
Estas ideas por supuesto que no son nuevas. Pero lo que sí es cambiante es la realidad material y económica del país, y las relaciones sociales que emanan de ella, que hoy nos brinda nuevas oportunidades.
El Uruguay del 2005 no es el mismo que el de ahora. En aquel entonces nunca había gobernado la izquierda. Los límites de la política económica de aquel entonces, limitaba fuertemente lo que podíamos influir sobre el mercado, sobre los poderosos. Porque mantener las “reglas de juego” eran lo importante.
Esas ideas con las que muchas veces polemizamos correspondieron a una realidad histórica particular, pero que ya no existe más.
Por eso hoy, luego de 15 años de gobierno progresista, tenemos que animarnos a repensar nuestras propuestas, a no tener miedo de ser audaces.
La colmada sala de la Huella de Seregni en esta última actividad muestra que el Partido es un interlocutor en la discusión de las políticas económicas.
La actividad contó además con destacados asistentes como Ricardo Ehrlich (Presidente de la Comisión Nacional de Programa del FA), Daniel Olesker (Presidente de la Comisión de Asuntos Sociales del FA), Héctor Tajam (ex senador por el FA, integrante de la Dirección Nacional del MPP), Margarita Percovich (ex senadora por el FA, representante de Casa Grande en la Comisión Nacional de Programa del FA), Ana Olivera, Micaela Melgar, Verónica Mato y Ubaldo Aita (representantes por el FA, Espacio 1001) y Eduardo Lorier (ex senador por el FA).
Para entender más sobre la situación económica y material de la que partimos, entender también como se llegó al 2019, contamos con la presentación de Gabriela Mordecki (economista por la UdelaR, Diploma con nivel de Maestría por la Universidad de Amberes e Investigadora del Instituto de Economía de la UdelaR) que detalló los principales rasgos de la economía uruguaya en esta coyuntura y que resumiré a continuación. Las otras dos exposiciones de la jornada, la de Luis Bértola (Doctor en Historia Económica y Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR) y Rodrigo Alonso (Lic. en Ciencias por la UNILA de Brasil), que ahondan en los rasgos estructurales de la economía uruguaya que deben ser transformados, serán desarrolladas en la próxima edición de El Popular.
Macroeconomía para el desarrollo
Los datos expuestos Gabriela Mordecki muestran como el acceso al gobierno del Frente Amplio viene después de la crisis del 2002. El Frente Amplio logró consolidar un período de crecimiento económico muy importante pero que mostró claras señalas de agotamiento a partir de 2014, justo antes de perder el gobierno.
Los variables del mercado de trabajo durante los gobiernos del FA, como el empleo y el desempleo, acompañaron lo que sucedía con el PBI. Es decir, llegamos al 2019 con problemas en el trabajo. Eso sí, sosteniendo el salario real, algo que si nos puede diferenciar de la situación actual.
Ya bajo el gobierno herrerista (que ciertamente tuvo el impacto de la crisis generada por el COVID-19), pudo recuperar el crecimiento en los siguientes dos años, pero ya este año no lo sostuvo. La sequía y la menor demanda de China, hoy nuestro principal comprador, mermaron los últimos trimestres y depositan un manto de incertidumbre para los próximos.
Por lo tanto, estamos ante una situación económica débil y frágil.
Que es aún más vulnerable si consideramos la desigual forma en la que se han distribuido los frutos del crecimiento durante este último gobierno. El efecto derrame no acontece. Por el contrario, estamos frente al fenómeno del derrame hacia arriba.
Si bien el empleo también se recuperó, lo ha hecho con trabajos de baja calidad. Que, por tanto, no recuperan los niveles salariales. Estamos en un período donde ha crecido lo que se apropia el capital frente a lo que obtienen los trabajadores. Esta caída del salario real le ha servido particularmente al sector exportador, que pudo compensar con esta caída en sus costos el impacto de la caída en sus ingresos por la evolución desfavorable del tipo de cambio.
Por si fuera poco, el relato de que los gobiernos del FA dejaron el déficit fiscal en niveles altos, ha servido para sostener un indiscriminado ajuste fiscal, a través de los salarios públicos y recortes del 15%, sin mediar análisis técnico, en todas las oficinas del Estado. Aunque tampoco está tan claro como va a ser el estado de las cuentas públicas al final del período.
Queda claro por tanto que tener una macroeconomía ordenada es indispensable para que la economía crezca, se desarrolle y estos beneficios lleguen a todos y todas, como sucedió durante los gobiernos del FA.
Pero solo esto no es suficiente. Primero, porque así no se logra revertir las vulnerabilidades cíclicas de la economía que nos hacen darnos de frente contra crisis económicas que revierten los frutos logrados en la parte buena del ciclo. Segundo, porque como ha mostrado este gobierno, que llegó criticando el “desorden” macroeconómico del FA, no es claro que haya solucionado tal desorden, y si lo hubo, fue solo para empobrecer a la clase trabajadora.
Por lo tanto, lo que tenemos que disputar es lo que entendemos por orden macroeconómico. Parece ser que el orden macroeconómico, en el diccionario herrerista, es más para el capital y menos para la clase trabajadora.
El FA por lo tanto no puede comprar esa definición. Tenemos que animarnos a hacernos de una definición propia una que sí, incluya un orden que permita sostenibilidad, pero con nuestra definición de sostenibilidad.
Sostenibilidad que tiene que incluir las medidas de distribución desarrolladas en la primera charla. Pero también es cambiar las estructuras, como explicarán Alonso y Bértola.
En síntesis, lo que hay que sostener es la transformación de las estructuras, una nueva que le arrebate poder a los arriba, porque de eso depende la suerte de los de abajo.
(*) Economista.


FOTOS: Diego Correa Bayarres. EL POPULAR.